De entre los muchos factores en juego ante la Real Sociedad, sobre la mente del aficionado deportivista sobresale la idea de que Juan Carlos Valerón cuelgue las botas de la mejor manera posible: celebrando la salvación.
No queda ni un solo aficionado del Deportivo de La Coruña que haya evitado jugar a hacer las cuentas de la salvación. Con la Real Sociedad en el punto de mira, los ateos se encomiendan al buen hacer de los jugadores y los creyentes a la misericordia de Dios, pero ambos sectores coinciden en que el faro que debe guiar al equipo hacia la permanencia es evangelista, canario, flaco y tan dotado técnicamente que levanta el público de todo estadio visitante por el que pasa. Sobran las presentaciones para Juan Carlos Valerón Santana.
El ‘Mago de Arguineguín’ apura sus últimos días como futbolista en activo con más presión de la que le hubiese gustado. 37 años, 11 meses y 12 días le son suficientes para disipar las inquietudes del prójimo con su sempiterna sonrisa, para tratar de camuflar las palabras de su entrenador acerca de su inminente retirada en una rueda de prensa e incluso para disimular ante las preguntas sobre el próximo partido de homenaje hacia su persona. Sin embargo, no hay veteranía que valga para borrar de su mente aquella mirada perdida sobre el césped de Riazor tras caer por 0-2 ante el Valencia hace un par de temporadas.
Algunas personas se atrevieron entonces a elucubrar que sus aptitudes no se amoldarían a la categoría de plata a estas alturas de la película, pero 2955 minutos, nueve asistencias y cinco goles fueron suficientes para callar bocas. Las mismas bocas que dudaban de su regreso tras dos gravísimas visitas al quirófano. Las mismas que resucitaron unos meses atrás para vaticinar que la Primera División tenía demasiado ritmo para su maltrecho físico. Las mismas que ahora anhelan que el Deportivo logre la salvación para que el cuento tenga un final feliz.
Después de 13 campañas en A Coruña, más que un simple apellido, ‘Valerón’ se ha convertido por méritos propios en una metáfora con patas. Su figura ha pasado a representar la bondad del balompié, la mentalidad colectiva sin excesos musculares, la excelencia técnica sin abusar de filigranas. El canario es el yerno que todo entrenador querría tener a sus órdenes. ¿Qué partido puede homenajear en condiciones a semejante epíteto futbolístico? La respuesta, el sábado a las 21.00 horas en Riazor.