21 años vinculado al Deportivo, 336 partidos partidos oficiales con el primer equipo en las tres máximas categorías y 152 encuentros con el filial. Álex Bergantiños colgará las botas en el próximo Teresa Herrera para pasar a ser consejero de un club en el que ya es uno de los grandes nombres como jugador. El noveno futbolista con más encuentros jugados con la camiseta blanquiazul dice adiós al verde tras unos últimos años de mucho sufrimiento que no empañan su enorme currículum.
Llegó a la entidad deportivista siendo juvenil y tuvo que pelear más que nadie para hacerse un hueco en la primera plantilla. Tanto que incluso cuando parecía asentado, debió volver a salir cedido ya con 32 años. Él lo asumió y a base de rendimiento, regresó de nuevo a ‘su’ Deportivo para ser el mejor portador posible del brazalete de capitán. En sus más de 500 partidos en el fútbol profesional no ha visto ni una roja. En sus 11 temporadas en la primera plantilla del Deportivo siempre ha rendido. Repasamos los cuatro momentos clave de la carrera del ‘4’ blanquiazul.
Ganarse fuera la oportunidad dentro
Álex Bergantiños llegó al Deportivo en el año 2002, procedente del Imperátor. Al poco, se hizo importante en el Fabril y empezó a rondar el primer equipo. Con presencias en amistosos, pero nunca en partido oficial. Esa falta de oportunidades reales provocó que en el 2008 hiciese por primera vez las maletas. ¿Su destino? Un Xerez en el que cayó de pie. Con 23 años, Álex Bergantiños debutó en Segunda y se hizo un fijo en el tramo final en uno de los equipos que acabó subiendo a Primera.
Ese buen rendimiento le ayudó a ampliar su cesión un año más y estrenarse en Primera, donde sumó casi 2.000 minutos. La óptima cifra tampoco le hizo acreedor de un puesto en un Dépor de Lotina en el que todavía rendían Sergio González, Juan Rodríguez, Antonio Tomás o Valerón, pero en el que también empezaban a asomar Juan Domínguez o Iván Pérez, además de un Juca que pasó por el club sin pena ni gloria.
Así, tuvo que afrontar una tercera temporada consecutiva a préstamo. Tras tener poca presencia en Segunda con el Granada, en enero se fue al Nàstic de Tarragona, donde su llegada fue clave para que el equipo rojillo consiguiese una agónica salvación.
Estreno goleador en un curso para el recuerdo
Corría el año 2011 y Álex Bergantiños se había ganado, con creces, una oportunidad en el Deportivo. Pero tuvo que ser el descenso de categoría del club blanquiazul quien hiciese la evidencia todavía más notoria. En Segunda el sitio para Álex era evidente. Y el coruñés, a los 26 años, pudo debutar por fin en el equipo de su tierra.
El estreno fue inmejorable. Porque el Dépor finalizó el curso con ascenso, quedando campeón y con récord de puntos en Segunda. Pero él fue alma mater de un equipo dirigido por José Luis Oltra que contaba con futbolistas de la talla de Juan Domínguez, Jesús Vázquez, Borja Fernández o un veterano Juan Carlos Valerón en el centro del campo.
Álex Bergantiños participó en absolutamente todos los partidos de liga. Jugó los 42. De ellos, fue titular en 41. Unos números prácticamente imposibles de superar. Sin lesiones, sin sanciones y sin bajones de rendimiento, Bergantiños firmó una temporada colosal en la que, además, se estrenó como goleador deportivista. Fue en su cuarto partido en Riazor, ante el Guadalajara, en un encuentro en el que anotó dos tantos. El primero de ellos, con un remate sin dejar caer el balón tras un pase de ‘cuchara’ de otro mito deportivista como Valerón. Ni soñado.
El gran Barcelona, la víctima preferida de Álex Bergantiños
Tras ese primer ascenso con el Deportivo para jugar, por fin, en la élite, llegó un nuevo descenso. Pero el club se repuso y volvió a ascender inmediatamente en la campaña 2013-2014, de nuevo con Álex como líder. Era su tercer y, por desgracia, último ascenso a Primera.
Porque a partir de entonces, Álex Bergantiños encadenó tres temporadas más en la máxima categoría con el Deportivo. En ellas, marcó solo 3 tantos. 2 de ellos fueron, curiosamente, ante el Barcelona. El primero, un recordado derechazo en el Camp Nou a pase de Lucas Pérez para cerrar un valiosísimo 2-2 ante un Barça que venía de ser campeón de Europa. El segundo, el que supuso el 2-1 ante el equipo culé en Riazor, dentro de una malísima segunda vuelta en la que el Dépor se acabó salvando en la penúltima jornada. Ese gol de cabeza a la salida de un córner fue su último tanto en Primera División.
En aquella campaña 2016/2017, el centrocampista solo pudo disputar 8 encuentros tras arrancar la liga lesionado. El Deportivo entendió entonces que, de nuevo, debía buscar fuera para mejorar en esa zona del campo y envió al coruñés a una nueva cesión. Ya con 32 años, el mediocentro se fue a préstamo al Sporting de Gijón. Sin saberlo todavía, su periplo en Primera se había acabado.
Mallorca, el final de un sueño y el principio de una pesadilla
Álex Bergantiños volvió a demostrar sus virtudes y se hizo un hueco en el Molinón en el curso 2017/2018. Él destacaba en Segunda mientras su Dépor se encaminaba irremediablemente a la categoría de plata. Una categoría de plata en la que volvió al club herculino. Cómo no, para ser importante dentro y fuera del campo. Álex fue el mediocentro defensivo de un equipo que se coló de mala manera en el playoff en la temporada 2018/2019.
Una vez en la promoción de ascenso, marcó el gol de la tranquilidad en Málaga para dar el pase a la final por el ascenso al equipo, que había sido capaz de remontar un peligrosísimo 1-2 en la ida en Riazor (4-2). El Deportivo se iba a jugar el ascenso contra el Mallorca. Y curiosamente, con el durísimo encontronazo que le provocó una intervención quirúrgica y 70 puntos de sutura, el Deportivo empezó a ganar el partido de ida, al quedarse en superioridad numérica, y a la vez a perder la eliminatoria, al dejar de poder contar con Álex.
Porque el coruñés quiso jugar la vuelta en Son Moix. Pero evidentemente no pudo. Y sin su presencia por delante de la defensa, el Deportivo naufragó en el centro del campo y sucumbió ante un Mallorca que remontó el 2-0 de la ida. Álex sufría un golpe todavía más duro que el físico y asistía impotente, lejos del césped, a la disolución de su última oportunidad para volver a Primera.
Mallorca fue el final de un sueño y el principio de una pesadilla para Álex Bergantiños, que empezó a acumular desgracias casi cada año. El siguiente curso, el descenso salpicado por el ‘caso Fuenlabrada’ y su bochornosa detención en un parque de A Coruña. Dos años después, la derrota en la final por el ascenso ante el Albacete en Riazor. Y este mismo mes de junio, la eliminación en Castellón en una eliminatoria que estuvo prácticamente ganada.
Ha sido el cruel epílogo para una carrera intachable de un futbolista capaz de reponerse a la desconfianza y de ganarse el puesto ante cualquiera. El deportista que no era el más técnico, ni el más rápido, ni el más fuerte pero que siempre acababa jugando. Sin una palabra más alta que otra, dando ejemplo y siendo honesto. El capitán ideal. Álex Bergantiños fue el deportivista honesto que luchó por triunfar en su club, sí. Pero sobre todo, el hombre que peleó para que su club triunfase.