Nueva edición de la columna de Dani Cancela, ex del Depor y coruñés, enrolado en las filas del Kitchee de Hong Kong desde hace una década. En su serial titulado ‘Desde la (semi) burbuja’, nos cuenta las sensaciones que le dejó la victoria del Deportivo contra el Pontevedra y el panorama que tiene por delante:
Llegaba el Pontevedra a Riazor en una tarde en la que todos teníamos el miedo en el cuerpo. El partido más importante de los 115 años de historia del club, había llegado a decir el Nuevo Presidente Couceiro. Justo un día después de celebrar el décimo noveno aniversario del Centenariazo, esa frase, que sonaba a sacrilegio, sobrevolaba la mente de todos los deportivistas como una triste certeza.
El Depor, a excepción del partido de A Malata, nos estaba acostumbrando a ejercer su (escasa) autoridad en los partidos durante los primeros minutos, para ir poco a poco diluyéndose en el terreno de juego, y estando tanto en juego, cada minuto que pasara iba a ser una losa en los jugadores del Depor. Por eso el gol de Keko fue tan importante. Porque de un plumazo cambió la ansiedad de bando y dio un respiro a todos los corazones blanquiazules. Uno de los jugadores franquicia aparecía en el momento indicado para, de una genialidad, poner al equipo por delante. Algo que tenía que haber pasado mucho más durante la temporada y que solo vimos en los destellos de Rolan.
Después de una vuelta entera y muchas idas y venidas, el equipo se plantaba otra vez contra el Pontevedra con algo parecido a una defensa de cinco, con Bóveda de carrilero. Muchos pensarán que para este viaje no hacían falta tantas alforjas, y puede ser cierto. La realidad es que el efecto De la Barrera no ha sido el esperado, y a día de hoy solo se le puede poner en su haber el atreverse a cambiar jugadores sin mirar nombres y dejar en el banquillo a los que por nombre y ficha estaban llamados a manejar el equipo.
Porque de ese atrevimiento (y de no haber sido capaces de fichar a nadie, eso no se nos puede olvidar) surge la aparición de Diego Villares, un chico que llegó para quedarse en el once y que aporta muchas de las cosas que el equipo necesitaba. Piernas e intensidad, sí, pero también lectura de juego y calidad. El prototipo de canterano que tiene que liderar el proyecto del club en los próximos años y la muestra de que la política de cantera tiene que orientarse en la formación, pero también en la captación de los futbolistas de la zona que a edades tempranas ya compiten en categorías senior y por lo tanto maduran antes. Es importante.
Y Álex. Podríamos explicar el partido del domingo hablando solo de él. Una vez más, y ya van unas cuantas, de su rol de secundario surge para llevar la manija del equipo. Decía la semana pasada que este era el momento de Álex, de aportar lo que más echaba en falta el equipo: carácter, personalidad y liderazgo en el campo, y Álex lo tiene. Siente el escudo pero no le pesa la camiseta. Y es el único en la plantilla, no nos engañemos, que tiene la capacidad de leer el fútbol necesaria para hacer lo que le pedía el entrenador: saber cuando ser central y cuando medio centro; ayudar a la salida de balón y evitar que el equipo se metiese atrás, porque hacer lo que hizo el día de Guijuelo teniendo enfrente a Rufo y Charles hubiese sido un suicidio. Todo eso y hacer crecer a Villares a su lado hizo Álex el domingo. Sin ruido, como siempre, en su línea. Veremos qué pasa a partir de ahora.
Superado el match ball y viendo lo suficientemente lejos el abismo absoluto, el que más y el que menos se centra en hacer cuentas para ver si todavía da. Cuentas que pasan por ganar a los dos equipos más en forma del grupo y de que nos encajen a nosotros muchas de las piezas que quedan del puzzle de esta fase, incluida la incertidumbre del aplazamiento de la última jornada. Otra vez, parece mentira, el virus entrometiéndose en un desenlace en el que el Depor está involucrado. Esperemos que con mejores decisiones y mejor resultado esta vez.
El rendimiento del equipo no da para mucha confianza, pero en el fútbol cosas más raras se han visto. El domingo toca apretar los dientes y sufrir la visita a un campo al que el que suele ir es el Fabril, todavía con la herida abierta de la derrota de la primera vuelta que supuso el principio del fin para Fernando Vázquez. Si se gana, llegaremos a la última jornada con alguna opción. A ver si por una vez el final de la historia nos sonríe a nosotros.