El Deportivo logró salvar un punto en Almería en un encuentro que tiene varias versiones. Así que empecemos por la corta. El conjunto coruñés logró encadenar su noveno partido sin perder gracias, única y exclusivamente, a que tenía mejores jugadores que su rival. Los tiene en su área, con Domingos y Pablo Marí mostrándose superiores al 90 por ciento de los delanteros de la categoría, y también en la contraria. Ahí fue el turno esta vez para Fede Cartabia, que no podría haber elegido mejor momento para aparecer en esta temporada, justo cuando los de Natxo González empiezan a sufrir su primera gran crisis de identidad.
Ese sería el argumento principal de la versión extendida. Porque resultados como el del lunes en el Juegos del Mediterráneo o el de hace unas semanas en Gran Canaria no pueden tapar que el Dépor no acaba de arrancar fuera de casa y, lo que es peor, parece haberse resignado. Le cuesta hasta intentarlo. Esa es la sensación que dan los jugadores, que junto con el de Alcorcón completaron el peor encuentro de la temporada, y también el propio entrenador, con decisiones que evidencian sus propias dudas.
Natxo tenía dos opciones tras una mala primera parte: convencer a sus jugadores de que debían dar un paso al frente y retomar el control del partido, o aceptar la guerra de guerrillas que propuso el Almería. En lugar de doblar su apuesta inicial optó por lo segundo, comprensible si tenemos en cuenta el rendimiento de algunos jugadores, que apenas ganaron algún duelo individual.
Al Dépor le cuesta mucho ponerse el mono de trabajo y le incomoda que los rivales se rebelen con presión alta y marcajes estrechos. Como si no tuvieran derecho. Este aburguesamiento no gustó al entrenador, que renunció a toda posibilidad de recuperar el timón con la entrada de Didier Moreno por Expósito y Krohn-Dehli por un Carles Gil que acostumbra a parecer un niño entre hombres cada vez que el juego se endurece lo más mínimo. Tampoco funcionó y el colombiano Narváez acabó castigando la incapacidad de su compatriota para entregarle la pelota a un compañero.
El plan no le salió bien al técnico, abatido tras el encuentro, seguramente más que por el resultado fallido, por haber traicionado sus principios. Es en partidos como este en los que el Dépor todavía desprende falta de cocción. En la puesta en escena y también en la convicción para no cambiar de caballo a mitad del río. Porque, como bien dice Natxo, es imposible que se vea fuera al Dépor de Riazor, pero si la intención es acercarse a esa versión, lo importante es no renunciar nunca a lo que te hace reconocible.
Consumido ya un tercio de campeonato, el equipo coruñés debe decidir qué quiere ser a domicilio. No está mal que de vez en cuando tu talento diferencial sea el que resuelva los problemas, sobre todo porque lo tienes, pero no todos los días Cartabia se va a sacar un zurdazo de 30 metros.