Durante el verano, y ya entrada la temporada, tanto Carmelo del Pozo como Natxo González insistieron hasta la saciedad en que el Deportivo debía ser camaleónico. Saber adaptarse a las piedras que la Segunda División coloca en el camino del ascenso eran retos que se habían ido superando hasta este último bache que empezaba a alargarse demasiado. El conjunto blanquiazul se sobrepuso con un triunfo ante el Albacete que significa algo más que tres puntos.
La forma en la que se logró abre un nuevo abanico de opciones para un grupo que ya ha demostrado dominar diferentes registros en lo que va de Liga. Y ese es el gran mérito del técnico. Quiso construir primero una maquinaria que controlara los partidos a través de la posesión, para más tarde mutar a una versión más efectiva y contragolpeadora. Siempre partiendo del rombo, siempre logrando victorias. Las dudas lo han obligado ahora a cambiar el dibujo y apoyarse más en el talento individual que en el juego colectivo, pero ahí también ha demostrado mano izquierda y liderazgo para saber escuchar a sus jugadores.
Porque los primeros minutos ante el cuadro manchego no fueron los de un equipo que lleva tres partidos sin ganar ni marcar. El Dépor salió al césped con la confianza de haber encontrado la solución a sus problemas. Más juego de cara para sus hombres desequilibrantes, con Cartabia y Valle generando continuos problemas a la defensa visitante, estirándola a lo ancho hasta que se le vieron las costuras. Entre ellas se colaron Vicente Gómez y, sobre todo, un omnipresente Edu Expósito que supo interpretar a la perfección dónde estaban los espacios.
Sin embargo se notó falta de confianza para asociarse más por dentro. Todo era más fácil en el exterior y al ritmo que marcaba Fede. El argentino por fin mostró su versión más determinante, esa que está por encima de la categoría, y lo hizo sin prisas, dejando que el juego viniese a él y cogiendo todo lo que la defensa le daba. Regates, asistencias… y un golazo de falta para abrir el marcador.
El Albacete, uno de los mejores ataques de la categoría, apenas disparó una vez entre los tres palos
No hubo siesta esta vez, sólo una pequeña fase de nervios que Domingos y Duarte mitigaron enseguida. Su mejor versión regresó cuando el equipo pudo presionar en campo rival y ahogar cualquier intento del Albacete de jugar el balón. Uno de los mejores ataques de la categoría apenas disparó una vez entre los tres palos. Y lo mejor de este nuevo esquema es que mantiene la importancia que ya se habían ganado los laterales. A David Simón le faltó precisión, pero se entendió bien con Cartabia. Igual de buena fue la conexión entre Caballo y Borja Valle, que generó el segundo gol tras una inteligente maniobra del salmantino y una definición plena de potencia del berciano.
No todo se explica desde el cambio de sistema, porque esta vez el Deportivo sí movió el balón con intención y velocidad, pero Natxo parece haber encontrado la respuesta al último acertijo que le ha puesto la competición justo cuando más lo necesitaba. Y si los rivales tardaron una vuelta en aprender a contrarrestar su primer truco, el panorama para la mitad final del curso es alentador viendo que ha confeccionado otro traje a medida para lucir siempre que sea necesario.