Si fuese Carlos Rosende también hubiera puesto mis ojos en Rafa de Vicente. Un mediocentro que a sus 28 años llega a Riazor en su punto óptimo de maduración futbolística.
Jugador formado en la cantera del Málaga, era uno de los proyectos con más futuro de la entidad andaluza en una época donde, por necesidad, promocionaron al primer equipo muchos futbolistas de su academia. Nombres que destacaron en la Costa del Sol como Sergi Darder, Samu Castillejo o Samu García. Sin embargo, la mala fortuna se cebó con De Vicente en forma de grave lesión (rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha) a sus 21 años y le impidió progresar hacia el primer equipo malagueño.
Inició entonces un periplo de cesiones en Segunda B, primero en el Real Murcia y después en el Recreativo de Huelva, donde fue de menos a más. Como pimentonero volvió a recuperar confianza y en el Decano empezó a mostrar su mejor versión. Más tarde lo reclutó el Racing de Santander para un ambicioso proyecto con el que ascendieron a Segunda División.
Y de ahí, vuelta al sur, a la otra orilla del río Segura, a la ciudad donde comenzó su carrera de bronce. Al UCAM Murcia llegó como lo que es actualmente, un futbolista de peso en el vestuario y en el campo. Fue de lo más destacado en su primer año de azul y dorado y lo ha vuelto a hacer, como capitán, en su última temporada en La Condomina.
Rafa de Vicente es un metrónomo con botas de fútbol. Un jugador que siempre busca el balón, de los que muestran que no le quema el esférico y al que le gusta controlar los partidos a través del dominio de la pelota. Técnicamente privilegiado, lo que primero llama la atención de su juego es el pase en largo y el posicionamiento sobre el terreno de juego. A estas características ha añadido capacidad de sacrificio y trabajo en los últimos meses. Las lesiones en el UCAM hicieron que asumiera más tareas defensivas de las que estaba acostumbrado y eso le ha permitido crecer todavía más.
A todo ello hay que indicar que posee un gran disparo con las dos piernas y que cada temporada acaba con goles en su casillero estadístico particular. Eso sí, para lucir y destacar necesita estar a gran nivel físico. Su juego lo nota y, por tanto, el equipo también.
Inteligente también fuera del campo, sus inquietudes van más allá a las del balón. Ha seguido estudiando y trabajando en proyectos empresariales personales.
Su llegada al Deportivo de la Coruña es un reto más en su carrera, probablemente el más significativo. Conoce la presión de militar en clubes históricamente importantes a nivel nacional y ese es otro añadido que hace del fichaje de Rafa de Vicente una apuesta segura para el retorno del club al fútbol profesional.
Antonio Gomariz (@parrafolargo)
Periodista en Onda Regional.