Volvió a caer después de siete jornadas invicto. Pero lo hizo mostrando unas carencias que no ha sido capaz de ocultar en esta primera vuelta. El Cultural Leonesa 1-0 Deportivo fue un encuentro que puso, de nuevo, al Dépor frente al espejo. Porque fue un choque en el que el conjunto herculino volvió a enseñar sus costuras, con una disposición defensiva tan agresiva que dejaba el éxito en función de ganar los duelos individuales y, sobre todo, muchos problemas para construir ataques posicionales.
La presión, el mejor mediapunta
Dijo en su día Jurgen Klopp que no hay mejor mediapunta en este fútbol actual que la presión propia. Y la frase se la ha apropiado Imanol Idiakez. Ante equipos propositivos y teniendo en cuenta sus problemas de construcción, el Dépor está basando buena parte de su plan en el contragolpe. Así lo intentó hacer ante el Barça Atlètic y así lo hizo con éxito frente a la Real Sociedad B. El Deportivo prefiere robar y correr antes que crear.
La ocurrencia tiene lógica. Porque nadie podría negar que las ventajas de atacar al contragolpe son más visibles que las de una ofensiva posicional. Sin embargo, si para contragolpear arriesgas en defensa, es importante encontrar un punto exacto de equilibrio en la balanza. Ante la Cultural Leonesa, el Deportivo podía esperar más atrás para intentar robar y correr más metros o ir a buscar arriba a su rival para evitar que se juegue cerca de la portería propia. Imanol Idiakez eligió la segunda opción.
Así, en el Reino de León, el preparador vasco apostó por cambios hombre por hombre. Ante la baja de Jurado, un central como Jaime Sánchez, capaz de mantener esa vocación equilibradora del andaluz. Frente a la ausencia de Diego Villares, un futbolista al que Imanol emplea en el rol de segundo delantero/mediapunta por su trabajo sin balón más que por sus habilidades con él, Rubén López. El canterano es el futbolista más parecido al de Vilalba y su técnico no dudó en tratar de replicar con él las labores de Diego.
De este modo, el Deportivo se estructuró de inicio en fase defensiva en un 4-4-2 situado en bloque muy alto para dificultar la salida desde atrás de la Cultural. El conjunto leonés parece partir de un 4-3-3 canónico que, en ataque, es totalmente asimétrico.
Porque su lateral izquierdo coge altura para situarse alto y en amplitud por ese carril, de un modo similar al extremo derecho. Mientras que su lateral derecho se queda junto a los centrales conformando una línea de tres que transforma la estructura en algo más parecido a un 3-1-4-2. Ante el Dépor, ese puesto de pivote lo ejerció el canterano blanquiazul Bicho, mientras que Martín Solar y Kevin Presa eran los interiores, con Berto González, teórico extremo zurdo, acompañando por dentro a un punta muy móvil como Rodri Escudero.
¿Qué hizo el Deportivo para presionar prácticamente al hombre muy alto? Mientras Lucas Pérez se emparejaba con un central, Rubén López variaba su marca entre ocuparse de un central o tapar al pivote Bicho. Si el joven se sujetaba, eran los extremos Davo o -sobre todo- Yeremay quienes iban a presionar al central más exterior que recibía la pelota.

El Deportivo tenía que ajustar muy bien su acordeón, ya que la prioridad era que Bicho no recibiese libre de marca. Si Rubén López lo abandonaba, era Salva el encargado de acosarle. El plan tenía sentido, pero pronto la Cultural entendió que podía salir aprovechando su superioridad numérica en el centro del campo, con tres medios más dos puntas móviles. ¿Cómo lo hizo? Con los movimientos de Martín Solar apareciendo para recibir fuera, en el carril derecho a espaldas de Yeremay y demasiado lejos de un Balenziaga que, en muchas ocasiones, no podía ‘saltar’ a por él al estar fijado por el extremo Calderón.
La Cultu logró cortocircuitar así la agresiva presión del Dépor en los primeros minutos y el conjunto blanquiazul redobló su apuesta, haciendo que fuese el teórico sostén, Jaime Sánchez, quien acompañase a Solar hasta tan lejos. El riesgo era alto, pero al Deportivo le compensaba porque la Cultu no estaba cómoda. Pero todo pendía de un hilo. Una mala decisión o un duelo perdido equivalían a regalarle al rival una ventaja importante. Y así sucedió cuando el equipo leonés detectó que, si no podía construir desde atrás, debía ser más directo.
De este modo, con un par de envíos directos para aprovechar la situación de 4 para 4 con la que cerraba el Deportivo -con los centrales más altos que los laterales en muchas ocasiones-, el equipo de Raúl Llona metió el miedo en el cuerpo al conjunto blanquiazul. Ataques que no fueron contras pero lo parecieron, ante el enorme latifundio a espaldas de la última línea deportivista.

Lesión de Pablo Martínez, dudas sin pelota, todavía más indecisiones con balón y una Cultural más pragmática, que hacía correr hacia atrás a su rival y ya no le concedía posibles situaciones de contragolpe. Todos esos factores fueron llevando el partido hacia terreno local. Tanto que, en una nueva jugada en la que se acumularon errores en cadena fruto de esa sensación de ir al límite, el equipo local acabó haciendo el Cultural 1-0 Deportivo.
Mala toma de decisión de Davo y peor disputa, error de concepto en la defensa de un uno para uno de París, horroroso duelo dentro del área de Salva Sevilla pese a su teórica ventaja y desatención de Yeremay ante una situación de posible peligro: Cultural 1-0 Deportivo.
La paciencia para ir hundiendo al rival
Le tocaba remar al Deportivo de nuevo. Y le tocaba hacerlo tras una primera parte en la que mostró evidentes problemas en la construcción de juego. Los envíos directos nunca fueron una amenaza real para la Cultu. Mientras, en ataque posicional, el equipo sufría para progresar. Porque o no encontraba a Salva Sevilla o, cuando lo hacía, el ex del Alavés no tenía socios con los que ir tejiendo la ofensiva.

Con Lucas como punta poco participativo, al igual que los extremos, Jaime incapaz de aportar ideas y Rubén López actuando como mediapunta a pesar de no haber desarrollado todavía el don para ubicarse bien entre líneas y jugar de espaldas, el Deportivo no tenía juego interior. Así, solo en contragolpes esporádicos o alguna acción por fuera había logrado generar problemas a su rival.
Claro, con el 1-o la Cultural minimizó todavía más riesgos y recuperó su 4-3-3 más canónico para cerrar con 4 y no arriesgar. Le tocaba construir al Deportivo. Y aunque con problemas, fue encontrando poco a poco la paciencia para ir hundiendo a su rival. Salva -pésimo sin balón, pero de nuevo de lo poco salvable con pelota- empezó a dirigir y el equipo fue acumulando más posesión que verdadero juego.

Mientras, Davo o Yeremay se soltaban para aparecer por dentro para no dejar a Rubén como única referencia. Fue suficiente, sin embargo, para construir con algo más de calma, juntarse en alguna ocasión por fuera con triangulaciones y buenas movilidades y encontrar varias situaciones de gol.
El choque se empezaba a jugar ya solo en terreno culturalista, que no lograba salir. No solo por haberse hundido más, sino por la capacidad del Deportivo para presionar tras pérdida aprovechando que viajaba más junto. Sin alardes, el equipo deportivista iba acumulando situaciones y parecía que el empate estaba cerca, un hecho al que ayudaron las entradas de Mella y Hugo Rama. El primero sumó esa ausente amenaza también al carril diestro. El segundo, empezó a organizar el juego. Y aportó frescura a la zona media, además de nuevas ideas y esa verticalidad que suman sus pases más riesgosos, para bien y para mal.

Del empuje al caos
Entonces, cuando el Deportivo parecía más cerca de empatar que de perder, llegó la última tanda de cambios. La Cultural ajustó con Barri y Kevin Presa como doble pivote, Rodri Escudero por delante y una referencia nata como Guillermo arriba para encontrar salida. Mientras, el Deportivo rompió ese 4-4-2 canónico que le estaba acercando opciones de rascar algo para ser todavía más ofensivo. Y ahí estuvo el mal de Idiakez. Porque acumular más delanteros no tiene por qué equivaler a ser más peligroso.
En vez de potenciar ese plan introduciendo un delantero referencia para rematar centros por un Davo desafortunadísimo, trató de sumar más recursos de ataque retirando a Balenziaga por Barbero. Eso provocaba que Mella se fuese al lateral izquierdo, aunque con balón se situaba bastante alto, con Yeremay ocupando el carril intermedio, en un rol más propio de un interior izquierdo.
Sin embargo, esa posición de Mella le obligaba a defender cada vez que la Cultu tenía el balón. Y si se recuperaba, el santiagués estaba situado muy abajo y, por tanto, muy lejos de poder ser una amenaza directa con sus carreras. A este problema a la hora de querer verticalizar se le sumó el de la salida de balón. Sin los cuatro defensas más los dos medios por delante, el Deportivo volvió a encontrar problemas para progresar en el juego ante un enemigo que salió de la cueva a partir de un bloque medio algo más agresivo.

Los tres que iniciaban -Ximo, Pablo y Jaime- con el mediocentro -Rama- por delante eran, de nuevo, incapaces de encontrar pases hacia delante, también por la incapacidad de sus compañeros para ofrecer soluciones. Y cuando lo hacían, no era de una manera limpia y la jugada acababa muriendo. Las prisas volvían a aparecer y la tensión por verse de nuevo bloqueados en un escenario que el equipo ya creía haber superado en este partido -se llegó a sentir muy asentado en el campo rival- era evidente.
Así, el choque pasó de ser un monólogo deportivista a base de empuje a un caos en el que solo pescaba la Cultural, que contraatacaba y terminaba de desquiciar a un Deportivo al límite. Porque primero lo basó todo en su trabajo sin balón, hasta que las dudas le apagaron la fiereza. Y luego, cuando parecía que encontraba la forma de proponer algo en un escenario que no se le da bien, perdió definitivamente el raciocinio.