Toda la parroquia blanquiazul, absolutamente toda, arqueó la ceja cuando el 31 de enero el Deportivo no sólo no firmó un central más antes de acabar el mercado de invierno, sino que dejó salir a Lampropoulos. Algo con lo que ni las mejores casas de apuestas contaban. No se trata de valorar el aspecto cualitativo, es más bien una cuestión de número. Todos se lo tomaron con sorpresa menos quien tenía que hacerlo: Richard Barral y Fernando Vázquez. Desde la dirección deportiva se persiguió a Insua durante todo enero, pero al parecer era Insua o nadie, algo con lo que concordó el técnico pese a quedarse con tres centrales. Uno de ellos del Fabril y el otro con poco más de una docena de partidos en el fútbol profesional sin haber demostrado todavía si ese era su sitio.
Ambos deberían haber sabido que el fútbol siempre está esperando agazapado para castigar los descuidos y en Almería no dudó en invocar a Murphy para demostrarle que siempre va a salir peor algo que en principio puede salir mal. Por si no había quedado claro ya, el efecto mariposa de la grave lesión de Somma ha provocado el descalabro de un equipo que había resurgido de sus cenizas y ahora vuelve a verse en puestos de descenso merced a una fragilidad defensiva inaceptable.
El conjunto blanquiazul se había blindado en 2020, concediendo apenas dos goles en seis encuentros. Han pasado 350 minutos desde que la rodilla del italiano dijese basta y la herida se ha reabierto: nueve goles, uno cada 39 minutos. El área del Dépor ha pasado de ser un búnker inaccesible a un jardín de infancia en el que delanteros como Darwin Núñez pueden pasear con Peru y Montero de la mano como si fueran sus sobrinos. 1-0.
Y es que ahí está uno de los grandes pecados que el de Castrofeito está cometiendo, agravado por la insistencia en algo en lo que, también, parece ser el único convencido. Peru Nolaskoain no es central. No quiere jugar de central y se comporta como tal. El vasco no está cómodo en el eje de la zaga y su lenguaje gestual lo grita a los cuatro vientos. En cada duelo con los atacantes rivales, siempre blando, en cada carrera, siempre lento, en cada acción… siempre mal colocado. 2-0.
Causa y consecuencias
El que debía ser un pequeño contratiempo ha destrozado la identidad del equipo, construido sobre sus tres centrales y un doble pivote formado, precisamente por Peru y Gaku. Y eso que el equipo puede tener recursos para mantener ese pese en el centro del campo, con un Uche que, aún falto de ritmo, mostró maneras, más allá de que corra el peligro de ocupar el lugar de Didier Moreno como chivo expiatorio.
El gran problema del Dépor en estos últimos partidos es que ha tenido que afrontar un escenario que le era desconocido hasta ahora en la racha triunfal: estar obligado a atacar. Lo hizo bien ante el Zaragoza, no le llegó contra el Lugo y provocó que se desdibujara en Almería. Fernando Vázquez necesita pegamento, recoger las piezas y volver a empezar el puzle. Esta vez, la condición debería ser colocar las máximas posibles en su sitio.