El Deportivo visita este domingo Balaídos para medirse al filial de su eterno rival. Y aunque por nombre el conjunto herculino debería ser siempre favorito, lo cierto es que el potencial del Celta B amenaza la reacción del cuadro blanquiazul. Porque Onésimo dirige a un bloque que poco tiene que ver con el de la ida. Es más sólido atrás y tiene una idea de juego mucho más consolidada. Pero en un equipo ‘B’ conformado por una mezcla de jóvenes talentos formados en A Madroa y captados de fuera, lo que más sobresale es la zona ofensiva.
Llega al encuentro el Celta B sumido en una mala dinámica de resultados. Dos derrotas consecutivas e inesperadas ante Tudelano y Zamora han negado al equipo vigués la posibilidad de asentarse definitivamente en el play-off. El filial acabó cuarto la primera vuelta y ahora todavía es quinto, incluso a pesar de su doble tropiezo. Una muestra del salto de regularidad que había dado en los dos meses anteriores, cuando tan solo su 1-2 ante el Real Unión emborronó una trayectoria inmaculada, con victorias ante Rayo Majadahonda o Unionistas y el sonoro 0-7 en el campo del Sanse.
Destaca el conjunto celeste por su producción ofensiva. Y es que los de Onésimo rozan la primera plaza del Grupo 1 en goles marcados: han hecho 43 sumando los dos ‘ficticios’ ante el Extremadura (1,54 por partido). Pero esta cifra solo superada por el Racing de Santander no se ha debido solo a su puntería, ya que el filial ha generado ocasiones para acumular unos dígitos tan buenos. Y es que el Celta B acumula 1,41 goles esperados (xG) por partido gracias, en parte, a su promedio de 11,84 chuts por cada 90 minutos. Es decir, crea oportunidades y, además, son bastante claras.
Lo hace el equipo vigués a través de su capacidad para dañar en juego combinativo, pero también al espacio. El Celta B es uno de los equipos que más se asocia (409,69 pases por cada 90 minutos), pero no renuncia a envíos largos (49,61). No sobresale en cuanto a pases en profundidad (para progresar dentro del radio de los 20 metros más cercanos a la portería rival), pero sí es bueno su ritmo de circulación (número de pases por minuto de posesión). En definitiva, es el Celta B un equipo de lo más peligroso que el Dépor se podría encontrar a día de hoy con balón.
Sin embargo, este marcado carácter ofensivo hace que la olívica sea una escuadra que conceda. Juega y deja jugar. Quiere ser relativamente agresivo, como demuestra su PPDA (pases permitidos por acción defensiva) de 8,98. No es un equipo débil atrás, pero sí permite ciertas alegrías a sus rivales, que le marcan 1,1 goles por partido (31 en 28), pero sobre todo le generan 1,2 xG por cada 90 minutos. Es este dato uno de los más altos en el Grupo 1. En gran parte, por la incapacidad de ganar tan solo un 60% de los duelos defensivos. Lo arregla, en parte, gracias al buen nivel de Gaizka Campos. En nada se asemeja el meta a la caricatura que fue en Riazor.
Balaídos, el matiz
El Celta B acude al choque como sexto mejor local, aunque jugará en Balaídos, un escenario poco usual. En el estadio del primer equipo cayó ante el Real Unión (1-2), pero se rehizo con una goleada al Bilbao Athletic (4-1). No le viene mal en la teoría un campo con más espacios a los de Onésimo. Pero tampoco al Deportivo.
Con lo que no estará tan contento el conjunto de Borja Jiménez es con las altas del rival. El Celta B recupera a Miguel Rodríguez, una de las puntas de su tridente goleador. Regresa el redondelano, punta muy móvil o zurdo en banda derecha, una vez ha superado la Covid-19. También vuelve tras sanción el mediocentro Àlex Carbonell. Y además, baja con el filial el central zurdo Carlos Domínguez. Su regreso podría hacer que Javi Castro, un zaguero bueno técnicamente pero que sufre en los duelos, actúe como lateral derecho.
Por el costado zurdo estará el coruñés Pampín en el que parece que será su último año vistiendo de celeste. El capitán es una de las referencias de un conjunto en el que también destacan Jordan Holsgrove, Iker Losada o la dupla conformada por el todoterreno Gabri Veiga y el mediapunta Alfon. Entre ambos complementan el trío de goleadores de un Celta B lleno de ‘cachorros’ con garras.