«Me llamó un lunes a las 12:30 y me daba cuatro horas de plazo para darle una respuesta inmediata. Fue imposible decirle que no». Para Francisco Martínez Nión, portero de aquella estupenda generación del Fabril que entrenó Carlos Ballesta a mediados de los 90, la vida cambió el pasado mes de julio en apenas un instante, el que duró su conversación con Juanjo Vila -analista de vídeo durante la etapa de Miguel Ángel Lotina en el Deportivo- para decidir si hacer la maleta y poner rumbo a Armavir, una localidad rusa a 5.009 kilómetros de su A Coruña natal.
Y allí, en una localidad de apenas 200.000 habitantes situada al norte del Cáucaso, pelea el conjunto local por emerger en la tabla de la 1. Division -equivalente a la segunda categoría del fútbol nacional-. Al Torpedo Armavir lo lidera un viejo conocido de la afición deportivista, el excéltico Valeri Karpin, que en su nuevo periplo se llevó con él a un cuerpo técnico integrado por hasta cuatro españoles. Entre ellos, el propio Fran, que tras trabajar como entrenador de porteros en el Laracha durante el curso pasado, disfruta ahora de su primera experiencia como preparador en el extranjero. Y lo hace a conciencia.
«A mí esto me apasiona», comentó Fran a Riazor.org. «Es la oportunidad que está esperando toda persona que vive esto como yo lo hago. Además llegas allí y ves el nivel de trabajo de esta gente… Hace dos años estaban en Champions con el Spartak de Moscú. Y en ese sentido, todos los días que te levantas para un entrenamiento es un máster«. Y todo ello, pese a que el asfalto suele ser compañero habitual de la rutina: «El club está remodelando las instalaciones, así que nos preparamos en Krymsk, que está a cinco horas y cuarto de Armavir. De las que pasamos en el autobús, ya perdí la cuenta».
Entre medias, algún que otro viaje sobrevolando Siberia. Y es que jugar en la división de plata del país euroasiático implica hacerlo a orillas del Océano Pacífico. «Fuimos a jugar a Vladivostok contra el Luch-Energia. Ocho horas de vuelo. El partido, a las 12:00 de la mañana. Llegamos allí a las 8:45, los jugadores fueron a descansar, después tuvieron una sesión de vídeo y al estadio. ¡Y ganamos 0-1! Fue espectacular. Defensivamente estuvieron increíbles». Y ahí, en esa rocosidad en la retaguardia, radican parte de las esperanzas del equipo de cara a salvar la categoría. «Arriba no tenemos mucha pólvora, y todos los puntos que podamos sacar vienen de que el equipo está muy trabajado tácticamente», señala Fran.
En esa capacidad para exprimir cada recurso de la plantilla y hacer piña en pos del objetivo de la permanencia es donde el antiguo integrante del filial deportivista sitúa la clave de todo. «Karpin se fue de Mallorca sin que ningún futbolista de la plantilla quisiese su marcha. En alguna tertulia después de las cenas con el Torpedo no era raro que algún integrante de aquel equipo llamase a Juanjo. Me sorprendió gratamente. Como miembro de su equipo de trabajo, te pregunta y quiere que tú participes«, revela Martínez, un profesional metódico que se desenfundó los guantes con 37 años en el Soneira y al que nadie le regaló nada.
«Creo mucho en el entrenamiento. En el Laracha me marchaba a gusto a casa porque sabía que mis porteros habían trabajado bien. Y en el Torpedo, Komarov -el portero titular del equipo- me ha llegado a dar algún abrazo antes de irse». Esa convicción, fraguada en base a mucha voluntad y a una notoria inversión propia en formación, material y gasolina, encontró una recompensa final. «Esto es mi vida, ¿sabes?», apunta Fran con su acento venezolano y coruñés a partes iguales. Y se ha ganado a pulso disfrutarla.