Suelen ser pocas las veces en las que la historia recuerda a los derrotados. Debe tratarse de una tragedia extrema, precisamente como la que el Deportivo vivió en 1994 con el penalti de Djukic, para que el que se queda a un paso de la gloria sea recordado al mismo nivel que el que se lo lleva todo. En la historia del título de Liga del 2000, el Zaragoza aparece en los libros sólo como paisaje para ilustrar la locura de Djalminha. Esos segundos en los que el brasileño pasó de héroe a villano, de marcar el 2-1 y recibir la roja que posibilitaría el 2-2. Pero lo que muchos no recuerdan es que ese empate fue de todo menos inocente. O accidental. Porque lo cierto es que el conjunto maño peleó el título hasta el final y es el aspirante olvidado de esa carrera por el título.
Por grandeza histórica y nivel, los focos en esa última jornada se los lleva el Barcelona de Rivaldo, Guardiola, Kluivert y compañía. Pero había un tercer invitado a esa fiesta que acechaba esperando su oportunidad por si los dos actores principales fallaban. El Zaragoza llegó al partido decisivo con opciones de ganar la Liga. Estaba a empatado con los culés y a tres puntos del Dépor, al que le tenían ganado el golaverage particular por su triunfo de la primera vuelta en La Romareda. Necesitaban que los de Van Gaal no ganasen (en el triple empate no tenían opciones), algo que así sucedió, y una derrota blanquiazul. El tempranero gol de Donato destrozó las pocas esperanzas que pudiera tener el equipo dirigido por Txetxu Rojo, que acabó incluso perdiendo la tercera plaza tras caer ante el Valencia, que lo superó en la clasificación.
El Zaragoza de Milosevic y los lazos deportivistas
No era ni mucho menos un mal equipo aquel Zaragoza, que al igual que el Deportivo también firmó alguna gesta que sacó los colores a los grandes. Ese mismo año goleó al Madrid en el Bernabéu por 1-5. Estaba liderado por un Milosevic que hizo 21 goles (uno menos que Makaay) antes de que el Parma pusiera los millones para llevárselo a la Serie A. Pero, curiosamente, también era un Zaragoza con lazos deportivistas. Del pasado, como los de Paco Jémez y Marcos Vales, pero también futuros, ya que formaban parte de esa plantilla Juanmi y el ‘Toro’ Acuña. Al año siguiente, el conjunto maño le ganaría la Copa del Rey al Celta.