El Deportivo viajó maltrecho a Zamora y regresa seriamente tocado y sin entrenador después de completar el que posiblemente sea el peor encuentro de la temporada. Porque este año ya hubo actuaciones similares, como ante el Guijuelo, pero nunca con el marcador tanto tiempo en contra y mostrando tal incapacidad para hacer nada. 80 minutos de inoperancia.
No ayudaron las bajas ni todo el ruido sobre un posible aplazamiento, pero lo peor es la sensación de que, cuando se ha terminado la primera vuelta, el Deportivo sigue buscando un patrón de juego. El encargado de encontrarlo ya no será Fernando Vázquez, cuyo último partido fue un resumen de todas las teclas que ha tocado sin conseguir el éxito. Apostó por el 4-4-2 en rombo y el equipo naufragó por una mezcla de la presión rival y la incapacidad para sacar el balón desde atrás. A la media hora pasó al 4-2-3-1 y terminó con un 5-3-2. La línea entre la versatilidad y la indefinición es muy delgada y el Dépor no está para funambulismos, por lo que convendría ir aclarándose.
Si el equipo ya vivía en la histeria cuando los resultados le daban la razón, ahora que no los tiene las urgencias se multiplican. Quizá así se explique el timing de este nuevo giro de timón por parte del de Castrofeito cuando el día no era el adecuado. No lo era por el rival, no lo era por los efectivos a su disposición… el duelo del Ruta de la Plata pedía resguardarse del temporal y el Deportivo salió con el pecho descubierto.
Sólo cabe esperar que el siguiente que se siente en el banquillo acierte a la primera, porque el tiempo se acaba y el Deportivo se queda sin margen.
La cantera no es un trofeo
Gran parte del deportivismo se congratuló antes del encuentro por la alineación de hasta seis canteranos en el once del Ruta de la Plata. Cuatro de ellos; Valín, Gandoy, Mosquera y Adri Castro, recién aterrizados en el primer equipo. Nadie se acordó de eso cuando el árbitro pitó el final y ninguno de los cuatro jugó su mejor encuentro, como el resto de sus compañeros. Algo que viene bien para tener presente que la cantera no es un trofeo, o al menos no lo es a priori. Apostar por gente de la casa, aunque sea por necesidad, conlleva un compromiso y, como con otros, hay que estar preparados para darle una segunda oportunidad cuando fallan la primera.