El Deportivo volvió a ganar fuera de casa después de casi cuatro meses, imponiéndose al Sporting de Gijón en dos cuestiones fundamentales: fue más eficaz en el área rival y más inteligente a la hora de administrar los esfuerzos y medir los tiempos. El encuentro de los blanquiazules en el Molinón no pasará a la historia por su brillantez, ni mucho menos por haber sido superior a su rival, aunque el último cuarto de hora sí debería revisionarse una y otra vez en la sala de vídeo de Abegondo como ejemplo de defender un resultado en campo contrario.
La tarde comenzó movida. Porque ambos equipos lograron exagerado premio antes incluso de hacer el más mínimo mérito. Estrategia por aquí, graves errores defensivos por allá… y sin el menor atisbo de fútbol ya habían caído tres goles en apenas 15 minutos. El Dépor recuperó esa pegada que lo había hecho temible hace unos meses y en sus primeros tres remates marcó dos goles. No hizo pleno porque el segundo intento de Christian Santos cogió demasiado efecto.
Tocó sufrir, sobre todo porque el Sporting salió con las revoluciones por las nubes. Le funcionó por momentos, anulando por completo a Edu Expósito y un desacertado Vicente Gómez que apenas conectaban dos pases seguidos. Bergantiños no daba abasto para tapar todas las vías de agua y esta vez no tenía la ayuda de los centrales, con Djurdjevic reclamando toda su atención.
Los de Natxo se resignaron a contener el órdago local, conscientes de que no podía durar todo el encuentro. El equipo asturiano sólo tuvo una marcha y quemó las naves nada más salir del descanso. Ciñéndose al plan pudo empatar en el enésimo duelo ganado en la medular, pero fallaron.
Corría el minuto 60 cuando Didier Moreno entró al campo. Fue en ese momento cuando el Dépor terminó de ganar el encuentro. La inyección de energía del colombiano agravó todavía más la fatiga del rival, convirtiendo al centrocampista, hasta ahora siempre sospechoso, en omnipresente. No necesitó ni estar bien colocado, sino que llegaba a todos los balones un segundo antes por pura superioridad física. A veces la solución fácil es la más eficiente.
Apoyado en el hombro de Moreno y la clase de Carlos Fernández, mientras estuvo sano, el conjunto coruñés se las arregló para salir de la cueva y esconder la pelota, concediendo únicamente un disparo a puerta tras una mala salida de Dani Giménez. Natxo ajustó con un 4-1-4-1 para dar todavía más empaque a esa idea y lo único que hizo peligrar la victoria fue lo corto del resultado. Faltó colmillo para sentenciar antes, pero la lejanía de la última victoria a domicilio pesó demasiado en las piernas de los blanquiazules, que dieron por bueno el 1-2 final.