Nueva edición de la columna de Dani Cancela, ex del Depor y coruñés, enrolado en las filas del Kitchee de Hong Kong desde hace una década. En su serial titulado ‘Desde la (semi) burbuja’, nos cuenta las sensaciones que le dejó la victoria contra el Zamora, que pese a todo no sirvió para entrar entre los tres primeros:
Dada la situación de ventaja con la que se empezaba esta segunda fase que nadie quería estar jugando pero que aún así es muy importante, el principal peligro que tenía el equipo es que se instalase la desidia en jugadores y aficionados, y que se pensase en el futuro sin prestar atención a un presente que todavía nos tiene previstas muchas trampas.
La primera la puso el Marino de Luanco. Un equipo humilde que se metió en esta fase casi de milagro y que parecía el rival propicio para que el Dépor siguiese en la dinámica positiva que traía. En casa, en la ola buena, todos esperábamos volver a disfrutar de un partido plácido y, con suerte, divertirnos.
Sin embargo, tras esa apariencia humilde, el Marino, con nombres de pasado importante en categorías superiores, planteó muchas dificultades.
Para empezar, puso al Dépor ante un escenario en el que llevaba tiempo sin verse: un rival con tres centrales y dos pivotes defensivos que minimizó las principales virtudes que estaba teniendo el equipo: el robo y la transición rápida. No hubo ataques contra defensas descolocados, ni campo abierto para explotar el uno contra uno de Keko o las llegadas de Villares desde segunda línea atacando espacios.
Sin poder correr, tocaba generar fútbol a partir de la posición, y ahí el Dépor no se siente tan cómodo. Rubén eligió a Raí para ocupar el sitio de Uche y el equipo se resintió. En el medio, Raí fue menos Raí y Villares menos Villares, enfocado más en hacer las tareas de Uche y apareciendo menos en campo contrario. Tampoco Lara, a pesar de forzar el penalti, aprovechó su titularidad. Da la sensación de que aporta mucho mas al equipo cuando sale desde el banquillo, y no necesariamente es mala cosa. Hay jugadores que hicieron una gran carrera con el papel de revulsivo, y Lara, al menos en el Dépor, va por ese camino.
Pero este Dépor tiene confianza en lo que hace, y la sensación de control y superioridad durante el partido fue total. Parecía que el gol era cuestión de tiempo, (por sensaciones más que por ocasiones) y al final llegó. Y por esa confianza que dan las victorias, el guión no cambió tras marcar. Al contrario, el dominio y el control del juego se intensificaron. A eso ayudó la entrada de Gandoy, que participó y la quiso desde el primer minuto a pesar de llevar meses en el ostracismo (muestra de su personalidad) y al que sólo un mal control le privó de marcar tras otro gran pase de Keko.
Ver a Gandoy, Mujaid, Alex, Villares, Rayco y Valín juntos creando el juego es un orgullo, y posiblemente una muestra de lo que va a ser el equipo en los próximos años en los que Abegondo debe ser la piedra angular del proyecto. De cómo se gestione, se mantenga y se atraiga ese talento en la base dependerá la rapidez con la que el Dépor vuelva al fútbol profesional.
Salvada la primera trampa y con la misma ventaja, ya hay que tener la mente en lo siguiente. Los ingredientes vuelven a ser malos de digerir. Langreo: equipo sin mucho cartel, césped artificial… peligro. Si se piensa que es un trámite, o un marrón, lo normal es que nos pinten la cara. Es un buen momento para sacar el famoso artículo de antes de ir a Guijuelo. Todo lo que no sea salir a dominar, a ser protagonista y seguir la línea de los últimos partidos será cuanto menos decepcionante. Hay que hacer ver a los jugadores que puede ser más sencillo jugar en Ganzábal que en Zamora o en el Helmántico cuando los visitó el Dépor. Sino el partido se nos hará bola.