Para salir del barro, no queda otra que ir al barro. Esa máxima parece haberla entendido el Dépor, que encadena tres victorias consecutivas a domicilio y es, de largo, el mejor visitante del Grupo 1 desde su capacidad para competir en duelos incómodos. Porque sí, el equipo de Imanol Idiakez puede ser brillante. Pero también sabe sacar sus partidos desde el trabajo. Concentración, esfuerzo, compromiso, solidaridad, disputas… y calidad. Talante y talento. Fueron los ingredientes con los que el equipo coruñés firmó un Teruel 1-3 Deportivo que le permitió lograr su tercer triunfo seguido a domicilio y remontar ante un rival incomodísimo.
No es el Teruel el equipo con más capacidad individual de la liga. Pero el cuadro de Raúl Jardiel planteó un choque minado, que complicó al Dépor la circulación y le obligó a jugar bastante directo. Si con pelota le costó, el equipo coruñés no perdió sus señas de identidad en defensa. Y eso equivale a riesgo. Un riesgo que pagó con el 1-0, del que se fue capaz de reponer gracias a que fue capaz de generar lo suficiente una vez se asentó en campo contrario como para sacar a relucir sus mayores aptitudes y terminar ganando con relativamente solvencia.
¿Salida? ¿Qué salida?
El Deportivo fue un equipo que encontró una gran fluidez en su fútbol ante Unionistas a partir de su banda derecha, desde la que no solo fue capaz de atacar, sino de progresar desde atrás. La complementariedad entre Ximo, Villares y Mella generó mucho en el último partido en Riazor y fue una buena evolución de lo mostrado en Cornellà por la pareja conformada por los dos primeros. Pero en Pinilla, esas interrelaciones apenas se reeditaron.
Para empezar, porque el Teruel fue capaz de plantear una presión alta notable, con un 4-1-3-2 que priorizaba tapar los pasillos interiores y, a la vez, le impedía la salida por fuera al Dépor. Por un lado, el equipo local permitía relativamente pase a Balenziaga dejándolo como hombre libre para que recibiese y, entonces, apretarle. Mientras, por el otro costado, el bloque dirigido por Raúl Jardiel tapaba línea de pase directa con Ximo a partir de la posición de Borja Romero, interior izquierdo que ejercía de futbolista más exterior por ese perfil, ya que el extremo Borja Martínez solía ‘saltar’ a ejercer la presión en la doble punta junto con Gabarre.
Ante esa buena ejecución del Teruel no solo en cuanto a estructura sino en cuanto a interpretaciones a la hora de coger marcas, optimizar distancias y trayectorias de carrera y coordinar ‘saltos’, el Dépor se quedó sin demasiada respuesta. En parte porque el rol de Villares fue mucho menos protagonista que de costumbre. El vilalbés, alfa y omega del equipo en los últimos encuentros, no ejerció como iniciador de los ataques.
Diego se sujetó mucho más en el doble pivote, a una altura muy similar a la de Jurado en muchas ocasiones. Era una pauta que parecía preparada con el objetivo no solo de estar mejor protegido ante una posible pérdida, sino sobre todo de atraer la presión y generar algo más de espacio para las recepciones interiores de Yeremay y Hugo Rama. Pero ninguno de los dos logró recibir y, en ocasiones, este doble pivote tan ‘lineal’ provocó un embudo al Dépor, sobre todo cuando trataba de progresar por la izquierda.
Mejor le fue al equipo por la derecha. Aunque no le terminó de ayudar el hecho de que Mella no aprovechase sus recepciones al pie en posición de máxima amplitud para desequilibrar o asentar al equipo en campo contrario. En esas situaciones en las que el balón iba hacia Pablo Vázquez, encargado de buscar conducciones y pases más profundos, Villares sí se soltaba. Bien para intentar aparecer entre líneas, bien para darles espacio a Ximo o, sobre todo, al citado Mella.
Sin embargo, este mecanismo no terminó de darle réditos al Dépor. Por un lado, por el poco acierto individual. Por otro, porque apenas había tiempo, espacio y líneas de pase claras. Todo ello terminaba generando acciones combinativas poco limpias y mucho juego más directo. Esta última era buena fórmula para evitar perder el balón de manera comprometida y para ganar segundas jugadas, pero no para tener demasiada continuidad ofensiva ante la buena predisposición del Teruel y lo poco cohesionado que estaba el equipo coruñés para aprovechar esas acciones más en largo.
La cruz de la moneda
El Deportivo no fluía con balón, pero tampoco se puede decir que estuviese incómodo. Era un encuentro que debía ir madurando. Picando piedra, sin cometer errores hasta encontrar el acierto. Pero lo que llegó fue el fallo propio. Porque sin balón, el cuadro coruñés juega casi siempre sobre el alambre. Prioriza asumir riesgos en pos de ser agresivo e incómodo. La moneda puede salir cruz. Pero si hay tensión y concentración entre sus filas, le suele salir cara por las superiores capacidades de sus jugadores en ese duelo de duelos. Sin embargo, ante el Teruel salió cruz.
Fue en una de esas basculaciones extremas con las que el Dépor sobrepobla la zona de balón para intentar recuperar. Desde su banda izquierda, el conjunto turolense logró meter la pelota hacia el carril central -rebote incluido-. En ese espacio ‘más limpio’, apareció el extremo derecho Apa al apoyo. Balenziaga le persiguió fuera de zona, pero no logró ni cortar la acción ni, al menos, ensuciarla. El ’10’ cedió de cara al central Isma Sierra, que buscó de nuevo el espacio libre en largo: la zona de Balenziaga.
Hacia ella cortó el interior Borja Romero, perseguido por Jurado en esa asignación individual que se da cuando el acoso para robar se maximiza. Era una acción límite: interceptar o peligro inminente. Y Jurado midió mal con el bote. La pelota le superó y, a partir de ahí, se generó una situación de centro-remate que, dos nuevos rebotes incluidos, acabó con Borja Martínez embocando a gol.
Cuando te la juegas a cara o cruz, puede salir cruz. Y salió. Al Dépor le faltó cierta dosis de alerta para detectar el peligro y cortar antes la acción. También de acierto para interceptar en una de las ocasiones que pudo hacerlo. Así es el fútbol. Un gol asumible teniendo en cuenta a qué juega el equipo blanquiazul, pero que había que remontar.
Reaccionar sin reacción y Yeremay como guía
Antes de que pudiese empezar a sentir prisas, el Deportivo reaccionó al tanto. Lo hizo en uno de esos balones directos que no acabaron en nada concreto, pero le dieron la posibilidad de asentarse en campo contrario. Una vez en esa situación, la calidad visitante se impuso a un rival que no destaca por su talento defensivo. Jurado recibió escorado en tres cuartos y tuvo tiempo para pensar, al contrario de lo que sucedía cuando el Teruel iba a presionar. El andaluz puso el balón al área y el Dépor cargó bien la zona, pero terminó desequilibrando por pura capacidad superior: Barbero le ganó la posición a Sierra para agarrar el caramelo de Jurado y fusilar a Konaté.
Una zurda fabulosa y un ariete diferencial. Simple. Solo con eso, el cuadro herculino igualó el choque, aunque no reaccionó. Porque tras el 1-1, el encuentro siguió con la misma tendencia: el Deportivo incómodo aunque sin sufrir y el Teruel cortocircuitando aunque sin generar apenas nada a su favor.
El equipo coruñés no encontró el modo de darle la vuelta al guion del choque en el primer tiempo, pero sí nada más comenzar un segundo acto en el que equipo fue capaz de encontrar a Yeremay por dentro. Y el canario es la mejor arma no solo para romper sistemas defensivos, sino para desgastar a un rival que ya va con el agua al cuello.
El canario apareció a pedir el balón para sumar pases y en la primera que cazó en posición de peligro, dejó solo a Barbero ante el meta. Fue tras un envío en amplitud hacia Mella que el canterano devolvió dentro, para atacar la zona débil del Teruel: el único pivote en fase defensiva. Rama y Yeremay aparecieron ahí y quien recepcionó el canario, que se inventó medio gol.
Con el 1-2 y el partido ya cuesta abajo, el Dépor ganó paciencia y el Teruel ansias sumadas a su cansancio. Todo ello confluyó para convertir a Peke en dueño y señor del duelo. Acelerando y frenando, el ’10’ fue una y otra vez el martillo con el que el Deportivo percutió sobre el rival. Ya con más tiempo y espacio, unida a la disminución de energía del oponente, el cuadro coruñés empezó a encontrar entre líneas de manera casi constante a Yeremay, ayudado por las movilidades de Rama para generarle espacios en la mediapunta. Aunque fue con una recuperación en el centro del campo como liquidó el choque.
Mella le robó la cartera al lateral Hualde con el Teruel abierto y Ximo recogió el esférico para lanzar al canterano. El Dépor, con su ‘3’ tiene una amenaza inigualable tras robo y lo volvió a demostrar. En pocos segundos se plantó en el área y aunque decidió mal y Yeremay no ayudó a generarle espacio, el movimiento del canario le permitió enganchar el rechace y hacer el Teruel 1-3 Deportivo.
El choque estaba prácticamente decidido y Yeremay, siempre Yeremay, ayudó a controlarlo. Sin embargo, el cuadro herculino no terminó de matar el choque. El canario estuvo demasiado solo en ataque, como en varias de las últimas salidas, y en un par de acciones sin finalizar, el Teruel se pudo meter en el choque al contragolpe.
Hubiese sido imperdonable con 1-3, pero entre el desacierto local y el acierto de la defensa foránea, la escuadra coruñesa amarró un nuevo triunfo en un partido que era un marrón pero que, ahora, también sabe jugar. Y así, igualando al rival para, al final, poder imponer la calidad, es como se sale del barro.