Defensa del área, bien fuese en juego ‘abierto’ o en el balón parado. Si a cualquier deportivista le preguntan uno de los déficits de su equipo en estos últimos años, sin duda señalaría la protección de las inmediaciones del portero como uno de ellos. La sensación, más allá de datos regulares, se ve refrendada por dos momentos trágicos: el ‘gatillazo’ ante el Albacete y el abrupto frenazo hacia el ascenso en Castellón. Alberto Jiménez, Jordi Sánchez y David Cubillas fueron las cabezas ejecutores que la hinchada blanquiazul nunca olvidará.
Precisamente para no seguir coleccionando cuadros en la casa del terror, el Deportivo ha tomado nota. Fernando Soriano e Imanol Idiakez reconocieron en su comparecencia que tenían claro qué le había faltado al equipo estos dos últimos años. Incluso apelaron a la altura, a ese poderío sacar rédito de la pizarra en la pelota parada.
Así, una de sus primeras decisiones fue la de echar el resto por Pablo Vázquez. Porque más allá de la necesidad de completar numéricamente la defensa, estaba el perfil con el que hacerlo. Y el valenciano sobresale en algunas de las debilidades del ‘viejo’ Dépor. Pablo Vázquez es el central que vino a tapar carencias.
El exdefensor de Cartagena o Badajoz no es un zaguero alejado del central moderno, pero a la vez, sus cualidades entroncan con los dogmas clásicos del puesto. Es decir, es un futbolista que conjuga un buen trato de balón con su capacidad para defender el área. A esto último le ayuda no solo su ‘carrocería’, sino su concentración e interpretación en cuanto a orientación corporal y referencias en el marcaje.
Así, su complexión robusta le hace ser capaz de imponerse en el duelo aéreo. Un valor al que une su buena técnica de cabeceo tanto en el despeje como, sobre todo, en ataque. Precisamente esa cualidad le hace ser un buen argumento en el balón parado ofensivo y sumar, sí o sí, al menos algún gol cada temporada.
Lo logró la pasada campaña también y eso que fue el curso que menos participó, con 1.436 minutos en Segunda División. Kiko Olivas, Pedro Alcalá y Datkovic le ganaron la partida en un equipo que jugó casi siempre con dos centrales, pero que en algunos momentos empleó incluso tres. Precisamente esa bajada de minutos y rendimiento le hizo no destacar demasiado en cuanto a datos. Aunque no fue óbice para que siguiese manteniendo un buen cartel entre los equipos de la zona baja de la categoría de plata.
Si la defensa de área es su gran fuerte, quizá el debe de Pablo Vázquez está fuera de ella. Porque al defensor de 28 años (cumplirá 29 en octubre) el pasado curso se le vieron las costuras lejos de su portería. El valenciano no fue en Segunda División un zaguero capaz de corregir corriendo hacia atrás. Es decir, la protección del espacio a espaldas de la línea defensiva fue su gran debe por pura ausencia de velocidad punta.
Vázquez mostró dificultades en carrera a campo abierto, pero también en los giros. En general, en su peor año dentro de unos últimos cursos que habían sido excepcionales, se mostró como un defensa incómodo cada vez que tenía que salir de zona, bien fuese para anticipar acompañando al punta, bien fuese cayendo a banda para realizar coberturas a su lateral.
De este modo, no es de extrañar que promedie un número alto de faltas en relación al volumen de acciones defensivas. A pesar de ello, Vázquez no es un jugador muy tarjeteado. El pasado curso vio ‘solo’ 5 amarillas. El problema es que hasta dos veces fueron dobles y supusieron expulsión (contra Las Palmas y el Villarreal B).
Pablo Vázquez, más clarividencia ofensiva
De este modo, resulta evidente que Pablo Vázquez responde a los cánones de central ‘clásico’ en cuanto a habilidades defensivas. Se trata de un central ‘pesado’, muy poderoso y contundente cerca del área pero que el pasado curso en Segunda sufrió cuando se le exigió salir de posición o abarcar mucho campo. Un déficit que puede minimizarse en función del plan colectivo y su previsible aumento de confianza correlacionado con contar con más minutos. Por no hablar de que, sin duda, será mucho menos evidente en una categoría inferior como la Primera Federación.
Pero más allá de lo defensivo, Pablo Vázquez también viene a contribuir al Dépor en lo ofensivo. No solo desde su citada capacidad de amenaza en el balón parado, sino por su habilidad con el balón en el pie, un aspecto clave para cualquier central en el modelo deportivista.
Así, Pablo es un futbolista que no se complica en los balones divididos, pero posee tanto buen control como capacidad de pase. Diestro, puede convivir en los dos perfiles de la defensa aunque se encuentra más cómodo en el lado natural, donde puede sacar a relucir mejor su habilidad para batir líneas con pases progresivos. Porque Vázquez no tiene solo un buen golpeo, sino que le añade a esa habilidad técnica la interpretación para elegir el momento y al compañero receptor exactos en función del posicionamiento del rival.
De este modo, con su pierna derecha el Deportivo completa un ‘roster’ de centrales con una fabulosa capacidad para iniciar el juego. Si a eso se le une su dominio de situaciones que limitaron al equipo en cursos pasados, queda claro que el cuadro coruñés incorpora una pieza que viene a elevar el techo de la plantilla. A priori, el Dépor construye con ‘los Pablos’ una pareja de altísimo nivel en el eje de la zaga.