Una plantilla con la mayoría de nombres con cartel en Primera División. Un conjunto de futbolistas por los que muchos clubes de la máxima categoría pata tener como base de su equipo para pelear por la salvación. Un vestuario lleno de individualidades sobresalientes en la Liga Hypermotion. Todo eso es la UD Almería, rival del Deportivo este domingo (18:30 horas) en Riazor.
El conjunto dirigido por Rubi asusta y lo tiene todo para regresar a la élite tan solo una temporada después de su descenso. Pero potencial no es sinónimo de rendimiento. Y sobre todo tras su eliminación en octavos de Copa del Rey, el bloque indálico ha perdido cierta inercia con respecto a aquel equipo que impuso un ritmo endiablado, estuvo 16 encuentros sin perder y pasó de coquetear con el descenso a colocarse líder.
La UD Almería a la que el Deportivo se enfrentó en la ida era un equipo que empezaba a poner velocidad de crucero, pero que arrastraba unos severos problemas defensivos que minimizaban su arsenal ofensivo. Hasta el encuentro contra el Dépor de la jornada 15, el combinado almeriense tan solo había sido capaz de dejar la puerta a cero en dos ocasiones, ambas como local y frente a unos Tenerife y Burgos que, precisamente, no destacan por su capacidad anotadora.
Desde entonces, el Almería ha logrado cerrar su puerta en cuatro ocasiones más hasta alcanzar la media docena de puertas a cero. De ellas, tan solo una fue a domicilio: en Córdoba (0-3). Así, el equipo indálico ha regresado del resto de sus salidas con al menos un gol en contra. De hecho, es el cuarto equipo más goleado lejos de su estadio (19 dianas encajadas en 13 salidas) y el octavo que más concede en total, con 32 tantos recibidos.
Pero, ¿cómo es posible que el segundo mejor visitante de la categoría, segundo clasificado y máximo aspirante al ascenso directo conceda tanto? ¿Tiene sentido? Claro que lo tiene. Porque esas concesiones defensivas que Rubi se afana en minimizar son la consecuencia de un ADN netamente ofensivo tanto por idea de juego como, obviamente, por la naturaleza de sus futbolistas. Porque lo uno va ligado a lo otro.
Así, el Almería es un equipo al que se le caen los goles (es el máximo anotador de la categoría) gracias al enorme talento que acumula en su zona ofensiva, donde el pichichi Luis Javier Suárez lidera a un equipo que cuenta con acompañantes de lujo como Leo Baptistao, Sergio Arribas, Nico Melamed o el retornado Lázaro Vinicius, por no hablar de mediocentros llegadores como Robertone y Melero o laterales con vuelo y que incluso pueden llegar a jugar de extremos, como Arnau Puigmal, Pozo o Álex Centelles.
De este modo, Rubi tiene quebraderos de cabeza para distribuir esta amalgama de recursos, pero cuenta entre sus fijos en el 4-2-3-1 que suele dibujar con el punta Luis Suárez, un Arribas que puede actuar como mediapunta nato o partiendo desde la derecha y el ‘ancla’ Dion Lopy. El mediocentro senegalés no solo es capaz de abarcar campo gracias a su exuberante físico, sino que también tiene un manejo de balón que le permite ser protagonista en los primeros pases de un equipo que, quizá, carece de un mediocentro organizador puro.
Ante esta circunstancia, su fútbol combinativo no es el más refinado, pero sí cuenta con la suficiente capacidad como para hacer daño a partir de colocar mucha gente por delante de balón y explorar al máximo la amplitud y la profundidad. Eso le permite acelerar para dañar mucho por fuera, pero también ser tremendamente dañino al contragolpe gracias a esa velocidad por los carriles exteriores que es capaz de explotar y la amenaza poderosísima al espacio de Luis Suárez.
El ataque, solución y problema para la UD Almería
Precisamente esa tendencia a exponer en ataque le hace, a su vez, estar bastante expuesto a los contragolpes, la fórmula a través de la que la mayoría de equipos han sido capaz de hacerle daño. El Almería ataca, pero cuando pierde la pelota, permite atacar. Porque ante esa tendencia a ser ancho y largo, sus distancias entre futbolistas no son cortas.
Desde esa perspectiva de espacios se le abre una ventana de oportunidad al Deportivo, un equipo más equilibrado en las últimas semanas pero que sigue disfrutando cuando puede correr. Tampoco es descartable la amenaza en ataque posicional, pues el conjunto indálico dista bastante de ser un equipo agresivo sin pelota. Estructurado a partir de un 4-4-2 no demasiado presionante y que prioriza defender en zona, los futbolistas de la UD Almería tampoco sobresalen de manera extraordinaria por su actitud defensiva. Es un equipo, por norma general, bastante pasivo.
Así, pese a no conceder demasiado volumen de situaciones de gol al soler llevar el peso de los partidos, el equipo andaluz sí ofrece situaciones de relativo peligro a su rival. A eso tratará de aferrarse el Dépor para emular al Albacete en la última salida de la UD Almería y poder pescar puntos ante un máximo candidato temible pese a sus defectos, pero que llega con la flecha no del todo para arriba.