Casi dos meses después de abandonar la secretaría técnica del Deportivo, donde se encargaba del seguimiento de los futbolistas cedidos, los filiales de otros clubes y las ligas extranjeras, Manuel Mosquera (A Coruña, 10 de agosto de 1968) regresa a Riazor. Y lo hace como máximo responsable del Extremadura. Tras una exitosa etapa como jugador en Almendralejo, el coruñés afronta ahora desde el banquillo el reto de mantener al club azulgrana en la categoría de plata.
La suya con Almendralejo es una historia de amor.
Sí, de amor, de cariño, de todo lo que se le quiera llamar. Es verdad. Es curioso cómo un día decides venir a un sitio, y después, a lo largo de los años, incluso cuando ya no eres jugador profesional, te vuelven a llamar para distintas cosas: para recibir un premio, un reconocimiento, y que sigan ocurriendo cosas. Hace un año hubo la posibilidad de entrenar aquí, y no se dio, por muchas circunstancias. Y resulta que este año, fíjate, después del primer entrenador, después del segundo entrenador, se da la circunstancia. Parece que a veces alguien está unido a una población, a una gente, en el tiempo. Y yo por mí encantado. Almendralejo es como mi casa, es lo mismo.
¿Cómo están siendo estas primeras semanas en el banquillo del Francisco de la Hera?
Muy intensas, muy complicadas, porque el reto no es fácil. La dificultad de la competición hace que necesites puntos, el día a día es difícil, pero al margen de todo eso, estoy muy feliz, contento, satisfecho. Estás en una profesión que te gusta y lo vives de maravilla, pero la responsabilidad, la presión y la tensión son muy altas. Un poco de todo, pero se lleva con normalidad, con mucha naturalidad.
¿Echaba mucho de menos la pizarra?
No, no la echaba de menos en el sentido de que no me volvía loco porque pasase nada de esto. Cuando estás en un sitio en el que trabajas a gusto, como estaba yo en el Dépor y en la Federación (Gallega de Fútbol), estás satisfecho con lo que haces. Es verdad que en el momento en que surge la posibilidad, me tira más lo que me da más pasión, que es ser entrenador, y por eso decidí venir. Porque creo que, aunque en lo otro estaba muy a gusto, esto es mi pasión, y por eso lo acepté. Pero no era la necesidad, sino la oportunidad de poder elegir esta profesión. Y como la tuve, no lo dudé.
¿Cómo se reanima a un vestuario tocado?
Haciéndoles creer que se puede, basándote sobre todo en realidades, no en contar cuentos que no se puedan cumplir. Es plantear objetivos cortos y la forma de plantear el primero era que venía el Extremadura de perder 2 partidos seguidos, había que cortar esa racha; por lo menos, no perder el siguiente, y lo conseguimos en Las Palmas, que empatamos. Poco a poco vas elevando los retos, explicando que no estás tan alejado del objetivo, que no es tanta distancia, y creando confianza. Creando confianza en uno mismo, en el entrenador, en los jugadores entre ellos. Como la plantilla ya es muy buena, y hay jugadores con mucho currículum, yo creo que lo que faltaba era elevar la autoestima y creer en las posibilidades que teníamos. Insisto, creer en realidades, y pienso que es lo que estamos haciendo. Partido a partido. Sin elegir objetivos complicados, sí cercanos y reales. Sobre todo reales.
¿Es posible disfrutar del fútbol cuando estás en zona de peligro semana tras semana?
Sí, y además es la única forma de que esto tenga visos de convertirse en realidad. Cuando estás en zona de descenso, las alegrías son que ganes tú y los demás pierdan, pero tú no puedes vivir así, sufriendo. Tú lo que estás es con una responsabilidad y tensión lógicas, pero tienes que disfrutar de lo que estás haciendo porque, si no disfrutas, los mensajes que mandas no son buenos, son de que te puede el reto, de que estás superado. Al contrario, tienes que disfrutarlo. Yo lo disfruto, desde luego, para mí es apasionante y entiendo que, en esta profesión, un resultado adverso ya te baja un poquito el peldaño, pero ya los hemos tenido y te recuperas rápido, porque hay que seguir. Desde luego, si no disfrutas de esto, no tiene sentido.
Ahora convive con el fútbol profesional, pero no le tembló el pulso cuando tuvo que entrenar en Tercera Autonómica.
Faltaría más. Ni se me ocurre. Para mí era también disfrutar de mi trabajo. No importa. Lo importante es que, a los jugadores que tengas, sea cual sea la categoría, les transmitas las ilusiones y las ganas que tú tengas. Yo disfruté mucho en Cerceda, en Laracha y en el Fabril, es que no lo veo de otra forma. Y para mí no importa la categoría, importa que valores donde estás. Y yo valoré mucho estar en Laracha, que fue, digamos, mi primer sitio real de pensar que podía ser entrenador. Porque la etapa que tuve antes de jugador-entrenador en el primer equipo del Cerceda, en Tercera División, fue una etapa oscura, muy rara.
En 2016, después de 2 temporadas en el Fabril, decidió dejar el banquillo para meterse de lleno en la secretaría técnica. ¿Qué era lo que más le motivaba de los despachos?
Que no eran despachos, era ver fútbol, era otra etapa en la que yo valoré las dos situaciones: quedarme en Tercera con el Fabril o acceder a eso. Y vi una forma de aprender mucho en el fútbol también. Y creo que, como entrenador, los 3 años que he estado en la dirección deportiva he aprendido una barbaridad y he adquirido unos conocimientos muy buenos. He visto mucho fútbol, y muy diferente, muchos entrenadores con ideas distintas… Y eso para mí es un bagaje tremendo. Me ha permitido, aparte de todos los informes y todo lo que tenía que hacer, formarme paralelamente como entrenador. El poder ver filiales de toda España como estaba viendo yo este año te enriquece mucho. A mí me gustaba mucho. Es una etapa muy bonita, y yo estaba disfrutando un montón.
¿Qué Dépor espera este domingo?
Me espero el mejor Dépor, y no es una frase hecha. Yo creo que el Dépor es un gran equipo y está muy bien compensado en todo lo que es la dimensión del equipo, más allá de resultados, que no me meto. Y después, porque tienen gente, y la gente de Riazor es muy del Deportivo en el sentido de que arropan en el estadio y fuera también. Pero no solo me espero al mejor dentro del campo, me espero el ambiente del Dépor de toda la vida. Prefiero pensar así, porque así sé que se lo transmito a mis jugadores con una dificultad máxima y que estarán preparados para dar la valía más alta. Me espero a un gran Dépor. Solo hay que ver las declaraciones de Álex y de Pedro: ‘Sea como sea, este partido hay que ganarlo’. Por eso te digo que me espero al mejor Dépor.
¿Cómo se imagina su regreso a Riazor?
Soy bastante simple para eso, me lo imagino con mucha normalidad (risas). Lo que está claro es que me voy a dar muchos abrazos y me voy a reír mucho con mucha gente con la que tengo muy buena relación y que espero ver. Aunque no a todos, supongo. Por ejemplo, Ernesto Bello, Tito (Ramallo)… Toda la gente que trabaja en la dirección deportiva estará de viaje, pero desde luego va a ser muy cordial la previa del partido, porque hay muy buena gente ahí.