20 años son muchos años. Tantos como para que una generación de deportivistas haya nacido, crecido y alcanzado la mayoría de edad sin haber visto a su equipo completar una de las grandes gestas de las que sus padres, tíos o abuelos les han hablado con brillo en los ojos. El Deportivo cumplirá este agosto dos décadas sin títulos. Un hecho coherente, en cierto modo, con su historia. Porque en más de 115 años, el club coruñés concentró sus grandes éxitos en una franja temporal de apenas 8: de 1994 al 2002. Pongamos 15, si marcamos como inicio el nacimiento del ‘Súper Dépor’ y como fin el apagón del ‘Euro Dépor’.
Sin embargo, en estas dos décadas de sequía el Dépor no solo se ha alejado del champagne. Porque también ha parecido condenado a pagar todos sus pecados a través de un peaje doloroso y cruel.
Desde aquel 2002 en el que el Deportivo superó con solvencia al Valencia campeón de liga para levantar una Supercopa de España que suponía el sexto título para sus vitrinas, la escuadra blanquiazul inició una caída que en los últimos años se ha agudizado. Porque tras llevarse a A Coruña su última copa, el conjunto coruñés todavía fue capaz de mantenerse en la élite continental alguna temporada más. Fueron años en los que el Dépor tomó Munich, peleó hasta el final ante Manchester o Juventus por meterse en cuartos y logró la épica remontada al Milan para plantase en semifinales en el penúltimo de sus cinco cursos consecutivos en Champions League. Soñó la afición herculina con alcanzar grandes cotas. El Deportivo no ganaba, pero se sentía un grande. Hasta que la luz, en forma de realidad económica, se apagó.
Entonces, sin capacidad para reemplazar a su generación dorada de los títulos, el Deportivo inició un proceso de reconstrucción que le permitió al menos seguir asentado en Primera y pasarse, de vez en cuando, por la Copa de la UEFA. Eran éxitos menores con la perspectiva de aquel entonces, pero mayúsculos bajo el prisma actual. El Real Madrid seguía sin poder ganar en Riazor. El deportivismo resistía, todavía optimista con poder recuperar su estatus. Tras Caparrós firmó Lotina. Y después de tres temporadas notables, llegó el descenso, con el que arrancó una década triste. En un trágico final de liga en el que el equipo cayó a puestos de descenso en la última jornada, tras perder contra el Valencia. Los 43 puntos obtenidos no habían sido suficientes. Era mayo de 2011 y el Deportivo regresaba a Segunda División 20 temporadas después.
Una década, cuatro descensos
El paso por el ‘infierno’ fue efímero. El Deportivo retornó a Primera en tan solo una temporada. Haciendo un esfuerzo económico para mantener a muchos de sus jugadores, fue primero con récord de puntos. Ascendió de la mano de su eterno rival, el Celta de Vigo. Un Celta que en la temporada siguiente dio el ‘sorpasso’ en el último momento. Después de 17 jornadas en puestos de descenso, el cuadro coruñés logró reflotar de la mano de Fernando Vázquez. Sin embargo, cuando dependía de sí mismo, el Dépor fue incapaz. Perdió ante Málaga y Real Sociedad.
Se confirmaba así el segundo descenso en tres años. Tocaba volver a empezar. Y, de nuevo, el Deportivo lo volvió a hacer. Esta vez por detrás del Eibar, el conjunto coruñés ascendió de nuevo a las primeras de cambio. Se convertía así en el ‘ascensor’ de España, con cuatro temporadas consecutivas bajando y subiendo. Aquel de 2014 iba a ser su último salto de categoría hacia arriba.
Porque aún lejos de ser el Deportivo de los títulos, el club encadenó entonces cuatro campañas consecutivas en Primera División. En todas ellas, sin embargo, la inestabilidad fue la tónica dominante. El primer curso, Víctor Sánchez Del Amo llegó para sustituir a Víctor Fernández y lograr una épica salvación en el Camp Nou en mayo del 2015. Al curso siguiente, una temporada tranquila acabó casi en debacle debido a una malísima segunda vuelta que le acabó costando el puesto a Del Amo en verano. El cambio no fue para mejor, ya que Gaizka Garitano no funcionó y fue Pepe Mel quien otorgó la tercera permanencia. Parecía que el conjunto coruñés se asentaba de nuevo. Pero al cuarto curso, llegó la debacle. Ni Mel, ni Cristóbal Parralo ni Clarence Seedorf fueron capaces de enderezar el rumbo. El barco se fue a pique.
De nuevo en Segunda cuatro años después, el Deportivo estuvo otra vez a un paso de regresar a la élite a la primera de cambio. Todo tras una clasificación agónica para el playoff y una remontada ante el Málaga en semifinales. El Dépor superó 2-0 al Mallorca en la ida y A Coruña ya preparaba su ‘festa rachada’. Pero llegó la desgracia en forma de tres goles del conjunto bermellón. Un ascenso que parecía hecho se esfumaba.

Aquella desgraciada noche del San Juan de 2019 empezó un ‘meigallo’ que todavía dura. Porque al curso siguiente, el Deportivo se encaminó irremediablemente hacia su cuarto descenso de la década. Fernando Vázquez enderezó el rumbo. Pero ya tras el parón por el coronavirus y con los campos vacíos, el Deportivo perdió su oportunidad de salvarse en el trágico encuentro ante el Extremadura en Riazor. Y consumó su descenso sin poder jugar, en una esperpéntica última jornada marcada por el brote Covid ‘oculto’ del Fuenlabrada.
Más sinsabores
Era la enésima decepción para una parroquia deportivista que, en su regreso a Segunda B tres décadas después no logró siquiera pelear por ascender. En una temporada ‘exprés’ marcada por las restricciones pandémicas, el Deportivo se quedó a un punto de entrar en la fase por el playoff y se tuvo que conformar con ‘mantener’ la categoría para acceder a Primera RFEF.
Ya en el estreno de este remozado tercer escalón, el Dépor pareció rozar el ascenso. Pero al final, entre su bajón en liga regular y su caída en la segunda mitad de la final contra el Albacete en casa, se le escapó. Una muesca más de terribles dimensiones para su colección de tristezas. Esa que lleva engordando desde que levantó al cielo de Valencia su último título y que empezó a crecer en demasía a partir del 2011. Tanto que todavía le niega a los jóvenes la opción de evitar tener que recurrir al «nos parece mejor» como único argumento para explicar por qué son de un Deportivo alejado de su época de títulos.