Si por casualidad a alguien se le ocurriese analizar cómo ha evolucionado la masa social del Deportivo durante los últimos 25 años, pocos no harían parada en Turín o Highbury para explicarlo. Pero ocurre que en ese trayecto, en ese tren de imperecedera nostalgia, también hay hueco para quienes se subieron al vagón cuando Riazor aún no era aldea gala. Cuando sufrir era la identidad visible en el carné y Arsenio su fotografía reconocible.
Chiqui Esteban, gaditano de 36 años y editor gráfico en el legendario periódico estadounidense The Washington Post, es uno de ellos. Y su primer recuerdo del Dépor le invita a echar la vista atrás, hacia los últimos compases de la temporada 91/92. «Fue antes de llegar a A Coruña. A mí me había gustado el equipo en la promoción ante el Betis y me hacía gracia ver a Fran y Jose Ramón por ser hermanos. Desde entonces, lo seguí, y con el ‘Súper Dépor’ mucho más».
Antes, mucho antes de instalarse en los Estados Unidos, Esteban estudió Comunicación Audiovisual en la Universidad de Navarra, y en su tramo final como estudiante realizó prácticas en La Voz de Galicia. De aquellos años en las aulas, aún en Pamplona, emana otro instante memorable, ya con el Dépor entre la flor y nata del balompié continental. «Recuerdo que estábamos viendo el partido de Champions de la remontada ante el Milan, y justo había venido la dueña a cobrar el alquiler del piso. Estábamos todos saltando, y la pobre esperando el dinero», detalla entre risas.
Otra herencia le quedó tras su etapa en el noroeste de la Península. «Mi mujer es de A Coruña y va todos los años. Yo, cuando puedo», explica. Por el brillante currículo de Chiqui asoman ilustres cabeceras como la del Boston Globe -en el que vivió de lleno los atentados de la Maratón en 2013, y cuya cobertura ganó un Pulitzer- y la prestigiosa revista National Geographic. Ahora, el reto es diferente. Habita en la Casa Blanca, sus ancestros son escoceses y por su cabeza pasa el construir un muro. Y no, no es el de Adriano.
«En las elecciones nos dimos una paliza, porque eran muy especiales, y así seguimos desde entonces. Si somos egoístas, y miramos en términos de visitas y suscriptores, hemos dado un subidón increíble», concreta. Y aún así, Chiqui saca tiempo para, entre la radio, el seguimiento de medios en España y las redes sociales, estar al tanto de cómo le va a su escuadra. «Ahora se ven las cosas con mucha más tranquilidad. No sólo económicamente, también deportivamente aunque seguimos en la zona baja. Noto que hay estabilidad», evalúa.
Sobre si ha logrado convertir a algún miembro de la redacción a la fe blanquiazul, eso es otra historia. «Uno de los subdirectores del Post tiene padres españoles. El día de la entrevista, me senté con Martin (Baron), Cameron y él, y lo primero que me dijo fue: “Muy mal, Chiqui. ¿Del Dépor?”. Me lo había visto en la biografía de Twitter, y él es muy de la Selección y del Barcelona. “¿Cómo puede ser alguien de Cádiz del Deportivo?”, me preguntó riendo», cuenta Chiqui. Y es que al otro lado del Atlántico, en la tierra prometida, aún hay trabajo por hacer.