El Deportivo vs Sporting pudo decantarse hacia cualquier bando y acabó en un empate que, por otra parte, dejó la sensación de que Fernando Vázquez quiso enseñar todas sus cartas el primer día. No se cortó a la hora de modificar el sistema en varias ocasiones y a introducir tres cambios de golpe al poco tiempo de iniciar la segunda parte. Por momentos, fue ese profesor que avanza en la lección sin que sus alumnos puedan seguir.
Esta crítica es compartida para jugadores y técnico. Para unos por estar siempre lejos del mínimo, pero para el que manda por sobrevalorar a un grupo que, por contexto y al menos esta temporada, no podrá alcanzar el techo que les pide su jefe. Sólo así se puede explicar el atrevido ejercicio de funambulismo que consistía en una presión alta y marcajes prácticamente individuales a 50 metros de la portería, con una línea de tres formada por Peru, Ba y Montero. Un central que no quiere ser central, otro que esta temporada está dejando muchas dudas de que pueda serlo y un tercero, el recién llegado, que no tardó ni 20 minutos en darle la razón a los que arquearon la ceja con su fichaje de urgencia. «Sentía que el Sporting podía hacer gol, sentía el peligro», decía Fernando al terminar el encuentro. Y nosotros también, míster.
Es de valorar, por supuesto, que el entrenador blanquiazul quisiera evolucionar a los suyos, dejar de ser reactivos para tratar de ser protagonistas y llevar el peso del encuentro. Pero ahí también fue excesivamente optimista con las capacidades de los suyos para progresar con la pelota. Demasiadas imprecisiones, demasiados pases fáciles que terminaron en los pies equivocados. Sólo Gaku estuvo a la altura, pero no tuvo acompañamiento salvo por algún destello insuficiente de Çolak. Vicente sigue siendo igual de irrelevante que antes del parón y Sabin Merino ha perdido esa magia en la definición mientras se sigue esperando a Claudio Beauvue.
Aprobar a toda costa
En vista de que el examen era demasiado complicado, hubo varios, sobre todo los que entraron en la segunda parte, que se olvidaron del trabajo en grupo para irse a por el aprobado sin que nada más importase. Sólo así se explican los primeros minutos sobre el césped de Keko y Koné. Revolucionados, buscando más el lucimiento personal. Hasta Uche, el más sereno de los tres, se contagió en algún momento de ese egoísmo.
Y lo peor es que, a pesar del empate, el guion del Deportivo vs Sporting debería haber dejado un mejor sabor de boca. Controló mejor el partido, lo quiso más que su rival y tuvo muchísimos acercamientos al área contraria, además de algunas ocasiones claras, pero esa fragilidad en el área propia emborrona cualquier examen que, además, recuerda a una asignatura tantas veces suspensa.