Antes de cantar «gol de Peke», lo habitual en los partidos del Dépor ABANCA era cantar «gol de Estefi». Durante dos de las tres temporadas que el equipo deportivista pasó en Segunda, Estefanía Pabst (Ciudad de México, 1992) fue una de sus delanteras. Máxima anotadora histórica de la sección hasta que Peke la desbancó del puesto, colgó las botas en 2018. Ahora, se dedica a su otro ‘hobbie’: la ingeniería de diseño industrial. Y, en plena crisis por el coronavirus, ha querido sacar provecho de ello, ha decidido echar una mano a la sociedad; eso sí, sin moverse de casa. Desde su domicilio coruñés fabrica pantallas protectoras individuales.
Sin ayuda externa
Ni siquiera ha empezado la entrevista (telemática), y Estefi ya quiere dejar clara una cosa: ella trabaja sola en la elaboración de las pantallas, con sus recursos, en su habitación, sin ninguna ayuda externa. A diferencia de los grupos numerosos de ingenieros que se están reuniendo estas semanas por todo el país para ayudarse y compartir ideas, Estefi es autónoma y autodidacta: se encarga ella de casi todo el proceso. «Soy la primera ilusionada en dar a conocer lo que somos capaces de hacer cuando las cosas se tuercen, pero quiero dejar claro que yo no estoy capacitada para afrontar yo sola una producción en masa, ni mucho menos», afirma con franqueza. Detrás de esa frase se esconde la autoexigencia de quien quiere dejar claro su papel, sin alardes.
Un proceso que requiere tiempo
Mientras inicia el proceso para producir la siguiente pantalla, va contestando a las preguntas. A su lado, en el escritorio, hay gel desinfectante, tijeras, guantes… Cada minuto cuenta. Y ella quiere aprovecharlo. Aunque eso sí, de vez en cuando, la impresora 3D le da problemas y le ralentiza el procedimiento. Sin ir más lejos, este mismo miércoles. Desde las ocho de la mañana hasta las 12h no pudo producir, se pasó cuatro horas intentando solucionar un fallo técnico. Pero la cantidad es lo de menos, no consiste en contar cuántas pantallas ha fabricado Estefi al final del día. Aquí lo importante es el detalle, la intención. Y valorar el ejercicio de paciencia que implica.
En su caso, la idea surgió “a raíz de ver en los medios de comunicación que alguna gente había hecho diseños para imprimir en impresoras 3D. Desde hace años, tengo una en mi casa, conocí esta tecnología mientras estudiaba la carrera; y despertó muchísimo interés en mí. Ahora no dudé en ponerme de nuevo manos a la obra”, sintetiza. Como tantos otros makers, Estefi utiliza diseños realizados por la empresa Sicnova. “A través de su portal web, facilitan el modelo digital en 3D y lo hacen accesible a todos aquellos usuarios que, como yo, podemos imprimir en casa”.
El proceso de impresión es «artesanal» y cada detalle, cada cambio en su configuración, suma o resta tiempo. “La duración depende de la calidad final que se desee en la pieza. Con los parámetros que yo le he introducido, buscando una impresión bastante asequible, los tiempos por unidad rondan las 5 horas. Es un poco ensayo-error, con el objetivo de una mejoría constante”, reconoce.
El destino de las pantallas
Pero, una vez fabricadas las pantallas, ¿a dónde van a parar? “En la web de Sicnova te registras como maker o como centro solicitante de material (hospital, residencia…). Luego, pones tu código postal y automáticamente te asignan un centro de destino. Tú te comprometes a fabricar el número de equipos de protección que consideres factible según tus posibilidades y tus medios, y una vez están fabricados, el centro se pone en contacto contigo para recogerlos”. Por el confinamiento, es difícil acceder a algunos materiales, por eso, si alguien desea ayudar a Estefi, puede hacerlo aportando “láminas de acetato o gomas”.
En plena cuarentena, los psicólogos aconsejan tener la mente activa, ser productivos. Si aún por encima con ello contribuyes a la sociedad, la satisfacción es doble. Lo resume bien la propia Estefi: «Sin poder salir de casa, somos capaces de movernos para que nada se pare». Granito a granito, gesto a gesto. Porque en las situaciones límite toda ayuda cuenta, y es justo ahí donde queda al descubierto la bondad de cada uno.