Si alguien necesitaba un triunfo como el que el Deportivo consiguió este domingo ante el Pontevedra, ese era Rubén de la Barrera. Tras seis encuentros en el banquillo blanquiazul, el técnico coruñés no sólo no había logrado cambiar la imagen del equipo, sino que los resultados habían empeorado notablemente. Apenas había rastro de su mano, más allá de pinceladas discontinuas. Pero cuando el equipo, y el club, más lo necesitaban, se sacó de la chistera una victoria de autor.
Curiosamente, el día más brillante de De la Barrera hasta al fecha en el Dépor no lo fue por su aportación ofensiva ni por por el juego del equipo con la pelota. Lo fue por la elaboración de un planteamiento inaccesible para un Luisito al que siempre tuvo dos movimientos por detrás. El partido del conjunto herculino a nivel defensivo fue impecable en todo su conjunto. El Pontevedra estaba fallando mucho en las últimas jornadas, pero este domingo ni siquiera tuvo la posibilidad de fallar.

Sorprendió el técnico blanquiazul en la alineación con los nombres, pero lo hizo todavía más con la disposición táctica. Con un cemento de élite como Álex Bergantiños, la idea era plantear un esquema fluido que pasase del 5-2-3 en defensa al 4-3-3 en ataque. El capitán era la pieza clave que alternaba entre el eje de la zaga y el mediocentro, aunque el tempranero gol de Keko lo hizo actuar prácticamente todo el partido como central.
El plan empezaba muchos metros más adelante. Con un trabajo espectacular de cinco jugadores a los que, probablemente, nadie elegiría para proteger su portería. La línea de tres formada por Galán, Miku y Keko, con la ayuda de Villares y Raí a su espalda, hicieron de toda la zona ancha del Pontevedra zona restringida. Fueron capaces de partir al conjunto granate y poner tierra de por medio entre defensas y delanteros, que se pasaron el partido recibiendo de espaldas a portería con Derik, Álex y Granero siempre encima.

A la espera de encontrar la calma con la pelota
Si se puede poner una pega al partido del Deportivo estaría en la fase ofensiva. La presencia de Keko en la banda derecha, además de su gol decisivo, volvió a inclinar el campo hacia su costado. El madrileño no sólo da profundidad, sino que siempre encuentra la forma de que la jugada siga viva. Esa calma es la que le falta a veces al resto del equipo, que no fue capaz de sentenciar en el segundo tiempo pese a que el Pontevedra se volcó. Una asignatura pendiente que debe resolver De la Barrera, el primero en saber que incluso un plan perfecto puede no ser suficiente. Ese hubiera sido el caso sin la parada salvadora de Lucho García sobre la bocina.