Cuando uno lleva más de una década soñando con debutar en el club de su vida, seguro que no se imagina haciéndolo con el equipo en mala dinámica, jugando ante el filial del máximo rival y fuera de posición. Pero las cosas vienen como vienen y a ellas hay que adaptarse. Y sino, que le pregunten a Dani Barcia.
Hace menos de cuatro meses, el canterano se estrenaba con el primer equipo del Deportivo en liga entrando como recambio de urgencia de Balenziaga en el lateral izquierdo, durante el encuentro del equipo deportivista en el Fernando Torres de Fuenlabrada. Una semana después, tras un experimento en el que Dani no salió malparado, el central repetía puesto frente al Celta Fortuna. Ya como titular, en la que era su primera experiencia en un partido oficial con el primer equipo en Riazor, Barcia saltaba al campo con el único propósito de seguir cumpliendo.
No era una tesitura fácil y se demostró desde el principio. Incómodo en el exilio de la banda, Dani estuvo lejos de exhibir sus virtudes porque el escenario le demandaba cosas que él, en ese momento, era incapaz de ofrecer. El canterano salió en la foto del gol del Celta no solo en la pérdida de balón, sino también en su posterior desatención para dejar libre a Pablo Durán en una acción que, dicho sea de paso, no parecía que podía acabar en el pie derecho del delantero ‘celtiña’.
La apuesta de Imanol Idiakez salió ‘rana’ y el técnico -que siempre ha reconocido que no ayudó al joven colocándolo ahí- retiró a Dani en el descanso. Fue el momento en el que se inició la larga travesía por el banquillo, rota por unos escasos minutos en Sabadell para defender el resultado al final y los encuentros de Copa del Rey.
La Copa que cambió a Barcia
Mediocre como casi todos en Langreo ante el Covadonga, Barcia no aprovechó la primera oportunidad copera. Pero el pase de ronda le ofreció un segundo ‘bolo’. Más complejo, ante un rival como el Tenerife. Pero también con más focos para lucirse. Y Barcia, esta vez sí, respondió.
Frente al cuadro canario de Segunda, el central -ya en su posición- completó un gran encuentro que le valió para, unos días después, volver a la titularidad en liga contra el Sestao River, aprovechando la ausencia de Pablo Martínez y el momento físico de un Jaime que llegó ‘tocado’ al encuentro. Era un partido de máxima exigencia. Pero Barcia no solo cumplió, sino que pasó el examen con nota. En un encuentro tétrico del equipo, el canterano fue la mejor noticia: parecía que estaba para sumar.
Regresó Pablo Martínez y a Barcia le tocó volver a esperar su oportunidad. Ni en O Carballiño, ni contra la Real Sociedad, ni en el duelo en León a pesar del golpe en la cabeza de Pablo Martínez. Tres partidos fuera hasta volver al escenario contra la Ponferradina. En un choque trascendental para no descolgarse definitivamente del vagón del primer puesto, Imanol Idiakez dio un giro de tuerca a su once e introdujo tres centrales pese a la ausencia de Martínez. Pareja de Vázquez en el eje de una zaga de cuatro en defensa y central zurdo en línea de tres en fase ofensiva.
Barcia completó una actuación soberbia. Otra más. 5 de 8 duelos defensivos ganados, 3 de 4 en duelos aéreos y 40 pases buenos de 46 intentados, con un acierto de 7 sobre 11 en envíos largos. Buena colocación, sobriedad en las disputas, poderío aéreo y una extraordinaria salida de balón. Las cualidades de Barcia salieron a relucir y los datos de su encuentro no hacen sino confirmarlo.
«Hay que mencionar de manera especial al señor Daniel Barcia porque, para mí, ha sido el mejor. Se demuestra que la gente está enchufada. Dani se lo merece porque es un gran central y se ha demostrado». No son palabras de ningún aficionado, sino de Pablo Vázquez al término del citado encuentro ante la Ponfe. Su acompañante se deshacía en elogios al coruñés, que se graduó con el primer equipo justo a una semana de volver a medirse al Celta Fortuna, protagonista en su amargo debut en Riazor.
Ahora, en Balaídos (domingo, 21:00 horas), regresan Pablo Martínez y Mikel Balenziaga. Si, pese a ello, el canterano continúa en el once, continuará dando pasos hacia el doctorado. Ya no como el joven Dani de 21 años recién cumplidos, sino como el señor Daniel Barcia, otra de las nuevas esperanzas del deportivismo. Porque cuando el rendimiento es sostenido, empieza a no ser casualidad.