El Fuenlabrada 0-3 Deportivo fue la confirmación de la evolución. Porque el conjunto coruñés, antes frágil, se ha convertido con el paso de las jornadas en un conjunto mucho más solvente. Los pupilos de Óscar Cano supieron cómo jugar un encuentro que se presentaba áspero por las características del Fuenlabrada. Y amparados en su talento y en una dosis de fortuna, sacaron adelante otro encuentro a domicilio que les devuelve a puestos de playoff de ascenso.
Mantener la idea
Se enfrentaba el Dépor a un equipo que arriesga poco en defensa y en ataque. Porque el Fuenlabrada no destaca por presionar alto, ni tampoco por juntar pases en iniciación. Ante un equipo así, el Deportivo no varió sus líneas maestras: trató de combinar desde atrás siempre que pudo juntando a muchas piezas, priorizó no descomponerse y apostó por una pressing relativamente alto, pero no demasiado agresivo. Es decir, mantuvo su idea.
Clave para esto fue la apuesta por la continuidad. De no ser por el cambio en la portería, Óscar Cano hubiese repetido el once que firmó un partido más que notable ante la Cultural Leonesa. Aunque en esta ocasión, apostó por iniciar el juego con cuatro futbolistas: con los centrales relativamente cerrados, fueron Rubén Díez e Isi Gómez, los volantes, quienes redujeron su altura hasta alinearse con Lapeña y Jaime. Mientras, Olabe estaba posicionado en el centro y unos metros por delante, pero sin participar en la cadena.

¿Qué buscaba el Deportivo con esto? Pues, como siempre, atraer al rival y generar espacios entre líneas. Pero en este caso, sobre todo, encontrar una salida más limpia por fuera sin necesidad de separar tanto sus piezas.
Porque el Fuenlabrada es un equipo estructurado en un 4-4-2 canónico que pretende ser bastante estrecho para juntar gente por dentro. Colocando a cuatro jugadores en la primera línea de salida, el Deportivo encontraba los espacios por fuera para progresar combinando al interior, al extremo y al lateral de esa zona en distintas alturas y carriles.
Le faltó, sin embargo, al equipo coruñés algo de ritmo en la circulación y de soluciones en cuanto a efectivos por delante del balón para generar más situaciones claras y asentarse en el campo contrario. No tuvo demasiada continuidad un equipo herculino, salvo cuando Soriano se soltó y empezó a aparecer más entre líneas para también percutir por el carril central. No fue constante el madrileño, pero sí aportó soluciones de calidad para ayudar al Deportivo a atacar.

De hecho, a partir de una recepción suya al costado de Diame surgió el 0-1, con la dosis de fortuna necesaria para que un mal pase acabase en los pies de Quiles tras no cortar bien el mediocentro, que después tocó lo justo el chut del andaluz para que adquiriese una parábola imposible. Fue la llave para el Fuenlabrada 0-3 Deportivo final.
Girar al lado débil, sinónimo de profundidad
El Dépor pudo controlar relativamente bien lo que sucedía en el partido a partir de esa estructura y patrones de inicio y construcción, que le permitían además estar bien protegidos para unas pérdidas que apenas se produjeron. Sin embargo, al equipo coruñés le faltaba algo de vértigo. Y esa aceleración llegó cuando el cuadro herculino logró bascular mucho al Fuenlabrada para, posteriormente, girar el juego al lado contrario.
El Deportivo buscó finalizar jugadas atacando al carril débil. Es decir, al que menos densidad de jugadores acumulaba. Y ese fue, casi siempre, el derecho. Con Soriano más pendiente de la construcción que Quiles, Carnero con menos altura y capacidad para llegar que Antoñito y la movilidad de Isi, el equipo de Cano se sintió más cómodo empezando sus ataques por la izquierda.

Eso, unido a la siempre correcta ubicación de Rubén Díez para aparecer de apoyo sostén y cambiar el frente de ataque, ayudó a que el método más peligroso para generar peligro en el primer tiempo fuesen las incorporaciones de Antoñito. Solo en el primer tiempo, el zaguero derecho colocó 5 balones en el área. 2 de ellos acabaron en remate.
Es decir, el Deportivo no podía atacar con más facilidad buscando hombres de líneas posteriores. Pero con esas pautas, sí era capaz de jugar más rápido hacia el carril contrario para sorprender. Y al fin y al cabo, de eso se trata.

Mientras, en la segunda mitad y ya con superioridad numérica, el Dépor redobló su apuesta por el lado débil. El equipo se juntó todavía más en el carril izquierdo para dejar muy abierto a Antoñito y, en ocasiones, a Quiles a la vez.
El bloque herculino no aprovechó esas situaciones para matar el partido desde su ataque posicional. Pero sí supo encontrar rápidamente la profundidad en el lado opuesto con los movimientos verticales de Quiles tras recuperación. El segundo y el tercer tanto del onubense fueron muy parecidos. Y no por azar. Porque la pauta tras robo era clara: mirar al carril contrario y buscar al hombre que debía activarse al espacio. El Deportivo volvió a aliarse con el contragolpe.

Un Fuenlabrada 0-3 Deportivo basado en la defensa
Precisamente esos contragolpes llegaron a partir de buenas defensas. El Dépor supo tener mucha paciencia y cierta verticalidad en su juego de ataque cuando tocaba. Pero basó su triunfo en una gran capacidad para no perder nunca el control del choque. No es el Fuenlabrada un conjunto deseoso de dotar de ritmo alto a los partidos y eso ayudó a los visitantes. Pero en el haber blanquiazul está su aplicación a la hora de no romperse en transición defensiva.
Porque como decimos, el equipo priorizó mantener una buena estructura sólida por detrás del balón para no sufrir en las pérdidas. Eso le dificultó algo más el encontrar efectivos por delante para hilar sus ataques -aunque le ayudó a encontrar el lado opuesto más fácil, como ya se ha señalado-. Pero le permitió manejar todos y cada uno de los contraataques de su rival y así acercarse al marcador final de Fuenlabrada 0-3 Deportivo.

Así, en caso de no hilar bien su asociación, el conjunto de Cano siempre tenía por detrás de balón al menos a cuatro jugadores de campo: a los dos centrales, a un lateral, a Roberto Olabe e incluso a uno o dos interiores. Un conjunto de hombres que ahogaban las transiciones locales desde la temporización para acumular gente en torno al balón y, a la vez, controlar las líneas de pase.
Pero si la transición defensiva fue, un día más, fantástica, también fue óptima la defensa posicional. Porque la buena predisposición para disputar los balones directos fue decisiva, más allá de algunas recepciones exteriores de Salvador que el cuadro coruñés no logró detectar.

A ese buen nivel general contribuyó una presión en 4-4-2 o 4-2-3-1 en bloque medio-alto que, simplemente, buscaba incomodar a los lanzadores del Fuenla. Aunque si los deportivistas detectaban un situación de posible robo, eran agresivos. Así se generó la primera y decisiva amarilla a Diame, a partir de una buena presión de Soriano ante la recepción de espaldas del medio local. Y así se generó la interceptación del 0-2, gracias a un Svensson que le robó la cartera en la conducción a Juanma.
De este modo, haciendo un partido correcto en ataque y siendo muy sólido sin balón para minimizar las virtudes de un equipo que únicamente destaca por el juego directo y el contragolpe, el cuadro herculino se llevó un Fuenlabrada 0-3 Deportivo del Fernando Torres que le reafirma. Fueron tres puntos logrados desde la solvencia en todas las facetas, algo que demuestra el crecimiento del bloque y que parece fundamental en la primera etapa del ‘Tourmalet’ previo a las Navidades.