«Soy como el aire que va a toda velocidad
Solo estoy yo y mi caminar Soy como el cielo que revienta de repente Una explosión, una bomba nuclear»
El Dépor fue libre para volar. Y entonces, la marejadilla habitual se convirtió en tsunami. Esta vez no sucedió en Albacete, Cartagena o Cádiz, sino a orillas de la playa de Riazor, donde el equipo herculino dibujó la tormenta perfecta: Deportivo 5-1 Castellón. Ni siquiera el golpe inicial del rival le tumbó. Porque el cuadro deportivista tenía muy claro cómo contrarrestar el extremo plan del enemigo. De hecho, sabía que si jugaba bien sus cartas, tendría mucho ganado. Y así fue.
Igualo y subo la apuesta
Gilsanz habló en la previa del partido de que aguardaba un choque con un elevado número de intercambio de golpes y no se equivocó. El técnico betanceiro tenía claro qué Castellón se iba a encontrar, pero no escondió sus cartas en esa intervención, que a la postre fue una declaración de intenciones de cara a sus pupilos. Porque el Dépor tenía dos opciones: o ir a tumba abierta o guardar la ropa, esperando algo más cobijado a costa de defender más cerca de su área para exponerse menos y salir directamente al contragolpe. No solo eligió la primera opción para igualar el atrevimiento de Schreuder, sino que subió la apuesta.
¿Que tú me vienes a buscar y emparejas con marcas individuales prácticamente a todo el campo? Yo también. Así, el Deportivo-Castellón se convirtió en un duelo de duelos, en el que las batallas individuales se convirtieron en el principal elemento para desequilibrar la táctica colectiva. Y ahí ganó el Dépor. Lo hizo, evidentemente, en ataque. Pero también sobresalió en defensa, con victorias en muchas disputas para comenzar a llevar el choque a su terreno.
Así, con su bloque elevado y agresivo mataba dos pájaros de un tiro: impedía construir al cuadro orellut desde atrás y le forzaba a jugar directo sobre atacantes que no son especialistas en duelos. Con bajas importantes y sin arietes natos como De Miguel o Flakus Bosilj, pero también con la importante ausencia de Raúl Hernández, el Castellón partía con un mediapunta como Douglas Aurelio jugando de ‘9’, con otro mediapunta como Suero cerca y dos extremos veloces pero poco ganadores en balones divididos como Cipenga y Mamah.
Era una oportunidad para imponerse y el equipo deportivista fue capaz de ejecutar su plan defensivo a la perfección para desnaturalizar al Castellón. Lo hizo a partir de ese press alto en el que Barbero, Mella y Yeremay se emparejaron con los tres defensores visitantes, mientras Villares y Soriano se ocupaban del doble pivote enemigo. Mientras, Mfulu se incrustaba como quinto defensor para dotar de red de seguridad la última línea del Dépor y, así, permitir los saltos hacia delante para perseguir de los laterales o de los Pablos.
De este modo, Gilsanz planteó casi de manera sistemática un 9 para 9 o un 10 para 10, con Mfulu partiendo como ‘libre’ en la línea defensiva para no conceder de inicio la igualdad numérica en el dique final. Si algún defensor saltaba de zona para perseguir, el riesgo era altísimo.
Si el Dépor se quedaba con cinco atrás a costa de liberar a algún rival, también. Sin embargo, como el envío hacia él tenía que ser a través de un golpeo directo, el cuadro deportivista se permitía esa licencia, sabedor de que en el tiempo en el que la pelota surcaba el aire, Villares y el resto tenían tiempo para retornar e incomodar o ganar la segunda jugada. Mientras, ese envío en largo también permitía al futbolista de la última línea que estuviese sin marca poder salir a disputar el duelo.
El Deportivo fue capaz no solo de ganar en muchos de esos envíos directos de Crettaz o los defensores blanquinegros, sino también de cazar segundos balones para incomodar al Castellón, que hasta que el partido estuvo resuelto, logró hacer daño casi únicamente desde el contragolpe, como en la acción del 0-1.
Un mediapunta y un lateral como organizadores
El Deportivo empezó a decantar el choque a su favor desde su notable concentración y agresividad defensivas. Pero lo reventó gracias a lo que pudo hacer con pelota. Frente a un Castellón que iría a buscar al Dépor muy arriba emparejando marcas uno para uno, el equipo deportivista basó su ataque no en lo que dictaminaban sus dos mediocentros, sino en el orden establecido por su lateral izquierdo y por su mediapunta.
Porque sí, Escudero y Soriano fueron los futbolistas encargados de aparecer en el carril central para dar salida al equipo desde atrás. Bien ejerciendo como receptores para dirigir, bien actuando como señuelos. Los organizadores sin ejercer, teóricamente, como pivotes.
De base, el Castellón formaba con algo parecido a un 3-4-1-2 en el que Suero y Douglas se encargaban de los dos centrales, mientras que Pastor ‘saltaba’ a por Mfulu y apretaba a Helton si el Dépor se apoyaba sobre su portero. Con Villares y Soriano ejerciendo de interiores, Moyita y Van de Belt se encargaban de ellos, mientras que los carrileros (más bien extremos) Cipenga y Mamah perseguían a Ximo y Escudero. Atrás, Salva Ruiz, Chirino y Vertrouwd se emparejaban en un tres para tres a Yeremay, Barbero y Mella.
Los duelos individuales estaban muy marcados, por lo que el Dépor tenía dos cosas claras. La primera, que si había movilidades complementarias podía generar desequilibrios ante el agresivo pressing al hombre del Castellón. La segunda, que jugar directo sobre los tres atacantes suponía construir, casi de la nada, un tres para tres peligrosísimo. Y así, basándose en esas dos premisas, empezó a construir su victoria.
Clave en la primera de ellas fueron las apariciones de Mario Soriano y Escudero. El madrileño, descendiendo en muchas ocasiones a pedir el balón mientras era Villares quien, por el otro lado, se alejaba de su radio de acción lateralizándose o estirando. El vallisoletano, liberando el pasillo exterior para ubicarse en el carril central y ejercer como posible receptor por dentro.
Así, con sus movimientos, tanto Soriano como Escudero hacían dudar a Van de Belt y Mamah. El primero de ellos ejercía como mediocentro más posicional y era quien más reparos tenía en abandonar su zona para evitar dejar en un tres para tres tan claro a los defensas. Si no seguía a Mario, el ‘Joker’ estaba solo. Si lo hacía, la oportunidad de jugar directo era evidente.
Mientras, la movilidad fuera-dentro de Escudero cortocircuitaba a Mamah, que no terminaba de entender cómo marcar al lateral deportivista sin abandonar del todo la banda. Al igual que en el caso de Van de Belt-Soriano, si el extremo se iba con Escudero, el Dépor podía encontrar una línea de pase muy obvia a los apoyos de Yeremay. El canario tanto retrocedía a ser ese necesario enlace para acelerar el ataque desde sus giros y conducciones (así provocó la falta del 1-1), como picaba al espacio. Y fuese de una u otra forma, obligaba a recorrer enormes distancias a Salva Ruiz.
En el espacio está la clave
De este modo, un Deportivo tremendamente vigoroso e inteligente en las movilidades fue capaz de construir espacios en todas las zonas del campo. Para iniciar el juego, en la zona de construcción con Soriano y Escudero y, sobre todo, en el área de finalización. En este último tercio ya existían per se, pues el Castellón tiraba la línea muy arriba. Pero el cuadro deportivista fue capaz de atacar una y otra vez la espalda de la defensa visitante. Y una y otra vez ganó.
Bien fuese a través de generar atracciones previas con Soriano y Escudero, bien fuese a partir del juego directo desde muy atrás, el cuadro deportivista logró encontrar esas situaciones de tres para tres. Fueron habituales tanto las disputas de Barbero cuerpo a cuerpo como las carreras de los tres, convirtiendo cada esférico entre la última línea y Crettaz en una pesadilla para su rival, perdedor de duelos al espacio y en la fricción.
Así se gestaron el 3-1 de Villares o el penalti sobre Yeremay que acabó en el Deportivo 5-1 Castellón. Pero así también llegaron muchas otras ocasiones de un Dépor que, además, era capaz de acompañar ese juego directo con la llegada de segunda línea del citado Villares o Ximo.
Pero es que además, a ese juego directo posicional el equipo unió una enorme capacidad de amenazar al contragolpe. Lo hizo sobre todo gracias a un Mella que es, por sí mismo, un sistema ofensivo gracias a esa capacidad para estirar al equipo desde muy abajo. Porque no, con el santiagués en el verde, el Deportivo no necesita robar en campo contrario para amenazar. Puede convertir una recuperación en área propia en una ocasión.
La capacidad contragolpeadora de Mella fue el factor que ayudó a terminar de desequilibrar el choque y demostró en parte por qué el Dépor sufrió tanto ante el Zaragoza. Carrera desde el más allá y 2-1. Sprint arrancando prácticamente en Pabellón y centro para el remate de Barbero y colocar el 4-1. Porque con espacios, el Deportivo de Mella y Yeremay es como el aire que revienta contra el mar. Una explosión de euforia y libertad.