Finalizada la competición, es tiempo de hacer balance y en Riazor.org comenzaremos por repasar lo que ha sido esta convulsa temporada 20-21 para el Deportivo. Tras descender de la manera más trágica posible con el Caso Fuenlabrada, el club herculino se vio obligado a armar un equipo contrarreloj, encontró con una Segunda B que iniciaba un cambio de formato y todo eso terminó por pasarle factura.

Primera fase: crisis invernal con cambio de técnico
Tras aparecer como salvador en enero de 2020, provocando una gran reacción del equipo con seis victorias consecutivas, Fernando Vázquez vio como algo se rompía el pasado verano. Los errores en los partidos finales que llevaron al descenso hicieron que parte de la afición perdiera su confianza en el técnico, pero como él mismo señaló en su despedida, las mayores críticas parecían salir del propio club.
Con una plantilla de renombre y supuestamente por encima de la categoría, el Deportivo arrancó la temporada con buenos resultados pero sin ser capaz de dominar ante ningún rival. En las primeras siete jornadas, los de Vázquez ganaron cuatro partidos -todos ellos por la mínima- y empataron tres, llegando invictos a la penúltima jornada de la primera vuelta. Fue ahí, en Riazor y ante el Celta B, cuando todo saltó por los aires. Pese a realizar un buen primer tiempo, quizás el mejor bajo el mandato del de Castrofeito, Alfon hizo añicos a la defensa blanquiazul y encendió todas las alarmas (1-2). Zamora, con un campo nevado y apenas 11 jugadores de la primera plantilla en la expedición, sentenció a Vázquez (1-0).
Entonces, Rubén de la Barrera se hizo cargo de un Dépor que estaba 2º en la clasificación, pero el coruñés tardó un mes en conseguir que su trabajo se transformara en resultados. En su quinto partido, el técnico sumó su primer triunfo ante el Guijuelo pero una semana después volvió a caer en Ferrol y se situó a tan solo dos puntos del descenso a 3ª RFEF. En ese momento, el más crítico de la campaña, Rubén dio el mando a Álex Bergantiños y el capitán respondió una vez más. Con el 4 como director de orquesta, el Dépor mostró su mejor nivel de la temporada y finalizó la primera fase con tres victorias consecutivas, pero ya era demasiado tarde: los resultados en otros campos no acompañaron y el club herculino se quedó fuera de la lucha por el ascenso.

Segunda fase: Riazor fue suficiente para llegar a 1ª RFEF
Inmerso ya en esa buena dinámica, el Deportivo fue capaz de asegurar su presencia en 1ª RFEF haciendo de Riazor un fortín y aprovechando el buen momento de Miku. El venezolano, que se había estrenado con un hat-trick ante el Celta B, mostró su talento en las últimas jornadas y llegó a los 7 goles anotando tantos decisivos: hizo el gol de la victoria ante Marino de Luanco y Numancia y abrió el marcador contra el Langreo. Esos tres triunfos, todos ellos en Riazor, y el empate en Luanco fueron suficientes para llegar a la última jornada sin nada por jugarse y con la plaza asegurada en la que la próxima temporada será la tercera categoría del fútbol español.
Además de Miku y del también mencionado Álex Bergantiños, el otro futbolista clave en el buen tramo final fue el canterano Diego Villares. Incapaz de fichar, la dirección deportiva decidió subir al fabrilista en el cierre del mercado invernal y la decisión terminó siendo determinante. El de Vilalba aprovechó al máximo la oportunidad y se convirtió en indiscutible gracias a su despliegue físico sin balón y capacidad para mover al equipo en pocos toques. Su buen hacer fue recompensado por la afición, que lo eligió como el mejor jugador del Deportivo esta temporada.
