«Y lo bien que nos vendría tener a Max Svensson…«. Es probable que esta frase haya sido una de las más repetidas por numerosos aficionados del Deportivo. Algunos nunca dejaron de echar de menos al joven delantero, pero la añoranza por la energía que aportaba creció hasta el infinito cuando se produjo la lesión de Barbero. Este domingo regresa a Riazor ocupando, precisamente, el hueco que dejó el ahora ariete deportivista que sigue recuperándose de una importante lesión de rodilla.
Corta pero intensa fue la etapa de Svensson en A Coruña. Llegó en el cierre de mercado levantando las sospechas habituales con las que siempre tienen que cargar los jóvenes que compiten por una plaza en la primera plantilla con los canteranos. Sus inicios no fueron fáciles. Apenas utilizado por Borja Jiménez, la llegada de Óscar Cano le abrió las puertas del once para acabar conquistando a técnico, vestuario y aficionados con su entrega.
En enero aterrizó Lucas Pérez y Max Svensson supo asumir su nuevo rol. Pasó de titular a ‘alborotador’, esa bala en la recámara que acabó por arreglar o matar varios encuentros. En total, 29 partidos, 16 de ellos como titular, y cerca de 1.500 minutos en los que marcó 5 goles. Cifras suficientes para que toda la parroquia herculina quisiera repetir. No se dio esa continuidad en verano y muchos se preguntan todavía cuál fue el motivo para dejar escapar a un chico identificado con el club y que había dado un rendimiento aceptable en su temporada de estreno en Primera Federación.
Indiscutible en Osasuna B
En el Espanyol no había hueco para él y jugar en el filial perico era dar un paso atrás, por lo que Svensson decidió cambiar de cantera. Acabó firmando en Osasuna B, donde se ha convertido en un fijo en las alineaciones. Ha sido titular en 11 de las 13 jornadas disputadas, suma dos goles y su poderío es la gran amenaza del Dépor esta jornada.
