El Deportivo derrotó al Badajoz en la cuarta jornada de la Primera RFEF (1-0), y ya suma 12 de 12. Repasamos en varios apuntes lo más destacado.
Una partida de ajedrez
La previa del Deportivo-Badajoz ya invitaba a pensar que Riazor iba a acoger un partido de altos vuelos. No faltaba ningún ingrediente para ello: se medían dos de las mejores plantillas de la categoría y dos de los mejores técnicos. Sobre el verde, no decepcionó.
De entrada, Borja Jiménez optó por un 1-4-3-3, y sorprendió ubicando a Villares en el lateral derecho. No era una posición nueva para el chairego, que en la 2020-21 ya jugó ahí algún ratito con el Fabril, sin embargo sí era novedoso en el primer equipo. La otra variante con respecto a Calahorra estuvo en el eje de la zaga: esta vez fue Borja Granero, y no Trigueros, quien acompañó a un Lapeña indiscutible. Además, William de Camargo relevó a Doncel en la banda izquierda. Por su parte, Óscar Cano, que en las 3 jornadas anteriores había optado por ordenar a su equipo en un 1-4-3-3, sorprendió en Riazor con un 1-5-4-1. Barri, habituado a jugar por delante de la defensa, ejerció de tercer central.

Con ese reparto de cromos, arrancó el partido. Y no tardó en saltar a la vista el primer problema del Dépor: estaba incómodo e impreciso en el juego interior, le costaba salir de su campo. No podía progresar, no tenía la suficiente fluidez con balón ni encontraba líneas de pase. ¿Por qué? Por la presión que ejercía el Badajoz, que acumulaba mucha gente por dentro, y que a los 8 minutos ya le dio sus frutos: Sergio Benito encimó a Lapeña, el central riojano hizo una mala entrega y propició la primera ocasión de los visitantes.
Detectada la avería, ¿qué hizo Borja Jiménez para corregirla? Retrasar a Álex Bergantiños. Cuando el Dépor atacaba, el capitán se incrustaba entre centrales (1-3-4-3). Este movimiento permitió que Villares y Héctor Hernández tuviesen más altura y amplitud. Y, ahí, el equipo coruñés encontró una vía de escape: exprimió el juego exterior. De ese modo llegaron las primeras aproximaciones en ataque: en el 28’, con el disparo de Quiles lamiendo el larguero, y en el 29’, con el único gol del partido.

Álex Bergantiños, la pieza moldeable
A raíz del 1-0, Borja Jiménez volvió a agitar el árbol: el Dépor pasó a ordenarse en un 1-5-4-1 sin balón; aprovechando de nuevo la polivalencia del ‘capi’. El mediocentro de la Sagrada Familia es la pieza que permite que el puzle varíe de forma una y otra vez dentro del mismo partido. Por su inteligencia táctica, Álex se adapta a las necesidades del equipo, y esta temporada está permitiendo que Borja modifique el dibujo táctico constantemente. En esta jornada, en el 52’, el técnico abulense volvió a mudarlo: recuperó el 1-4-3-3 –en ese tramo, el Dépor gozó de sus mejores momentos con balón, realizó los ataques más largos- e igualó al Badajoz -que al descanso también había cambiado-. En el 75’, con la entrada de Tahiru y Truyols, Cano cambió a 1-4-4-2 y Jiménez a 1-5-4-1.
Pero volviendo a Álex, a diferencia de los 3 partidos anteriores, donde siempre fue uno de los más regulares y destacados, contra el Badajoz no empezó bien. Dos pérdidas suyas en la primera media hora de juego propiciaron sendas ocasiones del rival. Como el equipo de Óscar Cano no marcó, el capitán tuvo tiempo a resarcirse.
La profundidad de Héctor Hernández
Pero si hablamos de nombres propios, ante el equipo extremeño Héctor Hernández completó su mejor partido de la temporada. Favorecido por la modificación táctica de Borja Jiménez -en el arranque-, el lateral pudo prodigarse en ataque y fue muy incisivo; el Dépor cargó el juego por su banda y él aportó profundidad y buen pie. No en vano, la primera ocasión del equipo blanquiazul llegó tras un envío del vallisoletano al área que despeja la zaga visitante y recoge Quiles en la frontal. En el 1-0, nuevamente, es él quien asiste.
Quiles, verso libre
Y el ‘9’ quien marca. El delantero onubense es un verso libre. Aunque parte desde banda derecha, nunca pisa la línea de cal, siempre se mueve libremente, siempre detecta los espacios y los ataca con naturalidad, como si fuera el comodín de un partido reducido en Abegondo. Además de todas las virtudes que atesora con y sin balón, Quiles está demostrando olfato goleador. Ya lleva 3 tantos en 4 jornadas. Cuando un talento así encuentra su hábitat, y luce, solo hay que disfrutarlo.

La capacidad de concentración de Ian Mackay
Los porteros también forman parte del juego, también entran dentro de la planificación de una temporada y también deciden partidos con sus individualidades. Es decir, son otro de los factores controlados que reducen ese porcentaje de azar que hay dentro de un partido.
Igual que en Tudela, donde evitó in extremis el gol del empate de Alain Ribeiro, ante el Badajoz Ian Mackay volvió a volar. El portero del Ventorrillo le negó el gol a Sergio Benito, a Aitor Pascual, a Adri Cuevas y a todos los que intentaron romperle su imbatibilidad. Sus reflejos bajo palos saltan a la vista, pero no es menos reseñable su capacidad de concentración. Da igual cómo y cuando le llegan, Ian siempre está metido en el partido. Esa es otra de sus fortalezas competitivas.
Calma en los cambios
Borja Jiménez no tuvo prisa con los cambios, y ni siquiera realizó los cinco. En esa partida de ajedrez que fue el Dépor-Badajoz, el técnico abulense no quería romper la dinámica del partido y desordenar a su equipo. Por eso, hasta el 66’, cuando Mario Soriano reemplazó a William de Camargo, no movió ficha. Los 3 últimos llegaron ya en los últimos suspiros. Noel y Víctor por Miku y Quiles en el 85’; y Trigueros por Juergen en el añadido. Ya se sabe: cuando algo funciona…