El regate vuelve a estar en el centro del debate. Cada cierto, la irrupción de un futbolista capaz de eludir acciones defensivas rivales vuelve a poner en el foco la necesaria presencia de una estirpe de futbolista cada vez más escasa, ante la sustitución del fútbol de la calle por el de la academia. El último ejemplo es la aparición de Bryan Zaragoza, la sensación del Granada y ya en dinámica con la selección española.
«Es muy probable que no haya jugadores creativos si todo es automático, si hay uno que gambetea con 15 años le decimos que no lo haga porque la perdió 2 o 3 veces. Bueno, a esa edad la van a perder 2, 5 o 10 veces. Entiendo lo del juego posicional, lo de atacar los espacios… pero yo entiendo que los entrenadores nos tenemos que hacer cargo de esa supuesta falta de creatividad», comentaba Pablo Aimar, , ahora asistente de Scaloni, en una charla con BeMagistral hace un par de años que se volvió viral.
«Creo que a esas defensas en bloque las ‘destraba’ un creativo. Y un creativo gambetea. Un creativo es alguien que se inventa algo diferente cuando todo es monótono«, explicaba el exinternacional argentino.
Pocas exposiciones mejores que las del ‘payaso’ para definir no solo el excesivo constreñimiento del balompié en etapas de formación, sino la necesidad de encontrar en ataque imaginación. Ante la falta de espacio, creatividad. Ante las defensas cerradas, talento individual en el último tercio. Ante cualquier cerrojo, el regate siempre va a ser una de las llaves maestras.
Precisamente consciente de los escenarios que se podía encontrar en su cuarto curso consecutivo en la tercera categoría, Fernando Soriano e Imanol Idiakez dieron en verano un giro de tuerca al plantel deportivista. Buscaron aragonés y vasco dotar a la plantilla de más recursos. Sumando de nuevo calidad en la asociación, pero ganando desequilibrio individual. De ahí si apuesta por extremos naturales, con Yeremay Hernández y Berto Cayarga como claros referentes, pero con el joven David Mella como prototipo ideal si daba el paso.
Dos jugadores de banda puros y encaradores más un tercero -si pedía paso desde el Fabril- a los que se unieron un Davo que sabe lo que es rendir partiendo desde carriles exteriores y, sobre todo, Pablo Valcarce. Porque el leonés ha jugado mucho por dentro en este inicio en el Dépor, pero sabe lo que es ser resolutivo por fuera.
En resumen, talento exterior con un don más o menos evidente para el regate. Un regate que, con Yeremay a la cabeza, fue fundamental en la construcción del equipo en pretemporada y en las primeras pruebas oficiales. El Deportivo quería ser más vertical y aceleraba a ritmo de Peke, al que el colectivo sabía encontrar en situaciones ventajosas para que él sacase a relucir su don.
El canario mezcla las dos factores fundamentales para ser un driblador de nivel. Por un lado, maneja unas condiciones técnicas innatas y un aspecto condicional que ha ido puliendo hasta ser cada vez más ideal. Por otro, en su cabeza no hay censura: todo es un ausencia de vergüenza al que ahora la madurez le ha empezado a unir comprensión para saber cuándo y cómo.
La clave es, sin duda, alguna este atrevimiento. Un atrevimiento que, sin Peke, el Deportivo ha perdido, más allá del oasis que supone el descaro juvenil de David Mella. Porque, evidentemente, el nivel colectivo del equipo ha bajado al mismo ritmo que los resultados y de forma progresiva al tiempo de orfandad de Yeremay.
Pero quizá ha ido descendiendo, precisamente, porque las soluciones individuales no han aparecido cuando el colectivo las solicitaba para desequilibrar. Un ejemplo: si como equipo soy capaz de llevar el balón a banda y genero una situación de cierta ventaja en banda, lo que necesito es que ese futbolista, al menos, se atreva a aprovecharla para potenciarla.
Mella da la cara
Y es que no se puede decir que el Dépor haya desconectado del juego a sus extremos. Y como muestra, el citado Mella. El santiagués acumula en sus escasos 345 minutos de juego ya 30 regates intentados, con un notable acierto del 43% -siempre según Wyscout-. Es decir, de cada 10 veces que encara, logra superar a su rival en 4. Ante el Celta Fortuna lo intentó en 8 ocasiones, las mismas que frente al Teruel, los dos encuentros en los que ha sido titular.
Las cifras demuestran no solo talento, sino ese descaro que el Deportivo ha demandado por fuera, cuando ha logrado fabricar situaciones de uno para uno a sus extremos. Así, el zurdo promedia 7,83 intentos de uno contra uno por cada 90 minutos, una cifra de las más altas de la categoría y que se aleja muy mucho de los datos de sus compañeros de posición. De hecho, en prácticamente el mismo volumen de minutos, Berto Cayarga únicamente ha probado 9 dribblings (55% exitosos). Mientras, Davo se va a los 16 intentos en 468 minutos (64%) y Valcarce se ha quedado en 10 (70%) en algo más de 300 minutos.
Son cifras bajas, teniendo en cuenta el volumen de participación que han tenido, pero sobre todo si se comparan con las del citado Mella o el propio Yeremay. El canario, en tan solo 162 minutos jugados intentó superar a su par de manera individual 20 veces.
Ambos canteranos son, cada uno a su manera, paradigmas de extremos puros y encaradores. Pero son, también, un ejemplo de descaro para enfrentarse, sin miedo, al duelo individual. Ese descaro que otros, en medio del debate sobre el bloqueo psicológico del equipo, todavía no han mostrado a pesar de su mayor veteranía y de tener un evidente talento para, con sus condiciones, generar cosas en el uno para uno.