Condenados a entenderse y, a la vez, empeñados en distanciarse. Rubén de la Barrera y el Deportivo parecían ser la pareja perfecta. La unión ideal. A cambio de la oportunidad para ser profeta en su tierra, la obtención de un técnico que es garantía de éxito en la categoría. Y a mayores, con la capacidad para guiar espiritualmente al deportivismo, al reconocerse el propio entrenador como uno más de ese ente. Pero no. La cosa ha vuelto a acabar mal. De la misma manera que hace dos temporadas.
En aquel 2021, después de aprovechar un momento de crisis para encontrarse por fin, el corto matrimonio acabó en separación. Rubén de la Barrera pidió confianza máxima en él, la entidad blanquiazul no tuvo prisa por dársela y el preparador empezó a escuchar a otras ‘sirenas’. Ese movimiento, concretamente con un interés de Las Palmas de fondo, no gustó al club, que acabó rompiendo el diálogo y, por ende, cualquier posibilidad de renovar los votos matrimoniales.
La controvertida decisión acabó en un cruce de reproches no demasiado altisonantes, pero ilustrativos. Y ambas partes tuvieron que buscarse la vida sin el otro. Mientras el Deportivo trabajaba en encontrar una pareja que se pareciese a Rubén, el propio De la Barrera acababa cayendo en los brazos de un Albacete con las mismas aspiraciones vitales que el que había sido su compañero en los últimos meses.
Y claro, A Coruña no es Madrid. En la ciudad herculina sí es posible encontrarte con tu ex, . Tanto es así que el destino les tenía preparado el reencuentro más trágico y, a la vez, grandioso posible: en el día más grande del año y en un Riazor que había sido su nido de amor en el pasado reciente.
Un escenario especial para todos en el que solo uno podía triunfar. Ascender o la nada. Lo logró el técnico. Pero desde el momento en el que lo consiguió, demostró que su felicidad era mucho menos pura que de haberlo logrado de la mano de la pareja blanquiazul. Donde hubo fuego siempre quedan cenizas. Algo que, unido a los constantes reproches que había tenido que escuchar a lo largo del curso en Albacete, le hizo apenas celebrar el magnífico éxito y coger la puerta de salida, cuando lo fácil hubiese sido quedarse en la ‘zona de confort’. Esperando a que la relación se arreglase por sí sola tras el momento de pasión.
Quizá ese «perdón por haberte hecho daño» en un momento tan trágico fue el primer paso para la reconciliación. Porque lo cierto es que un año después de su último encuentro, cuando no habían ni pasado dos de su ruptura, llegó la reconciliación. El Deportivo, desesperado tras no encontrar la felicidad con dos parejas, le pidió una cita a Rubén. Y Rubén, después de hacerse de rogar y exigir unos mínimos en forma de su propio cuerpo técnico y una garantía matrimonial superior a los dos meses, acabó aceptando la reconciliación.
Rubén de la Barrera-Deportivo, otra separación ‘exprés’
Parecía que sí. Que esta vez sí. Que las dos partes habían aprendido a entenderse. A quererse. Pero una vez más, el amor no ha sido suficiente. Menos de un meses después del regreso, en el primer momento de incertidumbre, todo ha vuelto a saltar por los aires en un divorcio que es un absoluto déjà vu para Rubén de la Barrera en el Deportivo. Incluso a pesar de que el matrimonio estaba sellado al menos hasta 2024.
Porque el fondo de la problemática, al fin y al cabo, es el mismo. Rubén exige garantías para que el matrimonio sea estable y el Deportivo entiende que no está en disposición de exigir tanto. Tan simple como eso. Aunque parecía que tras su órdago del domingo todo iba encauzado con los primeros cambios en el área deportiva, no ha sido así. Ni mucho menos.
El amor no lo puede todo y rápidamente puede transformarse en odio -metafórico-. A falta de conocer qué sienten los implicados, quizá es que Rubén y el Deportivo, simplemente, no saben quererse. Aunque a ojos de gran parte del deportivismo, en este momento, formasen el matrimonio ideal al que agarrarse para seguir creyendo en que el cuento puede acabar, algún día, con final feliz.