Llega el Deportivo a esta jornada acuciado por la necesidad de conseguir una victoria tras ocho encuentros sin hacerlo. Será el debut de José Luis Martí en Riazor y delante tendrá al Extremadura, un contrincante que, si miramos los precedentes del equipo blanquiazul este año, tiene mucho más peligro del que a simple vista pueda parecer. El grupo dirigido por Manu Mosquera supone una nueva amenaza de un conjunto modesto al estadio coruñés, al que en este curso se le están atragantando los rivales de la zona baja.
Han visitado el terreno de juego herculino siete de los últimos nueve clasificados (no contamos al Reus, fuera de la competición) y seis de ellos fueron capaces de llevarse algo positivo. La muestra más reciente fue también la más dura, con el triunfo del Rayo Majadahonda (0-2) que le costó el puesto a Natxo González. La otra derrota en casa esta temporada fue contra Las Palmas (0-1), quizá no modesto en presupuesto e historia reciente, pero sí en puntos, ocupando ahora mismo la 13ª posición.
Numancia, Lugo, Tenerife e incluso un Nàstic de Tarragona que está prácticamente desahuciado también fueron capaces de pescar en Riazor en encuentros en los que el Dépor fue mejor, pero no pudo reflejarlo en el marcador. Sólo el Zaragoza, que sigue peleando por la permanencia con dos puntos de ventaja sobre el descenso, hincó la rodilla a finales de diciembre (3-1).
Riazor ha sido inaccesible para la aristocracia de la categoría
Esa dificultad para vencer a los rivales más modestos se hace todavía más difícil de entender si miramos el rendimiento del Deportivo contra los mejores equipos de la categoría. Osasuna, Albacete y Granada, que ahora mismo ocupan los tres primeros puestos, cayeron todos con claridad cuando les tocó visitar Riazor. El Málaga se llevó un empate, mientras que Cádiz y Mallorca, los otros dos en puestos de privilegio, todavía tienen pendiente su partido en el feudo deportivista.