Fiesta o tragedia en Riazor. Todo o nada para un Deportivo que se mide en la final del playoff de ascenso a Segunda al Albacete Balompié. El segundo clasificado del Grupo 1 de Primera RFEF, contra el tercero del Grupo 2. Dos de los cinco mejores equipos de la categoría frente a frente. Ambos, a solo un paso de su objetivo ineludible de ascender… y con un estilo similar. Porque si el Deportivo se maneja a través de la posesión, los datos también dicen que el Albacete muestra poderío desde el control de balón.
Es el bloque de Rubén de la Barrera un equipo de autor. El Albacete lleva el inconfundible sello del ex técnico del Deportivo, un apasionado del juego de ubicación. La entidad manchega, recién descendida desde Segunda División, le construyó al preparador un equipo a su imagen y semejanza. Y De la Barrera ha sido capaz de sacarle rendimiento. Porque aunque el cuadro albaceteño ha quedado finalmente tercero, lo cierto es que llegó a la jornada 35 en clara disposición de conseguir el ascenso directo. Cayó en esa fecha ante en Andorra pese a comenzar ganando. Y el golpe fue demasiado duro. Tanto que perdió la oportunidad incluso de ser segundo y evitar al Deportivo en una dolorosa derrota ante el Costa Brava en el Belmonte.
Precisamente en su estadio ha cimentado su fortaleza el conjunto manchego cosechando 44 de sus 67 puntos totales. La escuadra albacetense jugará la final del playoff de ascenso a Segunda como teórico visitante. Y fuera de casa sus cifras son discretas. Ha sumado 23 puntos y ha perdido (6) más que ganado (5). Pero comparándolas con el resto de equipos del Grupo 2, mejoran. Porque el mejor en este sentido ha sido el Sabadell, con únicamente 28 puntos logrados. Cinco más que el Alba, prueba de la dificultad para rascar a domicilio en el ‘otro’ grupo.
Más allá de sus datos globales en cuanto a resultados, el equipo de De la Barrera es un conjunto peligroso tanto a nivel individual como colectivo. Al igual que el Deportivo, el Albacete tiene poderío desde el control del juego, tal y como demuestran el dato de 425,91 pases por cada 90 minutos de juego, según los datos de Wyscout. La cifra es la tercera más alta del Grupo 2, pero no adquiere tanta trascendencia al quedarse lejos de los 566 del Andorra y los 480 del Barça B.
Y es que el Alba es un equipo paciente, que no tiene prisa por progresar en pos de buscar la mejor opción para hacerlo. Cada pase, por intrascendente que parezca, tiene un sentido. Cada movimiento de un futbolista, por lejos que esté de la zona de intervención, ofrece un porqué.
De este modo, tanto los centrales como el portero tienen una función fundamental en el juego de ataque. Son los encargados de iniciar y empezar a buscar la primera ventaja. Para ello, no dudan en conducir si es preciso. Su intención es generar desequilibrios al rival. Y aunque el mirar lejos está entre sus premisas, lo más habitual es que busquen la progresión a través del juego en corto. Precisamente por ello no sorprende que el equipo albaceteño sea el que menos pases largos haya dado en todo el Grupo 2: 36,89 por cada 90 minutos.
Así, pese a su tendencia a combinar, su paciencia le hace alcanzar un ritmo de circulación no demasiado alto: 13,9 pases por cada minuto de posesión. No busca el Albacete un tempo veloz, sino provocar en su rival desajustes para, entonces, dañar. Y lo cierto es que lo consigue. Porque la escuadra manchega promedia 11,36 chuts por 90 minutos y logró ser el sexto equipo más goleador del Grupo 2, con 52 tantos en 38 partidos. Las combinaciones por el carril central, no exentas de profundidad, son su arma más habitual, pues apenas coloca 11,33 centros por encuentro, una de los promedios más bajos de su liga.
Defensa con balón
Sus cifras goleadoras no son espectaculares, pues el Alba no ha sido un equipo con pegada. Según el modelo de Wyscout ha promediado 1,35 goles esperados por partido (menos de los 1,59 que le da Instat), una cifra demasiado cercana a sus goles reales como para considerarlo un conjunto efectivo. Sin embargo, ha sido capaz de rentabilizar sus tantos gracias a una buena solidez. Porque el conjunto albaceteño únicamente ha concedido 0,95 goles por encuentro, pese a que ha permitido una media de 9,48 remates en contra por valor de 1,08 goles esperados (xG).
En este sentido, aunque el Albacete ha sido capaz de defender por momentos en un posicionamiento más plegado, su principal virtud ha sido la de protegerse desde el control de balón. Aunque esto precisamente le ha conducido a encajar su mayor parte de tantos en jugadas de contraataque.
En cuanto a estructura y nombres propios, el Alba viene jugando entre 4-4-2 y 4-2-3-1. Son dos dibujos similares, pues Manu Fuster ejerce como segundo punta pero no deja de ser un mediapunta al uso. El valenciano es un futbolista sensacional. Lleva en el Albacete desde el 2019 y este curso ha sido su gran elemento diferenciador tanto en la creación como en la zona de finalización. Con buen disparo de media distancia como demuestran sus 13 tantos, el ’10’ albacetense es capaz de dinamizar el juego por su capacidad para interpretar el espacio, recibir entre líneas y girarse. Es una suerte de Mario Soriano más incisivo e incidente en el resultado a sus 24 para 25 años.
12 goles suma su compañero de línea, Rubén Martínez. Extremo zurdo, con De la Barrera ha jugado siempre acostado a la derecha para percutir hacia dentro y probar un disparo que ha sido muy rentable. De hecho, un tanto suyo en una jugada prototípica dio al cuadro manchego el pase ante el Rayo Majadahonda. Martínez y Fuster han aportado los goles que el Albacete no ha encontrado en Jordi Sánchez, un tanque que llega a la final tras ver puerta. El punta parece haberle ganado la partida a un Kike Márquez menos sacrificado. Y todo pese a que Márquez ha sido autor de 7 tantos desde su llegada en el mercado invernal desde el Extremadura.
Mientras, por la izquierda Marc Llinares parece haberle ganado el puesto últimamente a Sergio García. El ex del Algeciras era lateral, pero ha ido adelantando su posición ante la competencia de un Julio Alonso que se ha hecho el dueño del costado zurdo de la zaga. Precisamente en esa posición es donde menos ha rotado De la Barrera, que sí ha modificado tanto el centro de la defensa como un lateral derecho huérfano tras la lesión de Diegui Johannesson. Tras la lesión del hispano-islandés, el central Boyomo, el medio Eric Montes y sobre todo Emmanuel Atipoe se han repartido el carril, aunque sin alcanzar el rendimiento de Diegui.
Por su parte, en el centro de la zaga el poderoso Mohamed Djetei parece fijo. Está por ver si le acompaña Javi Jiménez o Rafa Gálvez, que vuelve tras cumplir sanción. Más allá de sus condiciones defensivas, los centrales sobresalen también por su capacidad para tratar el balón, cualidad indispensable para Rubén.
Por último, en el mediocampo, Riki Rodríguez aporta un dinamismo diferencial para la categoría tras sus años en Segunda con el Oviedo. El asturiano llegó en invierno y ha hecho olvidar la baja de Maestre. En función de su plan de partido, a Riki contará con un acompañante diferente. Si De la Barrera es muy atrevido, apostará por Fran Álvarez, como viene haciendo últimamente. Si el coruñés prefiere guardarse la bala del talentoso zurdo, el poderoso Alberto Jiménez o el prometedor Eric Montes serán sus opciones. Ambos son pivotes más posicionales por delante de la defensa.
Lo evidente es que, sea cual sea su apuesta, el Alba cuenta con un elevado nivel de talento al que suma la pizarra. Pocos rivales habría más complejos en la categoría para jugarse un ascenso a Segunda. Más que nada porque, como el Deportivo, el Albacete tiene poderío desde el control.