El Deportivo resolvió ante el Marino de Luanco el duelo más diferente que le ha tocado vivir en esta racha victoriosa. Después de tres rivales como Pontevedra, Celta B o Zamora, que o salieron a jugar de tú a tú, o no tenían demasiado que perder, el cuadro asturiano asumió su teórica inferioridad sin ningún complejo y le entregó el balón a los blanquiazules desde el minuto uno. Gran decisión tras lo visto durante toda la temporada.
Tenían los de Rubén de la Barrera ante sí una tarea pendiente: demostrar que la mejoría experimentada en las últimas semanas no era fruto únicamente de tenderle trampas a los rivales con la presión adelantada. Ahora eran los deportivistas los que tenían de librarse de la emboscada de los de Manel, un grupo de jugadores veteranos bien organizados que tienen totalmente claro lo que deben hacer en cada momento.
Al Dépor le costó mucho entrar en el partido. Buscar continuamente los escasos espacios libres no permitía atacar bien, o rápido, y, lo que es peor, provocaba defender peor. No se ganaban duelos individuales y eso dio lugar a más contragolpes de los que había recibido en las tres semanas anteriores.
El ajuste de De la Barrera y los chispazos de Lara
Rubén de la Barrera es el primero que tiene que ir encontrando soluciones a estos nuevos problemas y ante el Marino optó por corregir en el descanso para ‘simplificar’ el camino al área rival. Salva y Bóveda ocupaban los carriles centrales y dejaban las bandas para que Keko y Lara tuvieran más opciones de uno contra uno.

Esto dividió la atención de la línea de tres centrocampistas del Marino y obligó a la defensa a salir de zona ante la presencia de Raí y Villares. El Deportivo siguió estando espeso a la hora de generar juego, pero un chispazo fue suficiente. En uno de esos desajustes provocados por la distracción interior, Bergantiños encontró a Lara son espacio para encarar. El sevillano, que no estaba completando un buen partido, apareció de nuevo como ante Coruxo y Guijuelo para sacarse tres puntos de la manga.
La buena noticia, eso sí, es que el equipo parece que ha aprendido a defender con la pelota. Falta ver una muestra más amplia y ante un rival que vaya a exigir más, pero el Dépor fue capaz de proteger el 1-0 sin recular demasiado y, sobre todo, escondiendo el balón gracias a la entrada del ya casi olvidado Gandoy.