El Deportivo ha perdido la memoria. Los jugadores son incapaces de reconocerse a sí mismos, como incapaces somos los que vimos el partido ante el Almería de encontrar alguna similitud con el equipo que engullía rivales a principios de temporada. Van de blanquiazul. Y ya. Al igual que si de una versión futbolística de ‘Space Jam’ se tratase, alguien parece haberle robado a los Pablo Marí, Vicente Gómez y compañía la habilidad para hacer algo tan simple como entregarle bien el balón a un compañero.
Se han olvidado de todo, incluso de disfrutar sobre el césped. El miedo se le ve en las caras desde el primer minuto, el tiempo que le lleva a un rival coger la pelota en el centro del campo y con un simple control orientado plantarse en la frontal de Dani Giménez para enviar el balón al palo. Nadie confía en nadie y la mejor prueba es el encuentro de Pedro Sánchez. El alicantino acampó constantemente a la espalda de Eteki y De La Hoz, se pasó los minutos pidiéndola, gesticulando, con el único resultado de ver cómo sus compañeros lo ignoraban. Nadie se atrevía a meter un balón dentro. El primer instinto cuando estás asustado es buscar la seguridad y en este caso estaba en la apertura simple a los laterales o el pase atrás.
Esa pérdida de fe se ha trasladado también al banquillo, donde Natxo González ya no confía en que sus jugadores sean capaces de llevar el peso de un partido. Probablemente no le falte razón. Por ello accedió a ir al duelo con las armas del Almería en lugar de tratar de imponer las suyas. Simplificar el plan, al fin y al cabo, para no obligar a un equipo timorato a salir jugando desde atrás ante la asfixiante presión rival. No funcionó. Valle estuvo ausente, Santos no le ganó un duelo a los centrales y Fede, el único que lo intentó, sigue a años luz de su mejor versión.
El paso de los minutos no hizo más que ahondar en la herida deportivista, castigada por las rápidas transiciones andaluzas y que pudo ser más profunda sin la aparición de Dani, al que a estas alturas ya se puede etiquetar como el jugador más importante de lo que va de curso. Resolvió un mano a mano con Corpas antes de que Natxo tirara de desesperación recomponiendo todo el equipo con un cambio. La entrada de Vítor Silva por Saúl tampoco fue la respuesta para un equipo al que ahora mismo sólo lo puede salvar un resultado, porque mientras que no llegue, la ansiedad le impedirá recordar cómo se jugaba a esto.