Deportivo y Pontevedra afrontan el próximo domingo en Riazor un cara a cara que tiene todos los condicionantes de final que puede tener un partido de liga. El que pierda quedará seriamente tocado y prácticamente condenado a luchar por no descender a la quinta división del fútbol español, algo impensable para estos dos equipos hace no tantos meses, cuando empezó una cuesta abajo paralela en la que ambos parecen ir sin frenos.
Porque la disposición del calendario sí dejaba claro que este duelo iba a ser de los de alta tensión, pero todos esperaban que fuera por todo lo alto. Se esperaba por la composición de ambas plantillas y el amistoso celebrado en pretemporada destiló ese olor a rivales que pelearían por todo. Lo confirmó también el arranque de liga y el primer partido oficial, al que ambos llegaron ocupando el primer y el segundo puesto en la clasificación.
Sin reacción y con cambios en los banquillos de Deportivo y Pontevedra
Aquel encuentro terminó en tablas y con un expulsado por cada bando (Lara y Charles). Desde entonces, ninguno de los dos equipos ha vuelto a parecerse al de la primera vuelta. Sí se asemejan el camino que ambos han seguido, con una única victoria en liga desde entonces. Ambos cayeron a la semana siguiente ante Celta B y Coruxo, respectivamente, y ninguno ha encontrado tierra firme sobre la que ponerse en pie.
El Deportivo comenzó el año con una plaga de bajas que además se llevó por delante a Fernando Vázquez. En el Pontevedra sólo hizo falta una ausencia, la grave lesión de Romay, para desmontar el que era un ataque temible. El desenlace ha sido similar. Relevo en el banquillo y llamada de emergencia a Luisito.
Riazor acoge a estos dos faraónicos proyectos a la misma distancia que estaban hace una vuelta: dos puntos. Pero la situación de ambos es la misma y, salvo importante giro de los acontecimientos en las últimas tres jornadas, uno de los dos se verá en la segunda fase del campeonato peleando por no completar el estrepitoso fracaso de descender dos categorías.