Llegó el Deportivo al Sardinero con la idea clara de no dejar correr al Racing de Santander. El conjunto cántabro se ha mostrado hasta ahora letal en las transiciones, por lo que una de las obsesiones del cuadro blanquiazul era atacar, pero siempre evitando desordenarse y, mucho menos, regalar el balón.
Los datos* reflejan ese empeño de los de Borja Jiménez en conservar la pelota por encima de todo en el duelo del domingo. Arriesgar lo mínimo y buscar acelerar sólo cuando la jugada fuese clara. Esto se traduce, principalmente, en menos errores en la entrega. El Dépor pierde esta temporada una media de 93,78 balones por partido, mientras que en el Sardinero se quedó en 79.
Esta precaución también tuvo impacto en la posesión de la pelota, subiendo prácticamente dos puntos (55,53 por ciento) con respecto a la media del equipo, y el aumento en el número de pases. Los jugadores deportivistas movieron más la pelota y con más precisión de lo habitual. A costa, eso sí, de una menor producción ofensiva. También de recibir menos remates del rival. O lo que es lo mismo, procurar que suceda el menor número de cosas posible.
Primer partido del Deportivo sin marcar
Si el plan era conceder poco y tener al menos una clara, al Deportivo no le salió del todo mal. Falló acertar con esa oportunidad que William de Camargo no supo resolver. Ese fue uno de los motivos por los que, por primera vez en la temporada, el equipo coruñés se quedó sin batir al portero rival. Hasta ahora era el único que había marcado siempre, aunque también es cierto que en las últimas jornadas ha reducido su acierto. Y también se mantiene la máxima de que el Dépor necesita los goles de sus delanteros: desde la jornada 2, con el tanto de Lapeña en Tudela, ningún blanquiazul no llamado Miku, Quiles y Noel han aportado en esta faceta.
*Fuente. Wyscout