Era un partido con trampa. Sin apenas nada que ganar y mucho que perder para el Deportivo ante un Tudelano desahuciado, pero del que los datos decían que estaba compitiendo bien. Con el segundo puesto muy cerca y tras una semana de parón, había riesgo de un exceso de relajación. Y, en parte, así se dio. Porque el Dépor aceptó el caos en la primera mitad. Lo pagó muy caro y tan solo en una segunda parte en la que el equipo blanquiazul recuperó sus señas de identidad y remendó un tropiezo estruendoso.
Carriles de aceleración
Borja Jiménez apostó por repetir el once que tan bien había funcionado ante la UD Logroñés dos semanas atrás. Pero le dio, como siempre, matices. Porque el Dépor quiso a atraer al Tudelano, que formaba en 4-4-2, para generar espacios interiores y poder acabar las acciones por fuera, con unos laterales preparados para atacar el espacio. Para ello, situó muy bajos a los tres centrocampistas y, principalmente, a un Juergen Elitim o Álex encargados de darle salida por el costado izquierdo.
La fórmula funcionó inicialmente. Porque el Tudelano no entendía cómo frenar el triángulo mediocentro-Soriano-Aguirre. El madrileño aparecía mucho por dentro, en el cuadrado que habitualmente se forma entre lateral-central-mediocentro-extremo. Y desde ahí, lanzaba a Aguirre. Lo mismo sucedía en el costado derecho, con William De Camargo más preocupado de aparecer dentro que de intervenir pegado a banda para, así, liberar el espacio para Antoñito.

Fue el Deportivo en esos primeros 15 minutos un equipo muy agresivo con pelota, aunque el tanto visitante al minuto 6 le hizo daño. Pero aún así, en el cuarto de hora inicial, la escuadra blanquiazul completó 9 entradas en el área (su promedio es de 3,3) y logró poner 7 pases a los 20 metros más próximos a la portería de Zabal (su media de la temporada es 0,8 en estos primeros minutos).
Fue esa capacidad para llegar a través de los costados la que le permitió al Dépor concretar su segundo gol y el córner que acabó en el primero. Porque el equipo coruñés firmó 11 centros en la primera mitad, una cifra habitual. En su debe, solo 2 fueron precisos. Pero sobre todo, fue capaz de acceder al área rival hasta en 22 ocasiones, más que nunca esta campaña (la media en las primeras partes de 11,5), siempre según datos de Wyscout.
Un bloque que no es un bloque
Encontró el Deportivo los atajos para atacar rápidamente al Tudelano. Pero era un arma de doble filo. Porque de no concretar gol o incluso no finalizar la situación, el partido podía volverse caótico. Y así fue. Tal y como reconoció Borja Jiménez, el Dépor defendió mal porque atacó mal. Elevó el ritmo el equipo coruñés porque vio la oportunidad de dañar. Los ataques posicionales se parecían más a contraataques. Pero claro, eso hacía que el equipo se separase.

De este modo, el conjunto de Riazor terminó por partirse en el ida y vuelta. Y cuando logró juntarse para atacar, no gestionó bien el balón. Villares cargaba en muchas ocasiones el área. Y sino, era Álex Bergantiños el que, acostado en la izquierda, jugaba en una posición inusualmente alta para él, ya que Juergen gestionaba desde la base. Se quedaba así el Deportivo ante el Tudelano sin su habitual pegamento. Sin su red. Porque además, la línea defensiva no fue capaz de imponerse a Agus Alonso y Caballero, que dieron aire para salir de la cueva al rival. Lapeña y Granero no llegaron al 60% de los duelos ganados (7 de 13 y 8 de 14, respectivamente). Pero, sobre todo, ofrecieron la sensación de tener dudas sobre si perseguir hasta el final en los apoyos o no a sus pares.
También cuando debía defender en estático el Deportivo se quedó a medio camino entre esperar y ser agresivo. Iba a presionar, pero lejos de hacerlo en bloque y con convicción. Fue un equipo muy largo. Y un Tudelano sin complejos, que jugaba muy abierto, le encontraba fácilmente la forma de salir.

A todo esto el equipo sumó una preocupante desatención defensiva, pues en varias acciones se distrajo mirando al poseedor en vez de atosigarle o cerrarle líneas de pase. Así se gestó el tercer tanto, con varios deportivistas demasiado complacientes en una clara situación de superioridad numérica en banda y un Álex que descubrió su espalda por estar pendiente de realizar una ayuda.
Fue el caos, un Deportivo sin balón que se pareció mucho al de aquel terrible encuentro en Badajoz y que, ante un equipo al que le cuesta generar, concedió muchísimo. De este modo, el Tudelano fue el rival que más ocasiones le ha hecho al Dépor esta temporada. Pese a que sus goles esperados se quedaron en 1 (la claridad de esas oportunidades no fue evidente), el cuadro navarro fue capaz de chutar 15 veces, 4 de ellas entre palos. Una barbaridad para un cuadro coruñés que no concede, de media, menos de 9 lanzamientos a sus rivales.
La organización
Tras el descanso, el Deportivo reparó el caos ante el Tudelano y así, desde la organización, mejoró los datos. Borja Jiménez devolvió a Quiles al costado derecho para sumar mejor entre líneas que WDC y colocar en punta a Miku. Ganaba así un dos por uno el técnico, ya que el equipo sumaba también remate para unos centros que estuvieron demasiado huérfanos en el primer tiempo.

Más allá de ese movimiento, quien retrasó su posición fue Álex Bergantiños, que pasó a incrustarse de manera mucho más habitual entre centrales para que el equipo pudiese mantener su ventaja numérica en inicio, pero a la vez, no perdiese a Juergen Elitim más arriba. Con el capitán y el colombiano repartiéndose de una manera más lógica los espacios y los roles, el Deportivo creció.
Le ayudó, también, un Tudelano que con el marcador a favor quiso bajar el ritmo y evitar conceder tanto espacio. Para ello, junto líneas. El 4-4-2 se conformaba en menos metros. Pero precisamente por eso, el Dépor pudo encontrar un punto de pausa y atacar como suele: con velocidad, pero sin precipitación ni buscando vorazmente el espacio sí o sí.

Fue clave el juego de Quiles y la capacidad desde el banco para reactivar el costado izquierdo. Entró Yeremay, menos hábil que Soriano para encontrar espacios entre los rivales pero más duchopara generarlos con el balón en el pie. Así, el canario fue un elemento atrayente de rivales que ayudó a liberar a Héctor Hernández.
El Deportivo atacaba mejor, algo que refuerza el dato de que sumó muchas menos pérdidas en último tercio (34 en el primer tiempo, 16 en el segundo). Y al mejorar el nivel de sus ofensivas, también creció en el ámbito defensivo. La calidad de la presión subió al estar mejor ordenado el equipo y, gracias a ello, el partido ya no era de ida y vuelta. De hecho, hubo tramos en los que prácticamente tuvo solo ida. Chutó el equipo coruñés 14 veces en ese segundo tiempo, su segundo mejor registro del curso tras el asedio al Real Unión. Y, finalmente, acabó remontando para remendar el caos y convertir un mal día en la oficina en algo que no debería pasar de anécdota con el objetivo ya en la mano.