Deportivo y Valencia mantienen desde los años 90 una de las rivalidades más duras del fútbol español. El penalti de Djukic, la final de Copa y, más recientemente, el triunfo che en Riazor que mandó al conjunto coruñés a Segunda, han dado paso a otros encontronazos, aunque esta vez en los despachos. Pese a que la cesión de Bakkali y las conversaciones por Diego Alves apuntan a una especie de tregua, el tira y afloja entre ambos clubes ha pasado por momentos críticos como sucedió en el caso de Fede Cartabia, al que se resistieron a concederle la carta de libertad hasta el último momento para retrasar su llegada a A Coruña.
Esta fricción surgió, precisamente, en un mercado de enero de hace dos años y tuvo como protagonista a Pedro Mosquera. El coruñés, entonces indiscutible con Víctor Sánchez del Amo, completó una espectacular primera vuelta con una brillante actuación contra el Valencia. El encuentro terminó 1-1, pero Neville, técnico valencianista, se quedó prendado de él e intentó llevárselo.
El Dépor contraatacó rápido y le ofreció una gran renovación a Mosquera para que se quedase en A Coruña, convirtiéndolo en uno de los estandartes del proyecto. El proceso fue similar unos meses después pero con Sidnei como objetivo de los de Mestalla. También fallaron. En la Plaza de Pontevedra aprovecharon el dinero ingresado por Lucas Pérez para hacerse con la totalidad del pase del brasileño y ampliar su contrato unos meses más tarde.
Ambas operaciones, en su momento valoradas como un grandes triunfos para los blanquiazules, tienen hoy menos valor que entonces si nos atenemos al rendimiento posterior de ambos futbolistas. Porque tanto para Mosquera como para Sidnei, esa temporada 2015-16 fue el techo de su juego vistiendo la camiseta deportivista.
El mediocentro ya fue desapareciendo en esa segunda vuelta junto al resto del equipo y el año pasado participó muy poco desde el inicio. No convenció a Garitano y, aunque con Mel repuntó y fue importante en la permanencia, una lesión lo frenó y no ha vuelto a tener el mismo protagonismo. Este verano fue nombrado capitán, pero sólo ha sido titular en cinco partidos de Liga. Regresó al once el pasado domingo ante el Villarreal y espera que su correcta actuación sea la primera piedra para volver a encontrarse.
Mosquera sólo ha sido titular en cinco partidos de Liga y Sidnei vio varios desde la grada por decisión técnica
En el Estadio de la Cerámica cuajó un gran encuentro Sidnei, cuyo descenso de nivel desde que el Valencia llamase a su puerta fue similar. Quizá se retrasó algo más, puesto que su primera vuelta de la pasada campaña fue muy buena, pero el último tramo de campeonato y el inicio del presente curso acabaron por confirmar su bajón. Hasta Pepe Mel lo dejó en la grada durante tres encuentros consecutivos por decisión técnica.
La llegada de Cristóbal le sentó bien. Aunque con errores como el del día del derbi ante el Celta, a Sidnei le ha favorecido la mayor organización defensiva del equipo y está volviendo a recordar al de sus mejores días. Veloz al corte, buen corrector para llegar a donde no pueden sus compañeros y sumándose al ataque con peligro.
El Valencia fue responsable, al menos indirecto y en los despachos, de la desconexión de dos puntales de la plantilla deportivista. El próximo sábado, esta vez sobre el césped, la esperanza es que la visita de los de Marcelino sirva de trampolín para que ambos vuelvan a lo más alto. El brasileño seguirá titular y todo hace indicar que Mosquera tendrá una nueva oportunidad. Está en su mano.