Si hay algo en el mundo del fútbol que genera unanimidad es el drama que supone para cualquier equipo un descenso de categoría. Lo que hace décadas suponía principalmente un golpe anímico para un grupo de futbolistas mayoritariamente de la casa y para una afición identificada por completo con unos colores, ahora va mucho más allá. El sentimentalismo sigue muy presente, pero ha sido relegado a un segundo plano por el golpe económico que ello supone y las consecuencias que acarrea.
Son muchos los casos de entidades que han visto seriamente comprometida su viabilidad a raíz de la pérdida de categoría, y para alguno de ellos ha supuesto incluso el detonante de su posterior desaparición. Eso explica y justifica en gran medida el empleo de expresiones como asomarse al abismo, a las puertas del infierno o caer al pozo. Un símil este último que esta temporada en Segunda B se ha tornado de lo más apropiado visto el peculiar formato de la competición y lo acontecido con los cuatro equipos descendidos de la Segunda División.
EXTREMADURA
De los cuatro recién descendidos el Extremadura fue el equipo que estuvo más cerca de poder pelear por recuperar la categoría. Pero al mismo tiempo también ha sido el que ha vivido un año más convulso. El cuadro azulgrana arrancó el curso con Manuel Mosquera al mando, cargo en el que apenas duró cinco jornadas. Fue reemplazado por el técnico del filial, pero la apuesta resultó fallida y tres partidos después el elegido para reconducir la situación fue el propio Mosquera. Una decisión más que sorprendente que tuvo lugar durante el parón navideño y en plena sacudida accionarial. Los cambios en la propiedad trajeron la salida de uno de los máximos accionistas y la llegada a la entidad de un nuevo grupo inversor encabezado por, el otrora mediático representante en los 90, Zoran Vekic.
La gran racha firmada en el tramo final de la primera fase, con 16 puntos de 18 posibles, permitió a los de Almendralejo acceder a la fase de ascenso. Pero todo estuvo a punto de saltar por los aires a principios de marzo. La plantilla y cuerpo técnico hicieron público un comunicado denunciando la grave situación económica que atravesaba la entidad y los reiterados impagos de las nóminas. La reacción del presidente fue la de anunciar la liquidación y posterior disolución del club, amenaza que por fortuna no llevó finalmente a cabo. Lo extradeportivo no afectó a los azulgranas, inmersos en la pelea por el ascenso hasta el último suspiro. Una derrota en la penúltima jornada y la brutal remontada protagonizada por el Real Madrid Castilla, su rival directo por la última plaza en juego, en la jornada decisiva, gol incluido del exdeportivista Hugo Vallejo, dejaron al Extremadura con la miel en los labios y le condenan a jugar la próxima temporada en la 1ª RFEF.
DEPORTIVO
Si un equipo estaba llamado a pelear por el ascenso y partía con la vitola de favorito ese era el Deportivo. Por historia, por plantilla, por presupuesto y por masa social los blanquiazules estaban obligados a, cuanto menos, clasificarse para el playoff final por el ascenso. Todo lo que no fuese eso supondría un fracaso que desgraciadamente se acabó consumando y que dejó numerosos cadáveres por el camino. El primero de ellos el de Fernando Vázquez, incapaz de ilusionar ni con el juego ni tampoco con los resultados, tocado tras la derrota ante el Celta B y sentenciado por el Zamora. A la salida del de Castrofeito le siguió un relevo en la directiva presidida por Fernando Vidal.
Ya con Antonio Couceiro en la presidencia y Rubén de la Barrera en el banquillo, el Deportivo afrontó una recta final de primera fase que inició con la amenaza de poder caer a Tercera y finalizó con la decepción de quedarse a las puertas de colarse en la lucha por el ascenso. Tocaba pelear por minimizar daños y evitar un nuevo descenso. Todo parecía encauzado hasta que la derrota ante el Langreo devolvió el nerviosismo a un deportivismo que al fin pudo respirar tranquilo con la goleada en Riazor ante los asturianos que certificaba su presencia en la 1ª RFEF.
RACING DE SANTANDER
El Racing de Santander es el único de los cuatro que aún no ha concluido la temporada. Aún le restan dos partidos por disputar pero ya sabe que el próximo curso competirá en la 1ª RFEF. El conjunto cántabro fue el primero en certificar su descenso a la categoría de bronce, pero desaprovechó lo que podía haber sido una ventaja a la hora de la planificación. El nuevo proyecto nació con dudas, empezando por una elección de entrenador que se demoró semanas y acabó siendo un despropósito, al menos de puertas a fuera. Finalmente el elegido fue el asturiano Javi Rozada, ex-técnico del Oviedo y gran conocedor de la categoría.
Esa supuesta falta de confianza en la persona encargada de llevar las riendas del equipo quedó de manifiesto a las primeras de cambio. Un inicio irregular en cuanto a resultados trajo consigo el cese del asturiano tras solo siete jornadas disputadas. Aritz Solabarrieta tomó las riendas con inicio decepcionante en las que sumó tres derrotas consecutivas con las que el equipo tocó fondo en el mes de enero. A partir de ahí llegó una gran reacción que resultó insuficiente ni tan siquiera para llegar a la última jornada de la fase regular con opciones de colarse entre los tres primeros. Esa inercia y el colchón de puntos con el que partía en la siguiente fase fueron suficientes para garantizarse un billete para 1ª RFEF. No obstante, de cara al próximo curso la directiva ya ha anunciado una profunda renovación que empezará por un relevo de todos los integrantes de la parcela deportiva.
NUMANCIA
El que fuera el compañero de viaje del Deportivo ante la injusticia generada por el “Caso Fuenlabrada” es el que peor parado ha salido de entre los descendidos. Como no podía ser de otra manera, la apuesta del Numancia pasaba por recuperar la categoría por la vía rápida. Con ese objetivo se dio forma a un proyecto con el sello propio de una entidad que acumula décadas de buena gestión tanto deportiva como económica. No obstante, los sorianos acabaron sucumbiendo ante un sistema de competición que apenas daba margen de maniobra y disparaba los nervios de directivos y aficionados.
Al igual que el resto de descendidos, un inicio titubeante en cuanto a juego y resultados puso en entredicho la figura del técnico, el vasco Manix Mandiola. La derrota a manos del por aquel entonces colista Marino de Luanco en el ecuador de la primera fase supuso su sentencia. El sustituto fue el que era segundo entrenador, Álex Huertas. Pero el cambio no surtió el efecto deseado. El equipo seguía sin carburar y la ansiada reacción no llegó a producirse. Es más, el fantasma de la Tercera División sobrevoló Los Pajaritos hasta la última jornada de la primera fase. Una goleada en dicho encuentro espantó esos fantasmas y le brindó la posibilidad de pelear por mantenerse en la categoría de bronce. Sin embargo su buena segunda fase no fue suficiente para superar a Racing de Ferrol y Deportivo y acabó consumando un nuevo descenso que le convierte en equipo de 2ª RFEF.