Muy mal estaría haciendo Richard Barral si su primera acción esta mañana, incluso antes del café, no ha sido llamar al representante de Ager Aketxe. El vasco, que durante la temporada ha sido lo único cuando el Deportivo no era nada, y el mejor cuando por fin logró ser algo, completó ante la Ponferradina su mejor partido como blanquiazul y demostró que se ha convertido en mucho más que el especialista a balón parado que llegó a A Coruña en verano.
Aketxe ha alcanzado una nueva dimensión como jugador y probablemente le deba mucho a Fernando Vázquez. El contexto que le ha proporcionado el técnico de Castrofeito es el mejor posible para potenciar todas sus virtudes y ocultar sus carencias. Ni un mediapunta atosigado por el tráfico, ni un extremo aislado en la cal intentado desbordar a los laterales más rápidos que él. Desde el interior derecho, y sin las responsabilidades defensivas que le otorgaría una línea de cuatro defensas, el zurdo ha encontrado el lugar perfecto para desplegar todo fútbol que lleva dentro. Sus compañeros son los primeros en saberlo y buscarlo cada vez que reciben la pelota, porque cada jugada mejora después de pasar por sus botas.
Y el futbolista ha respondido siendo determinante. Y siéndolo en el juego dinámico sin perder su peligro cuando la pelota se detiene. Le da igual el carrilero que le ofrezca la solución, Bóveda o David Simón, Aketxe siempre se las arregla para ponerlo en ventaja. Así lo hizo en una primera parte en la que sólo la falta de precisión del canario en los centros, y la de Mollejo en el remate, evitaron que el cuadro herculino se pusiera por delante. Lo hace, además, rara vez buscando el lucimiento personal y casi siempre tomando la mejor decisión para el beneficio colectivo.
Aketxe, frío y calor
Su apariencia en ocasiones fría, como si todo le diera igual, le permite también mantenerse tranquilo en situaciones de máxima tensión. Una calma que nunca tienen porteros y defensores rivales cuando Aketxe toma carrerilla para un golpeo. Lo saben desde ayer Trigueros y Manzanara. Sólo con esa frialdad se explica su baile con Fullana sobre la línea de fondo en el segundo tanto. Una acción que hasta el propio Çolak sintió la necesidad de aplaudir desde la grada.
Porque es imposible calcular cuanto de azar, y sería mucho, tiene la remontada ante la Ponferradina, pero lo que está claro es que el porcentaje restante hay que atribuírselo al 10. Lo mismo con una permanencia que cada vez está más cerca.