No cabe duda de que entre los muchos atractivos que nos depara el derbi del sábado, uno de ellos es el duelo en los banquillos. Pocos equipos pueden presumir de tener dos entrenadores tan identificados con la grada, y si echamos la vista unos años atrás es fácil entender por qué.
Víctor Sánchez del Amo llegaba como jugador a A Coruña en la temporada 1999/2000. A pesar de su juventud, ya había dejado grandes sensaciones en el Real Madrid donde llegó a ganar una Champions y la temporada inmediatamente anterior en el Racing de Santander. En ese momento, el madrileño no era consciente del paso tan importante que acababa de dar en su vida. En la temporada de su debut, solamente se perdió un partido en aquel formidable equipo que acabó ganando la Liga. Luego llegarían las imborrables noches de Champions y más títulos, entre ellos el Centenariazo.
Por su parte, Eduardo Berizzo se incorporó al Celta como futbolista en el mercado de invierno de la campaña 2000/01. Desde su llegada al equipo se hizo con un puesto en el centro de la zaga y junto a otros ídolos celestes como Mostovoi, Karpin, Mazinho… se convirtió en un símbolo del mejor Celta de la historia, llegando a disputar la Champions League.
Los dos jugadores brillaron en sus equipos, pero el tiempo pasa y a ambos les llegó el momento de defender otros colores. Sin embargo, su idilio con Galicia no había acabado para ninguno de los dos. Esos años tan gloriosos en los que jugadores y clubes se dieron tanto recíprocamente dejaron una puerta abierta. La etapa de jugadores terminó para ambos, si bien siguieron su curso desarrollándose y formándose para hacerse entrenadores y la oportunidad acabó llegando.
EL REGRESO A LOS BANQUILLOS
La pasada campaña, el Deportivo de Víctor Fernández caminaba sobre la cuerda floja y coqueteaba peligrosamente con los puestos de descenso. Un empate en casa con el colista en ese momento, el Córdoba, dejaba a los herculinos con tan sólo dos puntos de ventaja sobre los puestos de descenso. Para Tino Fernández fue el momento de decir basta, y con 8 jornadas por jugarse, le encomendó la hazaña de salvar al equipo a Víctor, un novato como primer entrenador en los banquillos pero que no dejaba dudas ni de su compromiso ni de su profesionalidad.
El milagro se consumó en la última jornada en el Camp Nou ante un Barça ya campeón. Desde ese momento, la dinámica de la institución, que por motivos tanto deportivos como extradeportivos había vivido una temporada convulsa, tornó en un ambiente mucho más ilusionante. Víctor se ganó el continuar como técnico. A pesar del mal comienzo de 2016, no hay duda en reconocer el formidable trabajo del técnico que ha mantenido al equipo siempre en posiciones cómodas y dando mucho que hablar en algunas fases del torneo, a pesar de los recursos extremadamente limitados para confeccionar al equipo.
El Celta en cambio, se vio en la necesidad de traer a un sustituto de Luis Enrique para la temporada 2014/15. El técnico asturiano había hecho un papel más que digno la temporada anterior, lo que le valió fichar por el Barcelona. Con la tranquilidad de dirigir al equipo desde el comienzo de la temporada y en perfecta coordinación con el resto de áreas deportivas del club, Berizzo pudo diseñar la plantilla a su gusto y trabajar en un estilo de juego.
El Celta concluyó octavo la temporada anterior y en la presente lucha por entrar en competiciones europeas. El “Toto” ha conseguido resultados y un juego vistoso, lo que ha realzado la imagen de sus jugadores también individualmente. Varios futbolistas han atraído las miradas de los grandes en las últimas temporadas (Krohn-Dehli, Augusto Fernández, Nolito…).
DOS SÍMBOLOS
Víctor y Berizzo son algo más que los entrenadores de Deportivo y Celta. Son dos símbolos de referencia para la afición que evocan maravillosos recuerdos y un futuro esperanzador. Dos entrenadores con paralelismos evidentes que el sábado volverán a enfrentarse una vez más como siempre lo han hecho desde el campo o desde el banquillo: con el máximo respeto, y con la máxima ilusión.