La fortuna es a menudo un factor decisivo en el deporte de élite. El azar puede determinar quién es el vencedor y quién el derrotado, quién consigue sus objetivos y quién sufre la condena del fracaso. Por eso es frecuente que tanto los implicados en la competición como los aficionados intenten invocar a la suerte a través de los más variados rituales. Las supersticiones y las manías son costumbres muy habituales entre deportistas y seguidores de todo tipo de deportes, incluido el fútbol del más alto nivel.
En el Deportivo de La Coruña también hay un buen número de ejemplos de esta clase de comportamientos. Alguno de ellos era común hace varias décadas pero se ha perdido en la actualidad. A principios de los cuarenta, los hinchas blanquiazules soltaron un zorro por las calles de Vigo al visitar al Celta, su eterno rival. Se creía que el animal tenía el poder de dar mala suerte al equipo contrario… y lo cierto es que funcionó, porque aquel día el Dépor ganó por primera vez en el estadio de Balaídos. Hoy en día, por supuesto, un acto de estas características podría suponer incluso problemas legales a sus responsables.
Otras costumbres antiguas resisten el paso del tiempo. En el estadio del Deportivo, Riazor, es habitual ver cabezas de ajo en la zona de las porterías, que algunos espectadores arrojan al césped minutos antes del inicio de algunos partidos. ¿Por qué lo hacen? En Galicia, los cuentos populares hablan de un tipo de bruja llamado ‘meiga’, seres en los que casi todo el mundo afirma no creer… «pero haberlas, haylas». El mito dice que los ajos tienen la capacidad de espantar a las ‘meigas’, evitando de este modo que se presenten en el campo para traer mala suerte al equipo coruñés en sus encuentros más trascendentales.
Pero no sólo los aficionados han demostrado ser supersticiosos en la historia del club gallego. También hay casos en que hemos podido conocer las manías de los deportistas. En la temporada 2003/04, el Deportivo presentó una de sus camisetas más innovadoras, con los colores naranja, blanco y azul marino. La estrenó en su visita al Mónaco, en partido de Champions League celebrado el 5 de noviembre de 2003. Aunque el Dépor había derrotado al conjunto del Principado apenas dos semanas antes en Riazor, en el Stade Louis II cayó por un escandaloso 8-3. El entrenador Javier Irureta, probablemente con el beneplácito de sus jugadores, ordenó que esa camiseta maldita no volviese a ser utilizada nunca. Y efectivamente, la prenda cayó en el destierro.
Son sólo algunas historias de supersticiones entre los cientos de ejemplos que se han dado en el mundo del fútbol y el deporte en general. Muchos jugadores saltan siempre al terreno de juego pisando en primer lugar con el mismo pie, otros se persignan un número concreto de veces justo antes de que el partido dé comienzo.
En el Chelsea, John Terry pasó muchísimos años utilizando siempre las mismas espinilleras. Gennaro Gattuso, ex del Milan, leía a Dostoevsky antes de jugar. Al extremo lleva sus rituales Rafa Nadal, que trata de no pisar las líneas blancas de la pista, bebe de dos botellas de agua distintas, cambia de raqueta cada ocho juegos… Aunque unas veces ganen y otras pierdan, las manías de los deportistas son para ellos costumbres sagradas.