El Deportivo continúa sin ganar y lo hace, en parte, porque tiene tantos problemas que no sabe ni por dónde empezar a resolverlos. Luis César continúa con su transición amable, como sin querer molestar, pero el continuismo no está haciendo más que prolongar la cuesta abajo que ya se venía dando con Anquela: cuatro partidos, dos puntos, siete goles en contra y dos a favor. Y las sensaciones son incluso peores.
Porque el conjunto blanquiazul no tiene ni lo más básico que se le pide a un equipo en problemas. Ese instinto primario que sale a relucir cuando no tienes nada más que poner encima de la mesa. Los pequeños detalles. Para los que ni se necesita talento. La secuencia completa que terminó en el gol de Hugo Fraile resume a la perfección la deriva de un equipo que no sabe cómo ganar, pero que tampoco ha encontrado la manera de evitar perder.
Más allá del golpe entre Peru y Montero, todo lo que vino después fue un esperpento. Herida mal tapada que obligó a salir de nuevo al central, ni un mínimo de calle para parar el partido mientras estaban con uno menos… y si a eso le unimos que, últimamente, Dani Giménez se preocupa más de señalar la falta de jugadores diferenciales que de seguir siéndolo él mismo… pues de nuevo a remolque.
No hubo más Dépor, tampoco demasiado Fuenlabrada. Tras ponerse por delante, el conjunto madrileño empezó a jugar desde el fondo de la pista procurando equivocarse lo menos posible. También lo hicieron los coruñeses, en su caso por incapacidad. Hay jugadores que ahora mismo están acumulando minutos sin merecerlo lo más mínimo. Es difícil completar una actuación como la de Longo, que no ganó un balón ni por equivocación. El italiano no se encuentra y empieza a vérselo desesperado en cada acción. Algo más aparece Borja Valle, pero acaba aportando lo mismo. Cero.
El conjunto deportivista terminó empatando en su único remate a puerta. Casi sin querer, aprovechando el único error que cometió la defensa local. Y agarrados, como no, al hambre de Koné. Al marfileño habrá que ir perdonándole que tire caños en la frontal del área propia como si estuviera en la rival, porque en estos momentos es el único futbolista de la plantilla que parece no jugar con botas de plomo. El Dépor necesita mejorar y eso pasa por una revolución de las de verdad, tanto en el dibujo como en los nombres, porque insistir en lo mismo no está haciendo más que estrellar al equipo contra una pared.