Envíen ayuda. Puedo imaginar cómo ese fue el pensamiento más repetido entre el deportivismo durante una nueva debacle dominical. De la afición y Anquela dirigido a Carmelo del Pozo para que complete ya la plantilla. De Dani Giménez y la línea defensiva a sus compañeros de ataque. Y del equipo, en general, a un entrenador que de momento no está sabiendo poner a sus jugadores en la mejor situación para competir.
Ante el Rayo se repitió el mismo el mismo escenario que contra el Huesca. Mal planteamiento, pésima ejecución. El técnico blanquiazul sigue tratando de encontrar la identidad adecuada para su equipo, pero se está quedando siempre a medias entre la presión alta y el repliegue. Siempre en inferioridad numérica en el centro del campo y con reacciones tardías a problemas demasiado evidentes. Mario Suárez, como Mosquera en El Alcoraz, campó a sus anchas para sacar el balón en la primera mitad y someter a Bergantiños y Gaku a un rondo eterno en el que nunca lograban cerrar la puerta. Kilómetros entre líneas.
Un simple ajuste, con Koné y Aketxe dejando de presionar en línea para hacerlo de forma escalonada, cambió el encuentro tras el descanso. El conjunto local tardaba un segundo más en salir porque, con su mediocentro bien vigilado, los centrales dudaban. El Dépor podía adelantar la presión. La consecuencia fueron varios robos en campo rival que terminaron en ocasión de gol. Los dos atacantes tuvieron el empate. No acertaron.
El problema es que todo esto sucedió ya a contracorriente. En parte porque, bien por actitud o por aptitud, este año el equipo no tiene jugadores que puedan imponerse por talento puro. Algo que, por lo visto en estas dos últimas jornadas, tampoco compensan con concentración. Los dos primeros tantos del Rayo son errores de atención intolerables, con Mujaid y Caballo mirando a Mario Suárez, y el propio Caballo y Borja Valle poniéndole la alfombra roja a Álvaro. Tampoco es que un entrenador pueda hacer mucho contra esto.
Sin socios para Aketxe
Los preocupantes síntomas sin balón no deben esconder que el Dépor también está pasando un calvario a la hora de construir desde campo propio. Cada vez que los rivales suben la presión, la única solución es pegar un pelotazo, quitársela de encima para volver a empezar. Ataques a ráfagas por la movilidad de Koné y la calidad de un Aketxe que está siendo de las pocas buenas noticias de este inicio. El vasco, además de su zurda de oro, está demostrando que entiende el juego y puede funcionar en la mediapunta. Pero, como todos, necesita ayuda.
Anquela no colaboró tampoco con los cambios, hombre por hombre en el centro del campo justo cuando Paco Jémez reforzaba todavía más la medular. Ahí se terminó la lucha deportivista, sin más recurso para los últimos minutos que los balones largos a Christian Santos. El venezolano no pudo hacer otro milagro.