No fue un partido brillante del Deportivo en Lezama. Y sin embargo, se pudo llevar los tres puntos. Porque el Bilbao Athletic le planteó un encuentro tremendamente incómodo. Pero a base de asumir riesgos. El conjunto coruñés no pudo fluir y estuvo casi siempre a merced de su rival en el juego. Pero cuando encontró la fórmula para salir de la presión rojiblanca, aparecieron las oportunidades. Y esa puede ser la mejor lectura dentro de un partido flojo en el que los blanquiazules no supieron proteger su renta.
Por dentro, ni quiero ni puedo
Se enfrentaba el Dépor a uno de los equipos más presionantes de la categoría. Y el conjunto blanquiazul apostó por atraer todavía más esa presión. Borja Jiménez juntó casi siempre a tres futbolistas en la primera línea de iniciación y vació el centro del campo. ¿Por qué? Porque pretendía encontrar bien un pase intermedio a las recepciones al apoyo de Soriano, Quiles o Noel o bien atacar el enorme espacio a la espalda de la zaga visitante.Pocas veces lo logró. Básicamente porque el Bilbao Athletic estuvo muy bien sin balón. Impidió iniciar cómodo al Dépor, cerró los pasillos hacia los apoyos de Quiles o Soriano y ajustó muy bien a su espalda. Clave para ello fue un Beñat Prados que interpretó de manera fabulosa su posición de único pivote. El medio supo cuándo saltar, cuándo caer a banda o cuándo incrustarse en la zaga. Fue el corrector del Athletic.
Así, el Dépor sufría para progresar. Tan solo ganó el 41% de los duelos, uno de sus porcentajes más bajos del curso. Y sin opciones en los envíos directos divididos, tan solo encontró la luz cuando puso a correr a William De Camargo o Quiles recibió entre líneas. De hecho, el andaluz creció cuando Borja lo situó en la derecha. Fue capaz de ir al apoyo, girarse y, casi siempre, buscar la ruptura alejada del brasileño.
Las estadísticas de Quiles, siempre según Wyscout, no fueron brillantes. Intervino en más acciones últimamente (57), pero solo tuvo éxito en el 40% (23). Sin embargo, marcó el 0-1 y chutó otras dos veces. Pero más allá de eso, principalmente a través de sus movimientos fue como el Dépor logró progresar por dentro las pocas veces que lo hizo en la primera mitad.
Lo mismo sucedió con Soriano. El madrileño tan solo recibió 16 pases en los 83 minutos que jugó (su media es 27 por cada 90 minutos). Estuvo desconectado dentro de un contexto de poca intención de jugar por dentro. Pero cuando apareció, fue decisivo. Una recepción suya detectando el espacio a espaldas del centro del campo rival desencadenó el 0-1, ya con De Vicente en el campo.
Y si Soriano no apareció fue, en gran medida, porque Juergen Elitim apenas fue protagonista. En un partido en el que el Dépor tuvo menos el balón que su adversario (43,5% de posesión), el colombiano tiene más difícil destacar. Juergen fue el gestor de los primeros pases del equipo, pero apenas brilló. Cometió 5 pérdidas (la mitad que de costumbre), pero todas ellas en campo propio. Una señal de la poca incidencia que tuvo en el juego de ataque.
Sin amasar la pelota, como suele hacer el cuadro blanquiazul, Elitim tan solo tuvo un par de ‘highlights’ gracias a sus dos pases clave (que acabaron en chut). El segundo, una genialidad a la espalda tras recibir entre líneas Yeremay y habilitarle para encontrar a Doncel.
¿Cómo frenamos esto?
Pero si el Dépor sufrió con el balón y no fue capaz de tener más pelota que el adversario fue porque su rival no lo permitió. El Bilbao Athletic supo cómo incomodar con juego en largo. Clave para ello fue su capaz de ganarle al Deportivo la mitad de los duelos ofensivos (46 de 92), algo que ningún conjunto había logrado hasta ahora contra los blanquiazules. Con la movilidad de Artola y Guruzeta, la amenaza constante de Malcolm y la capacidad de Bilbao para desbordar (Villares perdió el 58% de sus duelos defensivos), el conjunto local metió al Dépor en su campo.
Pero es que el los de Patxi Salinas también mezclaron esas intenciones de juego directo con combinaciones más cortas. Esa capacidad para variar de registro, unida a la mala presión deportivista, llevó el partido hacia el lado vasco. Y es que tal y cómo destacó Borja Jiménez, su equipo fue incapaz de interpretar cómo apretar al rival. Porque una cosa es que primera línea tuviese la pauta de no acosar. Y otra muy diferente es que no fuese capaz de tapar líneas de pase.
El Bilbao Athletic encontró demasiado a Beñat Prados pese a que Soriano y Noel/Quiles, puntas en el 4-4-2 defensivo, eran los encargados de evitar que el mediocampista recibiese. Pero cuando no lo hacía el ‘6’, era otro futbolista locatario el que recibía. Con Álex y Juergen encargados de marcar al hombre que apareciese por su zona, su rival encontró muchas veces la superioridad por dentro.
Un desajuste los dos ‘delanteros’ o un William algo despistado era suficiente. El extremo de lado de balón abandonaba el carril exterior y fijaba a uno de los centrocampistas deportivistas. Y así, un interior aparecía libre. Con Artola y los laterales amenazando al espacio, ni Granero ni Lapeña podían ‘saltar’ a por él. Y el rival empezaba a atacar en zona sensibles.
No fue de extrañar que el Bilbao Athletic tuviese más el balón que el Deportivo. Al menos, en el aspecto positivo, la defensa de área de los blanquiazules fue relativamente buena. Porque pese a la superioridad mostrada, el conjunto vizcaíno tan solo chutó las mismas veces (11), disparó menos entre palos (2 contra 5) y tocó menos balones en el área (10, por los 14 del Dépor).
Demasiado partidos, demasiado atrás
Pese a las dificultades, el Dépor encontró el gol en una de las pocas acciones de juego interior que logró construir. Y entonces, se echó atrás. Con De Vicente en el campo, Borja Jiménez aprovechó para reforzar la última línea defensiva con Álex Bergantiños. Tenía sentido, pues el Bilbao Athletic había convertido a los laterales ya en extremos y tanto Villares como Héctor eran los encargados de perseguirlos. No quiso desguarnecerse el Dépor y el capitán se inscrustó atrás. Pero sin variar su posición en función de la situación. Tampoco provocó su incorporación al eje de la zaga que uno de los tres centrales ‘saltase’ a futbolistas amenazantes entre líneas, que con las bandas ocupadas por Núñez y Goti, cada vez eran más.
Fue la apuesta del Deportivo una línea de tres centrales hasta las últimas consecuencias. Y las consecuencias no fueron buenas. Porque el equipo coruñés se partió. Con Juergen yendo a incomodar la salida de balón junto a Quiles pero el resto del equipo sin acompañar, el Bilbao Athletic rompió demasiado fácil al Dépor. El cuadro blanquiazul, ni fue arriba, ni se quedó atrás en bloque. Hizo una mezcla de ambas y a partir de ahí surgió la sensación real de un equipo demasiado hundido en su área.
Llegó el gol de Malcom y el Dépor pretendió dar un nuevo paso hacia delante. Bergantiños retornó al centro del campo. Pero el Bilbao Athletic siguió encontrando las espaldas a la línea de medios. Era ya un contexto en el que ambos se vieron con opciones de ganar, sí. Y el Deportivo dispuso de ocasiones claras, por supuesto. Pero pagó demasiado su indecisión y dudas a la hora de presionar. Una tendencia demasiado habitual últimamente y que le está haciendo perder la solidez que hace no tanto mostraba. Aunque todo pasa por el balón. Sin él, el Dépor es menos Dépor. Y su esencia se esfuma.