El Talavera 0-1 Deportivo no solo fue el regreso a la senda del triunfo a domicilio del equipo herculino. Porque en un encuentro con dos partes muy diferenciadas, el Dépor mostró un carácter adaptativo para sumar tres puntos trascendentales. El conjunto dirigido por Óscar Cano fue brillante en un primer tiempo en el que gestó su victoria. Y en una segunda mitad en la que dio un paso atrás y fue incapaz de tener el balón o contraatacar con peligro, supo defender su renta.
Atrevimiento
El Dépor desnaturalizó durante el primer acto a un rival con una gran dinámica en su casa. El Talavera maneja unas virtudes similares a las del cuadro coruñés, pues es un equipo que no espera atrás a su rival y quiere tener el balón para ser protagonista y atacar desde la asociación. Eso lo sabía bien un Deportivo que saltó a El Prado con un planteamiento muy atrevido: juntar pases en el inicio de juego para atraer al rival y así encontrar espacios y, sin balón, ser agresivo en la presión.
Como gran novedad, Óscar Cano dio un nuevo giro de tuerca a sus planteamientos habituales y apostó por una estructura inicial de 5-2-3, en la que Roberto Olabe ejercía como tercer central o pivote muy próximo a los centrales en un rol que Álex Bergantiños ya ejerció a principios de este curso y durante la temporada pasada con Borja Jiménez.
La posición del vasco entre centrales permitió al Deportivo encontrar esa primera superioridad numérica sobre la que construir sus ataques. Unos ataques que el conjunto blanquiazul (de verde en El Prado) intentaba gestar a base de juntarse mucho cerca de la portería de Mackay para que el Talavera fuese muy arriba a buscarle y encontrar al hombre libre.
Porque sí, como se esperaba, el Talavera presionó y mucho. Su 4-1-4-1 se transformaba en fase defensiva en 4-4-2, con el interior Zanelli ejerciendo como segundo punta en el press junto a Buenacasa. Ahí el Dépor ganaba en número. Y encima, no dudaba en apoyarse en Mackay como uno más. Mientras, Rubén Díez y Villares también se ubicaban cerca de sus centrales para separar a Lassina y Reguera, los dos mediocentros locales, de la defensa. Eran seis los futbolistas locales que el Dépor lograba alejar de la portería de Biel Ribas. Y así, generaba espacios para las recepciones al apoyo de Mario Soriano, Lucas Pérez y Quiles.
De este modo, el Deportivo era descarado. Pero ese atrevimiento le permitía encontrar casi siempre al hombre libre, bien estuviese este por fuera, con unos carrileros que daban amplitud pero no estaban excesivamente altos para ser soluciones de pase, o a espaldas de esa línea de presión con los citados movimientos de los tres teóricos atacantes.
El conjunto de Cano superaba la presión alta del Talavera en la zona de iniciación. Pero también encontraba las ventajas con el rival algo más replegado gracias a la movilidad de su trío ofensivo, que aparecía por espacios interiores para recibir casi siempre a los costados de un Lassina Sangaré que ejercía como único pivote del 4-1-4-1. El conjunto locatario no terminaba de juntarse ni llegaba a apretar al poseedor deportivista, que podía filtrar pases por dentro, donde el Dépor juntaba piezas para asociarse y generar peligro.
Así, el bloque visitante encontró el dinamismo. Jugó suelto, cocinó sus ataques por dentro y encontró también a los carrileros con soltura por fuera en una primera media hora muy buena con balón que redondeó gracias a su trabajo sin pelota y a su activación en las transiciones.
Presión alta sí, pero con matices
El Talavera 0-1 Deportivo no se explicó solo a partir del buen nivel del equipo foráneo con balón. Porque todas las fases del fútbol son dependientes. Y clave para ver un Dépor tan cómodo en El Prado durante la primera mitad fue su trabajo sin balón. El equipo coruñés no varió un ápice su estructura ofensiva, pues ese 5-3-2 le permitía presionar también como quería.
Así, ante un rival que no rifaba balones hacia su línea más ofensiva sino que trataba de salir con el balón jugado, el cuadro deportivista planteó un bloque defensivo alto, aunque permitiendo jugar al meta Biel Ribas. El Dépor quería que él decidiese qué hacer para, a partir de ese primer pase, agobiar. Y el plan le salió de maravilla.
Porque con Quiles y Soriano cerrados a la espera de que el portero conectase con los centrales para inquietarles, Lucas controlando al centrocampista que bajase más a recibir y el binomio Rubén Díez-Villares marcando al hombre a los otros dos medios restantes, solo había dos soluciones para no jugar directo: arriesgar un pase dentro o jugar hacia los laterales Parra y Brau. Hacia ellos provocaba los pases el Deportivo para ‘saltar’ con sus carrileros.
Así, con esa presión alta y agresiva con matices, el Dépor robó o ensució el inicio de juego del Talavera casi de manera constante. Una presión que permitía la ubicación de Olabe, capital para ejercer de hombre libre en esa línea de tres más el carrilero del lado opuesto al balón que permitía a Antoñito o a Lebendenko -según el pase del Talavera- dejar a su extremo para acosar al lateral rival.
El Deportivo no siempre logró cortocircuitar los ataques del rival. Pero cuando este lograba plantarse cerca de la meta de Mackay, el espíritu colectivo y la concentración no decayeron. El equipo verde logró juntarse bien y, una vez recuperado el balón, tener la suficiente calma como para asegurar el pase y salir a la contra.
Así sucedió en la acción del Talavera 0-1 Deportivo, pues Pablo Martínez, Rubén y Soriano combinaron casi en área propia antes de buscar al espacio a Quiles y Lucas. El equipo se activó mientras sus dos puntas ganaban el segundo balón, porque Lucas ya encontró opción de progresar con una gran apertura hacia el sector derecho que acabó con pase a la frontal a la Lebedenko y cinco deportivistas desplegados llegando al área.
Cayó el gol en una gran acción individual del ucraniano, pero fue solo un ejemplo más de la buena gestión tras recuperación y la gran activación de las piezas deportivistas para amenazar al espacio y llegar a zona de remate en transición ofensiva.
Sin oxígeno, pero con saber estar
Su brillante primera parte dio al equipo el rédito de llevarse al descanso ese Talavera 0-1 Deportivo a la postre definitivo. Pero el conjunto coruñés no logró darle continuidad en el segundo tiempo. Por varios motivos como el hecho de no ser tan atrevido con y sin balón, la incapacidad para dañar a la contra o la reacción local -sobre todo a partir de los cambios-, el choque cambió. Pero el Dépor supo mantener a raya a su rival con oficio.
Para empezar, el Deportivo dejó de buscar tanto el inicio en corto en el segundo tiempo. El marcador no invitaba a asumir riesgos. Y de los Mackay, Lapeña, Pablo u Olabe buscando atraer al rival para atacarle al espacio se pasó a un juego algo más directo. No se quedó el equipo herculino con esos balones durante toda la segunda mitad. Ni siquiera cuando entró un Arturo al que el equipo no terminó de encontrar en situaciones óptimas para él y que apenas aportó, al contrario que en el Matapiñonera.
Mientras, cuando el Deportivo sí encontró a Quiles, Soriano o Lucas por bajo, el Talavera fue mucho más agresivo: no permitió a los atacantes girarse ni combinar con facilidad. Ese nuevo contexto unido a la precipitación del Dépor en los contragolpes terminó de quitarle al bloque herculino el oxígeno que le da el disponer del balón. Porque los de Cano no eran capaces de atacar con fluidez en fase ofensiva. Y cuando recuperaban, no tenían el acierto o las piernas para contragolpear bien. O, simplemente, perdían el balón de nuevo demasiado rápido.
El choque se parecía cada vez más a los últimos guiones del Deportivo a domicilio. Pero en esta ocasión, al contrario que en San Fernando o Ceuta, el bloque deportivista sí supo cerrar los caminos hacia el gol rival.
Apenas un remate de Unai Rementería, a la salida de un córner en el que el equipo perdió las marcas, fue el bagaje del Talavera frente a un Dépor que acabó muy hundido, pero defendiendo bien su área para lograr tres puntos con una mezcla de brillo y oficio. Tres puntos que permiten vislumbrar un paso adelante del equipo en el que quizá fue su mejor partido a domicilio del curso. Pero tres puntos que, sobre todo, le permiten volver a subirse al tren.