El joven atacante está muy cerca del Deportivo. Al delantero, propiedad del Atlético de Madrid, lo define en Riazor.org Antonio Rivas, su entrenador en dos equipos del filial rojiblanco.
Borja Bastón (Madrid, España, 25 de agosto de 1992) encarna la figura del delantero centro clásico. Alto, corpulento y con una idea que no consigue sacar de su cabeza: el gol. Una inoportuna lesión frenó su progresión y ahora, a punto de cumplir los 21 años, llega a Riazor dispuesto convertirse en el nueve titular. Una de las personas que mejor le conoce es Antonio Rivas. El que fuera central del Real Oviedo, dirigió al delantero en dos etapas diferentes: la primera en el Juvenil A, y la segunda en el Atlético B. El técnico se pasa por Riazor.org para hablarnos de este atacante.
Rivas asegura que “hasta la fatídica lesión su ascensión era espectacular. Se trata de un delantero con una gran capacidad para desmarcarse y que juega muy bien de espaldas a portería. Sin embargo, lo que mejor define a Borja es su facilidad para convertir goles. Siempre se encuentra bien posicionado dentro del área y es un cazagoles”.
Hijo de Miguel González Bastón, portero en su época del Atlético y Burgos, Borja entró en el conjunto colchonero a los cinco años de edad. Pronto cambió la portería por el puesto de nueve, y la decisión no pudo ser más acertada. Sus registros goleadores en las diferentes categorías son realmente espectaculares, y muchos veían en él al futuro delantero del primer equipo. El ariete fue quemando etapas a un ritmo vertiginoso e, incluso, su gran rendimiento provocó que un delantero como Álvaro Morata, compañero suyo en la entidad rojiblanca, abandonara el club por falta de minutos cuando ambos eran cadetes.
Con diecisiete años cumplió todas las expectativas en el filial atlético, logrando doce tantos en veintitrés partidos en la categoría de bronce del fútbol español. Por ello, Quique Sánchez Flores le dio la alternativa en mayo de 2010, haciéndole debutar en el Calderón. Borja saltaba al terreno de juego en el minuto 58, y en el 79 se tenía que retirar a causa de una grave lesión de rodilla. El que tenía que ser el día más feliz de su joven carrera deportiva, se convirtió en una auténtica pesadilla. Con trabajo y esfuerzo, regresó a los terrenos de juego en diciembre de ese mismo año pero, lógicamente, su progresión en el Atlético de Madrid se vio frenada de forma repentina. Antonio Rivas lo tuvo a sus órdenes antes y después de ese desgraciado percance en la rodilla. “Él trabajó muy duro para recuperarse y, aunque le costó coger ritmo de competición, acabó haciendo goles y siendo un jugador importante para nosotros”.
Sin embargo, esos goles no fueron suficientes para quedarse en la primera plantilla, y Borja tuvo que buscar acomodo en otros clubes. Ahí llegaron sus cesiones a Murcia y Huesca, con el claro objetivo de recuperar las sensaciones. El primer año no lo tuvo fácil. La inestabilidad en el club murciano afectó a un Borja que sólo logró cuatro tantos en toda la temporada, y no se hizo con un puesto en el equipo titular. Las cosas mejoraron el año pasado en Huesca, ya que a pesar del descenso, el delantero anotó nueve goles en 31 partidos y disfrutó de muchos más minutos.
Con la Selección, Borja se alzó con la Bota de Oro del Mundial sub-17, y consiguió ser campeón de Europa sub-19, aunque su rol fue muy diferente en las dos competiciones. En la primera, anotó cinco tantos en seis partidos; mientras que en la segunda, disputó tan solo dos encuentros.
El Dépor se presenta como la oportunidad perfecta para que este joven delantero explote de manera definitiva. Borja necesita sentirse importante, y Riazor puede ser el lugar ideal para lograrlo. En lo personal, Antonio Rivas se muestra tajante: “tiene una cabeza excepcional. Es un chico muy humilde y trabajador que encaja a la perfección en cualquier vestuario. En lo deportivo, lo único que necesita son minutos y confianza.”