Era 20 de junio de 2019. Con José Luis Martí en el banquillo, el Deportivo acababa de imponerse por 2-0 al Mallorca, en la ida de la final del playoff. Quedaba la vuelta, pero por el ambiente que se respiraba en Riazor al finalizar aquel partido, parecía que el ascenso estaba prácticamente hecho. El técnico balear salió del estadio con medio billete a Primera en el bolsillo, además de una más que posible renovación para seguir ocupando el banquillo blanquiazul. Sin embargo, nunca más volvió a pisar el estadio herculino. Será este viernes y ya dirigiendo a otro equipo, cuando Martí regrese a la que pudo ser su casa en la élite.
Una mala noche en Mallorca cambió el destino de un entrenador que parecía haber llegado a A Coruña para hacer despegar definitivamente su carrera. Su paso por el Tenerife, donde rozó el ascenso a Primera, había dejado entrever a un míster con gran futuro. Quizá por aquello, el Dépor recurrió a él a mitad de la segunda vuelta de la pasada campaña, cuando el proyecto de Natxo González terminó de hundirse. En A Coruña comenzó dubitativo, con dos derrotas ante Osasuna y Extremadura. Sin embargo, un golpe de timón en su tercer partido, apostando por un 4-4-2, le sirvió para levantar al equipo. Cuatro victorias en los últimos siete partidos de Liga permitieron al Dépor llegar al playoff como sexto clasificado. Y fue precisamente ahí donde se vio la mejor versión del equipo. En las eliminatorias de ascenso el conjunto coruñés ganó tres partidos y únicamente perdió uno, aunque fue definitivo.
Desastre en Mallorca
Lo que ocurrió es de sobra conocido por todos. Un descalabro de magnitudes incalculables en Mallorca hizo que el conjunto coruñés se quedase en Segunda otro año más. Aquellos 90 minutos para el olvido señalaron directamente al técnico balear. Su apuesta por Vicente Gómez para suplir al lesionado Alex Bergantiños, en lugar de utilizar en el centro del campo a un futbolista de corte más defensivo, firmó su sentencia de muerte. Días después de caer en Mallorca, Martí se marchó del Deportivo, destituido y por la puerta de atrás.
La fecha de su cese, a finales de junio, hizo difícil que el balear encontrase un banquillo el pasado verano. Fue ya en octubre, cuando otro equipo con aspiraciones de ascenso como el Girona, recurrió a él para intentar enderezar su errático inicio de temporada. Y parece que lo está logrando. Antes de su llegada, con Juan Carlos Unzué al mando, el equipo catalán era decimotercero con 17 puntos en 13 jornadas, a dos del playoff y a seis del ascenso directo. 14 encuentros después, el Girona es quinto, acumula 41 puntos, y solo cinco le separan del ascenso directo.
El viernes regresa a Riazor con la necesidad de ganar, ya que el Girona quiere seguir acercándose a los puestos de ascenso directo. Por otro lado, a nadie se le escapa que una derrota ante el Deportivo, acortaría la distancia entre catalanes y gallegos a solo cinco puntos, sumando un rival más a la lucha por el ascenso. Dos circunstancias que harán más especial el reencuentro de Martí con el lugar del que salió entrenador casi de Primera hace ocho meses, y al que nunca más volvió.