Irún huele pulpo por su Real Unión, aunque sabe poco al cefalópodo. Porque el nuevo proyecto del propiedad de la familia Emery está comandando por un entrenador que puso a la capital mundial del octópodo en el mapa futbolístico. Después de impulsar al Arenteiro hacia grandes cotas, Fran Justo trata de reverdecer viejos (viejísimos) laureles en Guipuzkoa, donde antes de celebrar los éxitos de la Real Sociedad tuvieron al equipo irundarra como referente paralelo al donostiarra. De aquello hace ya casi un siglo, pero el Real Unión vuelve a soñar con, al menos, pisar uno de los dos escalones del fútbol profesional que tan lejos le queda ya.
No lo tendrá fácil el conjunto vasco, aunque ha empezado con buen pie. Invicto y casi con pleno de puntos en el Stadium Gal, el bloque entrenado por Fran Justo ha sido capaz de aprovechar su cómodo calendario inicial como locatario para empezar a hacer granero de puntos mientras pule su juego y trata de dar con la tecla a domicilio. Porque el equipo irundarra convive entre dos realidades: es el mejor equipo en casa y uno de los cuatro peores a domicilio.
Sus 13 puntos de 15 posibles se explican desde una cualidad que vale oro y rompe con etiquetas preestablecidas: el Real Unión juega un fútbol ofensivo, basado en la combinación. Es muy alegre y vistoso. Nada del (cada vez menos) típico pelotazo vasco, aunque para esas lides cuenta con un fajador como Antón Escobar en punta. El ariete de Nigrán, con 4 goles, es uno de los indiscutibles que pone ese aroma a pulpo al equipo. No solo por gallego, sino también porque fue uno de los ‘soldados’ de Justo en aquel histórico Arenteiro. Los otros dos futbolistas que el técnico ourensano reclutó ocupan las bandas defensivas: el exfabrilista Víctor Eimil y el andaluz Joseca.
Aunque lo de ‘defensivas’ también es otro de esos prejuicios. Porque en sus laterales, el Real Unión tiene a dos puñales ofensivos que conceden bastante en defensa. Es el peaje de colocar a dos carrileros de su Arenteiro en una línea de cuatro hasta ahora inamovible que resguarda al veterano Irazusta, vieja pesadilla para el Deportivo. Eimil y Joseca son la mejor metáfora de un equipo que genera mucho, pero ofrecen demasiado. Al contrario que lo que uno podría esperar de un equipo vasco y de un bloque liderado por Fran Justo. Fuera etiquetas.
En solo 10 encuentros, el Real Unión ha encajado 14 dianas. De ellas, 6 han llegado desde centro lateral. El equipo de Irún tiene en esas circunstancias un enorme déficit. Y no solo por no ser contundente defendiendo el área (que también), sino porque es un equipo en ocasiones demasiado pasivo incluso cuando defiende en bloque bajo. Muchos han sido los rivales que le han encontrado las cosquillas por dentro y, sobre todo, por fuera.
El Real Unión, mucha producción y una gran arma zurda
En su haber, el factor ofensivo. El Real Unión es un equipo creativo, capaz de generar mucho a partir de diversas situaciones. 15 tantos lo atestiguan. Y eso, sin tirar de pegada, ya que marca lo que genera (1,5 goles por partido y 1,5 xG producidos por partido).
El Unión es bueno al contragolpe, pero también desarrolla fútbol en ataque posicional. Y encima, posee una gran arma zurda en el balón parado: Alain Oyarzun. El extremo vasco es otro de esos futbolistas a los que el deportivismo no olvidará fácilmente, pues fue autor de 2 tantos en la última visita del bloque de Guipuzkoa a Riazor.
Por desgracia para el Dépor, Oyarzun llega en un momento todavía superior a aquel. A pesar de no ser un futbolista ya demasiado veloz, todavía guarda una enorme calidad en su pie izquierdo. Prueba de ello son los 2 goles que ha marcado: falta directa por la escuadra y gol olímpico. A mayores, ha materializado 4 asistencias, también a pelota quita. Precisamente por ello, la cifra de goles del Real Unión surgidos del balón parado se eleva a la media docena. En todos, el mismo denominador común: Oyarzun.
Pero el equipo irundarra es mucho más en ataque que su ’10’. Porque acompañándole por delante de un doble pivote habitualmente conformado por el guerrillero Vidorreta y el fino Rivero se erige Alberto Solís. El mediapunta andaluz, criado en la cantera del Celta, ha empezado con buen pie en Irún tras un año de altibajos en León. Solís acumula ya 3 dianas, pero su fútbol permite que su equipo gane más fluidez entre líneas.
Jugar bien por dentro para poder sorprender también por fuera. Es la fórmula de un Real Unión con aroma a pulpo gallego, pero que se aleja de cualquier tipo de etiqueta para dibujar su propio camino. Ese con el que pretende ganar a otro histórico no tan vetusto del fútbol nacional como el Deportivo, amparado en la fortaleza en su estadio y rezando para que la meteorología permita jugar. Quién lo diría de un equipo de profundas raíces vascas.